El Espejo

El miedo y la política

1 Ya no se trata de una opinión aislada. Estamos en presencia de una campaña concebida en las tortuosas instancias donde la oposición elabora sus políticas
Me refiero, concretamente, a la especie que comenzó a circular semanas atrás en el sentido de que la población venezolana es prisionera del miedo. Pero no del miedo al hampa, que se justifica plenamente debido al auge del delito, sino a un miedo difuso, de signo político, para ejercer presión sobre la opinión pública. Especie de antesala -lo intuyo- al cuestionamiento de un resultado electoral favorable al chavismo el 7 de octubre.

2 El primero en plantearlo fue el sacerdote jesuita Luis Ugalde, exrector de la Ucab y columnista de El Nacional, quien dio una curiosa explicación al hecho de que las encuestas que se realizan con motivo de las elecciones le otorguen a Chávez amplia ventaja sobre Capriles Radonski.
Para Ugalde, esto se debe a que los encuestados tienen miedo de manifestar su verdadera intención de voto. Es decir, que el temor es determinante en lo que registran esos instrumentos. ¿De dónde saca tal conclusión alguien como Ugalde, persona preparada, familiarizada con temas de opinión pública, conocedora de las características del venezolano, de su coraje y retrechería? ¿En qué elecciones, de las tantas celebradas durante el proceso bolivariano, se puede atribuir al miedo del elector derrotas o victorias?
¿Miedo del antichavismo cuando gana el chavismo, o miedo del chavismo cuando se impone el antichavismo? ¿Acaso votó con miedo la oposición cuando ganó las gobernaciones de Zulia, Carabobo, Táchira, Miranda, Nueva Esparta? Es insostenible semejante hipótesis. Y lamentable que alguien la utilice para explicar algo tan sencillo como es que hoy las encuestas den ventaja a Chávez sobre su oponente, cuando se trata de una realidad que reflejan todos los trabajos de campo. Sin duda que la característica de esta campaña -con abundante difusión mediática- sobre el “miedo de los electores”, la confirma el dirigente de Voluntad Popular y operador de Capriles Radonski, Leopoldo López, cuando afirma: “Hay que sacudirse el miedo a represalias por ir a votar el 7-O”. También la señora Machado sostiene que “las personas tienen miedo de revelar su intención política” ¿De dónde sacan López y Machado que el elector tiene miedo de expresar sus simpatías? ¿Cuándo fueron reprimidos los venezolanos que sufragaron contra Chávez y ganaron gobernaciones, alcaldías y diputaciones a la Asamblea Nacional? Al contrario, la oposición perdió la oportunidad de tener una representación cuando prefirió abstenerse el 2005, no por temor a represalias del Gobierno, sino porque tenía en la manga la carta de la desestabilización.

3 El miedo de cada quien a votar por su preferencia no existe, salvo en la mente de los que buscan justificar futuras denuncias de fraude. Al contrario, atribuirle miedo al elector de oposición constituye un agravio que éste no se merece.
No es el ciudadano de a pie, opuesto a Chávez, el que ha demostrado temor en circunstancias cruciales, creadas por dirigentes irresponsables, sino éstos que luego de embarcarlo eludieron responsabilidades o huyeron cobardemente. En Venezuela se votará con garantías plenas para todos en la fecha fijada por el CNE, el 7 de octubre próximo, sin miedo a represalias, con la absoluta seguridad de que ganará quien obtenga más votos, y respeto al respectivo resultado.

Laberinto

- No hay presos políticos en Venezuela. Es mi opinión, que defiendo en cualquier escenario. Los hubo en la IV República, y lo digo con conocimiento de causa. Esos sí eran presos políticos, privados de todos sus derechos: debido proceso, garantías vulneradas, derecho a la vida. Muchos murieron en las cárceles puntofijistas a consecuencia de las torturas o la oprobiosa figura de la desaparición forzada. En el hermético universo concentracionario de los Teatros de Operaciones (TO), se consumaron gravísimas violaciones de los derechos humanos, ignoradas por fiscales generales de la época, organismos nacionales de derechos humanos y la Cidh…

- Se trata de una historia vieja, dolorosa, cuyo recuerdo permite tratar con sensibilidad y conocimiento el tema de las personas privadas de libertad que hoy reclaman la condición de “presos políticos”. No son tales. Pero merecen consideración como seres humanos y ciudadanos de un país democrático donde se garantiza -a todos- la preservación de sus derechos. Sin procesos amañados, manipulación _de la ley y ejecución _de venganzas a través de la administración de justicia…

- Para ningún Estado o Gobierno es negocio tener presos. Considero que en una nación donde impera la ley y una noción humanista, hay que resolver situaciones especiales que, con el correr del tiempo, crean una costra de prejuicios, o facilitan aviesas interpretaciones por quienes carecen de autoridad moral para asumir su tratamiento. La salida a este tipo de problema obliga a indagar las características de cada caso a la luz del Derecho, y a evaluar que cualquier medida que se adopte no se interprete como concesión a la funesta institución de la impunidad…

- Hay casos crónicos, explotados por gente que en el pasado guardó silencio ante el tema, o participó en la violación de derechos. Pero tal situación no justifica inhibiciones. Al contrario, opino que llegó el momento de tratar casos pendientes. De adoptar decisiones que resuelvan el problema y permitan, en el campo político y mediático, desarmar campañas impregnadas de politiquería…

- El presidente Chávez ha demostrado en distintos momentos -en medio de agudas crisis que afectaban la estabilidad institucional- capacidad para resolver con sentido humano la situación de compatriotas involucrados en violaciones a la ley. Actitud que, por cierto, no tuvieron gobernantes del pasado que se ensañaron con presos políticos de verdad. Chávez ha indultado, sobreseído, acordado medidas de gracia a favor de personas, sin aspirar a reconocimiento alguno. Lo ha hecho por convicción democrática. Porque no tiene una libreta personal donde registra los agravios y deslealtades de que ha sido objeto con el fin de recordar de por vida a los autores. Por eso creo que el Presidente está consciente de la conveniencia de proceder con el mismo propósito de resolver los casos que existen y dar vuelta a la página…

- Las encuestas -todas- siguen dando aplastante ventaja a Chávez. Los analistas estudian la situación. Coinciden en que el problema de la oposición es mayor que lo que dicen las encuestas. Que se relaciona, primero, con el candidato y sus flancos vulnerables; luego, con el discurso, que nada dice a los ciudadanos. ¿Qué hacer? Quienes dirigen la alianza no lo saben. Faltan cinco meses para el acto comicial y difícilmente Capriles Radonski podrá remontar la ventaja de Chávez. Es un problema matemático, pero con un agregado que pesa demasiado: que los números de Chávez responden a una tendencia creciente, en tanto que los de Capriles a una tendencia decreciente. Después de tres meses de campaña está muy por debajo del 36% que mantuvo en el proceso de primarias del 12-F. Y el dilema no se resuelve con el retiro de la candidatura, a lo que se opondría a fondo Primero Justicia -partido que más se beneficia-, sino a la creación de un estado de ánimo en el universo opositor que permita reaccionar democráticamente ante una derrota el 7-O. Es la salida inteligente, pero los aventureros tienen planes…

- Hasta ahora, fuentes en Washington manifiestan que la información prometida por Aponte Aponte no ha sido soportada. Los famosos documentos probatorios no aparecen. ¿Entonces?


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José Vicente Rangel / ÚN

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

 jvrangelv@yahoo.es      @EspejoJVHOY

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