Mi recuerdo y respeto por el camarada Armando Díaz

Recuerdo que a mediados del año 1990 me encontraba, acompañado  de la periodista Ana Teresa Salas, quien andaba en misión de recopilar noticias para un diario merideño, en un lugar de la selva colombiana donde se hallaba  concentrado el Ejército Popular de Liberación (EPL). En esa oportunidad observé que también estaba allí el camarada Chino Barrientos, militante para entonces de Bandera Roja. El hizo como el que no me vio y yo hice como el que no lo vi. Tal vez, eso fue una tontería pero fue así y no de otra manera. Quizás, exceso de “clandestinidad” pública.

Lo cierto es que a los pocos meses me encontré con el camarada Armando Díaz, segundo hombre de importancia en el escalafón de la dirigencia de Bandera Roja luego del camarada Gabriel Puerta, y con esa tierna sonrisa que le caracterizaba me dijo: “Estabas en la montaña de Campo Giles”. Inmediatamente, le respondí, valiéndome igualmente de una sonrisa: “Ustedes también estaban representados allá por el camarada Chino Barrientos”. Luego, como fue costumbre cuando llegué a verlo, conversamos sobre algunos tópicos de la política donde él era, sin duda alguna, muchísimo más preparado que yo porque, entre otras cosas, poseía un nivel de conocimientos muy superior al mío.

Hace unos pocos días, de paso por Mérida, el más grande entre los grandes y camarada muy querido por los estudiantes y los deportistas,  Antenor Guevara, me llamó para que fuera a un lugar a saludar a un viejo amigo y camarada. Fui hasta el sitio y la grande sorpresa es que allí estaba el camarada Chino Barrientos, ya no tan joven ciertamente, un poco gordo, y completamente calvo sin que en su juventud hubiese utilizado gomina para su cabello. Nos abrazamos y saludamos con mucho cariño e iniciamos una conversación sobre hechos como cuando nos vimos en Colombia y cometimos la estupidez de no saludarnos y no dialogar sobre la lucha política de la insurgencia, materia que nos interesaba conocer, tal vez, por igual. En medio de la conversación, precisamente, le pregunté por el camarada Armando Díaz y me dejó mudo al decirme que había muerto hacía, más o menos, dos años. Confieso que me dolió en el alma la muerte del camarada Armando Díaz.

En la mesa donde compartíamos la tertulia estaba otro camarada, sin duda meritorio, que hace juicio de valores con un radicalismo y sectarismo extremos, es de esos chavista fan áticos –y sin desmeritarlo para nada- que no permiten que otros sientan respeto por adversarios políticos, no aceptan que nadie contradiga sus palabras, y por si fuera poco es de esos camaradas que razonan como razonó la camarada Clara Zetkin: “Del adversario no debe tomarse en cuenta ni siquiera en lo que tiene la razón”. Tuvo la suerte, que cuando ella dijo eso ya Lenin no estaba vivo porque hubiese recibido una réplica de madre, padre y señor mío. Lo dicho por Clara Zetkin no tiene absolutamente nada que ver con el marxismo, doctrina que nace –por un lado- como fruto de la filosofía idealista alemana, de la economía burguesa inglesa y del socialismo utópico francés y –por el otro- de las luchas políticas, económicas e ideológicas del movimiento obrero europeo.

El radicalismo y el sectarismo, que parecen gemelos en la política y la ideología,  llevan a un extremo la ley de la negación de la negación. Se vuelven como un cuerpo y espíritu mitad materialista y mitad nihilista. Creen sólo es revolucionario y científico lo que dicen y todo lo que digan los demás les resulta contrarrevolucionario. No se interesan jamás por la lectura de lo escrito por quienes tienen por enemigos. Imaginémonos, por un segundo de tiempo exclusivamente, a Marx y Engels negándose a leer a los filósofos idealistas, a los economistas burgueses y a los socialistas utópicos de su época y de su pasado. Nada, absolutamente nada, de marxismo tendríamos como legado de esos dos eminentes sabios del siglo XIX. El marxismo, como arma teórica, es tan crítico como autocrítico. No niega a priori absolutamente nada. Todo lo somete a estudio, meditación, contemplación, reflexión y experimentación. Por eso es todopoderoso y exacto como lo dijo Lenin.

Hay algunos camaradas que en sus arremetidas de radicalismo y sectarismo recurren a una falsificación tal de la realidad que se hacen eco de esa terrible y macabra idea nazi de que una mentira mil veces dicha se transforma en verdad. De esa manera, un camarada nos dijo que lo camaradas Douglas Bravo, Francisco Prada, Gabriel Puerta y Armando Díaz eran miembros activos de la CIA, que recibían sacos de dólares por sus actividades políticas de oposición al gobierno del camarada Chávez. En verdad, cuesta ponerse a responder a algo tan farso como el dinero que carece de respaldo en oro y plata.

En lo particular, no comparto la posición política actual, por ejemplo, de Bandera Roja pero siento respeto por sus dirigentes y militantes como siento igualmente respeto por todos los adversarios del gobierno que preside el camarada Chávez y con éste me identifico y lo apoyo. Sentir respeto por las personas no significa compartir sus creencias ni tampoco negarse a luchar política e ideológicamente contra ellos. No soy de ese género de creyentes del marxismo que consideran que sólo los comunistas tienen una visión de mundo perfecta, que nunc a se equivocan, que son los únicos con potestad de hacer revolución. Pienso que en el respeto a las ideas de otros, aunque muy reaccionarios sean, está parte de la garantía del triunfo de una causa, porque así ni se subestima a las fuerzas contrarias ni se sobrestima a las fuerzas propias. Jamás me prestaría para levantar calumnias a personas por muy enemigas que sean del ideal que profeso o de la postura política que tenga en un determinado momento aunque sea un deber luchar contra ellas. Creo que el camarada Chino Barrientos piensa igual.

Me atrevo a decir, independiente de la posición política que mantienen las organizaciones políticas Bandera Roja y Tercer Camino en relación con el gobierno del camarada Chávez y que creo no es correcta y sin dármela de dueño de la verdad concreta, que en caso de una invasión imperialista al territorio venezolano veremos, por lo menos, a la inmensa mayoría de sus dirigentes (incluyendo a Gabriel Puerta, a Douglas Bravo y Francisco Prada y a pesar de sus edades) y militantes alzar bien alto las armas de la guerra revolucionaria para expulsar a los impostores que con sus bayonetas caladas y bombas sofisticadas vengan a expropiarnos o robarnos el país. Por favor: no me descuarticen ni me lleven a la guillotina quienes estando con el proceso bolivariano no crean en lo que escribo. Simplemente: siento respeto por los seres humanos, aunque odio al imperialismo y a la burguesía, estén donde estén pero eso no me justifica para que odie personalmente a nadie. Este, según Freud y también lo dice Trotsky (el personaje histórico y revolucionario que más admiro), es muy mal consejero.

Mi respeto y mi profundo lamento por la muerte del camarada Armando Díaz, aunque haya adversado al gobierno que apoyo y con el cual me solidarizo: el del camarada Chávez.



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Freddy Yépez


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