Pedro José Castellanos es una figura insigne del movimiento musical venezolano. Nació el 27 de diciembre de 1927, en la población de Sabana Libre, municipio Escuque del estado Trujillo, Venezuela. Falleció en Caracas, el 22 de noviembre de 1984. Su padre José Antonio Viloria y su madre María Angélica Castellanos. Desde niño padeció una enfermedad en sus ojos que disminuía paulatinamente su capacidad visual, al extremo que ya en sus últimos años, carecía de este sentido en su totalidad.
Hablar de Pedro José Castellanos es hablar de la vida de una comunidad social que tiene en común la pérdida del sentido de la visión. Es referirse al estado de indefensión en que se encontraban las personas con un tipo de diversidad funcional o ciegos. Su falta de seguridad social, la carencia de leyes o normas que les protegieran en la realidad. El permanente transitar las calles de las grandes ciudades venezolanas, Caracas, Barquisimeto, Valencia, Maracay, Mérida, Puerto La cruz, entre otras, para realizar un trabajo que era casi lo único a lo que les permitían dedicarse: la venta de cuadros del 5 y 6, de billetes de lotería o de rifas, para poder subsistir. Eran los tiempos entre 1958 y 1998, en que la exclusión, la inequidad, la explotación, se enseñoreaba por esas calles para esta comunidad. Faltaba poco para que se viera en el horizonte la esperanza del Proceso Revolucionario y la “Misión Milagro”.
La infancia de Castellanos fue dura, desde niño se dedicó al trabajo en la zona campesina. Vendía por las calles de Valera la leche recién ordeñada. Desde niño el sentido de la vista se le reducía paulatinamente. Por las tardes y noches hallaba consuelo en su encuentro con la música. Su padre le hizo una pequeña guitarrita con una lata grande de sardinas, de marca “Sirenita”. Y a tal actividad se dedicaba cuando podía. Por ello, cuando pudo adquirió un cuatro y realizó algunas presentaciones en Radio Valera. Su experiencia musical le llevó a participar en algunos grupos o conjuntos musicales.
Acicateado por un pequeño incidente, se fue a Maracaibo. Allá, en casa de un familiar, le ponían a vender arepas para algunos establecimientos comerciales. No obstante, la disminución de su capacidad visual se agudizaba y oyó de la existencia de un instituto para ciegos en Caracas. Le ayudaron, hizo el viaje y llegó a la Capital en 1948. En efecto, se trataba del Instituto Nacional de Ciegos. Sólo que era para niños y ya él contaba con 21 años. Pasaba las noches en carros abandonados, hasta que le dieron la oportunidad de ingresar al Instituto. Allí, junto a Jonás Florentín, Director, contribuyó con numerosos invidentes, en la enseñanza del sistema Braille. También integró la Banda, la Orquesta y la Estudiantina de “Ciegos”, en los espacios del Instituto.
Por tierra y en bus viajaron los integrantes de las tres agrupaciones musicales. Bajo los auspicios del Ministerio de Relaciones Interiores y la Presidencia de la República, realizaron presentaciones exitosas en Barquisimeto, Maracaibo, Valera y vinieron a Mérida, en el lluvioso mes de mayo de 1954. Fue un jueves de retreta. Eran las 8 de la noche. Terminaba de tocar la Banda de Ciegos y se anunció la presentación de la Estudiantina, grupo de cuerdas, conformado enteramente por invidentes, como las otras dos agrupaciones. En la Estudiantina, Pedro José Castellanos tocaba el cuatro. Mientras se ubicaban en los espacios de la plaza Bolívar merideña, una dama se acercó, les habló con mucha ternura, una profunda sensibilidad y les felicitó por su labor. Al iniciarse el concierto un fuerte aguacero cayó sobre Mérida y todos se dispersaron… Pedro José, en el laberinto de su invidencia no sabía qué rumbo seguir, hasta que oyó una voz dulce y sintió que una mano delicada le tomó por un brazo y le llevó a un sitio en el cual guarecerse del agua y del frío terrible de esa noche neblinosa.
A Pedro José, el gesto hermoso, solidario y tierno, de la merideña que elevó el gentilicio de género, le conmovió a tales niveles que despertó su fibra de creador musical y correspondió aquel gesto creando una de las melodías más hermosas que se le hayan compuesto a Mérida… y que le ha dado renombre internacional. “Preciosa Merideña” fue su título, interpretada por Rafael Montaño, La Rondalla Venezolana, Julio Jaramillo, el Mariachi Tapatío y hasta el danzonero cubano Barbarito Diez.
En este mes de mayo, se cumplen 58 años de ese acontecimiento, en una situación, que marcó musicalmente a Mérida. Sólo ésa melodía encierra un canto extraordinario que enaltece a la mujer merideña y que la envuelve en “la suave caricia de La Sierra…” Pedro José Castellanos es hoy una destacada figura en el firmamento musical merideño, pervivirá en nuestros corazones, con nuestro agradecimiento eterno.
Pedro José organizó numerosas agrupaciones musicales. Una de ellas “Los Cuicas”, integrada por invidentes: Manuel Enrique Franco, Rafael Ángel Aponte, Félix Martín Sojo y el mismo Castellanos. Tuvo un programa radial. “Horizontes Radiales” y “La Corte suprema del artista”, por Radio Rumbos y Radio Cultura. En ellos impulsó las incipientes carreras de artistas como Raquelita Castaños, Mirla Castellanos, Enrique Rivas, Nancy Ramos, Chichí Caldera y Zuly del Bosque, entre muchos otros. Contribuyó con la fundación de la Asociación Nacional de Ciegos Trabajadores de Venezuela, presidida por Luis Antonio Castillo. Siempre preocupado por los invidentes, elaboraba programas de asistencia social para ellos que les ayudaran a superar su triste situación de vendedores de cuadros del 5 y 6, de loterías y rifas y buhoneros. Para principios de la década del 80 era común en la prensa y noticieros la acción represiva del gobernador del Distrito Federal adeco contra los buhoneros invidentes y hasta planazos ordenaba como fórmula para impedir sus protestas.
Y hoy, el Proceso Revolucionario, con su extraordinaria Constitución Bolivariana, sus Leyes, Reglamentos y Misiones, entre ellas la Misión Milagro, ha hecho y está haciendo justicia a este sector de nuestra Comunidad Venezolana, Latinoamericana y del Caribe, en general, en un programa conjunto con nuestra auténtica HERMANA República de Cuba. Lástima que Pedro José Castellanos y Fidel Torres, invidente también, quien nos trazó algunos de estos rasgos biográficos, no estén con nosotros, en este mes de mayo para celebrar tanto los 58 años de “Preciosa Merideña” como la existencia de la Misión Milagro.
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