En el complejo tablero geopolítico actual, donde la guerra económica imperial anglosajona y sionista recrudece su ofensiva contra los pueblos que desafían la hegemonía occidental, la construcción de una Salud Mental Colectiva Decolonial se erige como una necesidad impostergable para la emancipación de nuestros pueblos.
Desde finales del siglo XIX, el modelo hegemónico de dominación capitalista ha instrumentalizado la guerra como extensión de la política exterior. Von Clausewitz concibió la guerra como una prolongación de la política por otros medios; pero la realidad geopolítica ha señalado que la guerra, la política y la economía de la industria armamentista han operado en simbiosis con los intereses oligárquicos globales. En el contexto Nuestroamericano, tras las luchas independentistas, emergió con fuerza la colonialidad como la cara oculta de la modernidad (Mignolo, 2005), consolidando un modelo de alienación subjetiva a través de la ideología de la falsa conciencia y la subordinación al pensamiento eurocéntrico, primero de nuestros pueblos originarios conquistados, luego los pueblos surgidos de la colonización y de las luchas independentistas.
El siglo XXI ha traído consigo una crisis civilizatoria del modelo capitalista occidental, impulsada por el ascenso de un mundo multipolar liderado por China, la Federación Rusa, la Revolución Islámica y los BRICS+. Este reordenamiento geopolítico amenaza la estabilidad del eje anglosajón-sionista, generando respuestas violentas en forma de sanciones económicas, medidas coercitivas unilaterales y guerras híbridas contra aquellos países que buscan forjar su propia soberanía. Venezuela, Cuba y Nicaragua han sido víctimas recurrentes de este asedio, donde la guerra psicológica y el desgaste emocional de sus pueblos constituyen herramientas clave de desestabilización política y económica.
En este contexto, la Salud Mental Colectiva Decolonial no solo debe entenderse como la ausencia de trastornos psicológicos individuales, sino como la resistencia organizada frente a la alienación de las subjetividades colectivas de nuestros pueblos, la precarización de la vida y la guerra cultural impuesta por los centros de poder global. Requerimos Estados-Nación que garanticen condiciones de vida dignas, acceso a la educación y a la salud con un enfoque descolonizador, para construir subjetividades libres de la sumisión y dependencia ideológica. Además, la construcción de narrativas propias y la reivindicación de epistemologías del Sur y altersofías, esenciales para desmontar el aparato ideológico del colonialismo cognitivo.
El reto político de Nuestramérica es construir Patrias desde la autodeterminación y soberanías nacionales, sin traicionar los principios de justicia social, igualdad, dignidad e inclusión. Frente a las presiones del capital transnacional, se impone la necesidad de una educación liberadora que, en palabras de Simón Rodríguez, "forme ciudadanos republicanos y no seres domesticados por el poder". La lucha por la Salud Mental Colectiva Decolonial, es también la lucha por la memoria histórica, la identidad cultural y la soberanía de los pueblos, en un mundo que aún está por redefinirse. La resistencia a la Guerra Total del Imperialismo Yanqui Hegemónico no solo se juega en el campo económico y militar, sino en el terreno de la conciencia colectiva, donde el mayor desafío es emanciparnos de la dependencia mental impuesta por siglos de colonialismo y colonialidad.