En las últimas décadas, la concepción de la salud mental ha evolucionado, trascendiendo el enfoque biomédico individualista biologicista y a histórico, para reconocer la influencia de procesos sociales, históricos y políticos en la configuración del bienestar colectivo. En tal sentido, la Salud Mental Colectiva Decolonial emerge como una perspectiva crítica que cuestiona las imposiciones epistemológicas de la psiquiatría hegemónica y promueve una visión de salud mental basada en la autodeterminación de los pueblos, la justicia social y el reconocimiento de las heridas coloniales que persisten en las sociedades contemporáneas.
La implementación de políticas públicas de salud y políticas públicas saludables debe asumir la complejidad de estos procesos, superando el reduccionismo biomédico y promoviendo estrategias que incorporen la determinación social de los procesos de salud/enfermedad. Desde la perspectiva de la Salud Mental Colectiva Decolonial, las políticas de salud mental deben alejarse de la psicopatologización de las comunidades y centrarse en la reparación histórica, la participación protagónica del pueblo y el fortalecimiento de las redes de apoyo territorial, desde los territorios de salud denominados Áreas de Salud Integral Comunitarias (ASIC), del Sistema Público Nacional de Salud venezolano.
Políticas Públicas de Salud y el Desafío Colonial
Desde la segunda mitad del siglo XX, cuando se descubrió y desarrollo el enfoque de políticas públicas, como "acción del Estado Nacional", las políticas públicas de salud han sido diseñadas bajo lógicas extractivistas y academicista del conocimiento eurocéntrico, replicando modelos occidentales que subalternizaron, inferiorizaron e invisibilizaron saberes populares tradicionales y las prácticas comunitarias de cuidado integrales de los pueblos originarios. En Nuestramérica, la influencia de organismos internacionales ha consolidado un paradigma asistencialista, enfermológico público, que refuerza la dependencia de los pueblos a modelos foráneos, desarticulando sus propias formas de organización y sanación colectiva.
Superar esta situación, implica reconocer las experiencias históricas de resistencia de los pueblos originarios, afrodescendientes y comunidades populares, cuyas prácticas de salud han sido sistemáticamente desplazadas por la colonialidad y en particular, por la colonialidad del saber. La incorporación de estas experiencias en las políticas públicas no solo es un acto de justicia epistémica, sino también una estrategia efectiva para aproximarnos a las crisis de salud mental derivadas de la violencia estructural, las desigualdades territoriales, la injusticia y la exclusión social.
Hacia Políticas Públicas Saludables: Un Enfoque Transformador
Las políticas públicas saludables no se limitan a la provisión de servicios de salud, sino que asumen los procesos territoriales y ambientales que impactan el bienestar colectivo. En este sentido, una estrategia decolonial para la salud mental, debe articularse con otras políticas públicas que garanticen condiciones de vida dignas, acceso equitativo a la educación, vivienda, empleo digno, alimentación saludable, recreación y en general a servicios públicos eficientes y permanentes.
Ejemplos de iniciativas exitosas incluyen la implementación de programas comunitarios de salud mental en zonas rurales y urbanas vulnerables, la experiencia con bastante éxito en Carabobo lideradas por el Dr. José León Uzcátegui, la recuperación de medicinas ancestrales en articulación con sistemas de salud públicos y la promoción de espacios de diálogo intercultural entre profesionales de la salud y comunidades. Estas acciones, más que simples políticas asistenciales, representan una apuesta por la construcción de sociedades más justas, igualitarias, inclusivas y saludables mentalmente.
Reflexiones finales, la Salud Mental Colectiva Decolonial plantea una ruptura necesaria con las lógicas hegemónicas en el diseño de políticas públicas de salud, apostando por modelos que reconozcan la autodeterminación de los pueblos y el poder de lo colectivo en la construcción del bienestar colectivo territorial. Avanzar hacia políticas públicas saludables implica un compromiso político con la transformación de las condiciones estructurales de opresión, subalternización, inferiorización, invisibilización y exclusión, así como la revalorización de los saberes ancestrales y comunitarios en la configuración de un nuevo paradigma de salud mental que denominamos Salud Mental Colectiva Decolonial, como el encuentro entre las tres grandes subjetividades de lo humano: la subjetividad del Ser, la intersubjetividad del Amar y la intersubjetividad del Tener-Estar, explicado suficientemente en artículos anteriores.