En su análisis parte de esta idea básica: “Nuestro partido se apoya en dos clases y por eso es posible su inestabilidad y sería inevitable su caída si estas dos clases no pudieran llegar a un acuerdo”. Las dos clases eran la clase obrera y el campesinado y dentro de este contexto procede a enjuiciar las cualidades personales de los más destacados miembros del Comité Central, así como proponer la ampliación del organismo con hombres de la clase obrera, para conjurar el peligro.
De Bujarin dice que es “un valiosísimo y notable teórico”; que, además, “se le considera legítimamente el favorito de todo el partido; pero sus concepciones teóricas muy difícilmente pueden calificarse de enteramente marxistas, pues hay en él algo escolástico (jamás ha estudiado y creo que jamás ha entendido por completo la dialéctica)”. Bujarin era el autor del libro “El ABC del comunismo”, quizás el más difundido en la época. Fue el encargado de la atención de Lenin durante su enfermedad, por lo tanto el de mayor contacto con el mismo. No obstante, deja la posibilidad de que Bujarin corrija su “unilateral formación”.
Sobre Trotski afirma que “personalmente, quizás sea el hombre más capaz del actual Comité Central, pero está demasiado ensoberbecido y demasiado atraído por el aspecto puramente administrativo de los asuntos”. Afirma asimismo que “el camarada Stalin, llegado a Secretario General, ha concentrado en sus manos un poder inmenso, y no estoy seguro que siempre sepa utilizarlo con la suficiente prudencia”. En el suplemento a esa carta, considera la necesidad de nombrar para ese cargo “a otro hombre que se diferencie del camarada Stalin en todos los demás aspectos sólo por una ventaja, a saber: que sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento con los camaradas, menos caprichoso, etc.”.
Es impresionante la capacidad de Lenin para prever los futuros peligros: “yo creo que lo fundamental en el problema de la estabilidad, desde este punto de vista, son tales miembros del Comité Central como Stalin y Trotski”. Proponía Lenin la ampliación del Comité Central con un número de obreros de hasta 100, obreros que no ocuparan cargos en los soviets y estuvieran en contacto permanente con la clase obrera y el campesinado.
Lo que sobrevino después confirma las previsiones de Lenin. Desde muy temprano, la Unión Soviética vivió confrontaciones que necesariamente generaban traumas no sólo a nivel del partido sino en toda la sociedad y en el comunismo internacional.
El derrumbe final tenemos que enfocarlo como el resultado de fenómenos que se venían gestando desde hacía mucho tiempo. La profundidad de la revolución en 1917, la transformación operada en la estructura de la sociedad rusa y demás países integrantes de la URSS, el brillante triunfo en la guerra civil con intervención directa de todas las potencias capitalistas de la época; la victoria en la Segunda Guerra Mundial, cuyo peso principal lo llevó el Ejército Rojo, todo ello nos está diciendo que las causas del derrumbe hay que buscarlas en los problemas internos del partido y la manera equivocada de abordar los problemas sociales.
Se ha hablado de la tragedia de Lenin, que de manera tan exacta supo analizar los problemas de la dirección dentro del marco de la lucha de clases y su impotencia para superar esos problemas. Él era un hombre de acción y la enfermedad debía generarle inmensos sufrimientos por no poder participar directamente en la lucha.
En definitiva, la tragedia de Lenin fue una tragedia de la revolución mundial y de toda la humanidad.