Como
la excelente producción cinematográfica de Robert Aldrich en 1967, que
se tituló Los Doce del Patíbulo y donde Lee Marvin descolla en actuación
como el atrevido Mayor Reisman del ejercito gringo, la actual política nacional, en lo referente a quienes desde la izquierda tradicional tuvieron acción para luego sucumbir de hinojo a las pantorrillas de la derecha también tradicional, tiene sus mas fulgurantes siete actores que en ese torpe trajinar se han destacado. La
misión de los doce del patíbulo fue interceptar un tren y liquidar a
sus objetivos nazis, mientras la misión hoy de los siete, sería decapitar el desarrollo de la acción revolucionaria, desde donde al parecer procedían. Teodoro
y Pablo, bien pudieran ser los protagonistas de una película, cuya
trama seria construida, no desde el patíbulo a la misión, como el famoso film de los años sesenta, sino desde la misión al patíbulo político donde irremediablemente irían a parar. Henry e Ismael, se desarrollarían en perfecta trama donde la traición los abrumaría permanentemente y a lo largo de la misión estarían pensando con dilatada astucia cómo salirse del paquete sin producir mayores riesgos a sus acomodos personales. Andrés
y Albornoz, cortados con la misma tijera para emprender la misión,
serian los mas connotados personajes propios para el fino y cínico humor
por lo cual se lucieran
dos o tres de los mas simpáticos comediantes de la inolvidable película
de Aldrich. A Américo, le resultaría de etiqueta ese papelazo que
desarrolla un patibulario actor y que levanta en actividad permanente,
la idea de conspirar contra sus superiores de mando. Con estos siete
personajes bien podría conformarse el escenario que aproximaría el
libreto de la vieja película donde la suerte y mala jugada de la guerra
hicieran llamado a la improvisación prolongada. Como está ocurriendo en la actual coyuntura política, a los siete de ahora como a los doce de la película, se les pasó el tren de los objetivos, solo que ahora seria muy difícil usar la improvisación para los logros políticos que pretenden alcanzar los siete. El libreto que hoy se osaría presentar, alcanzaría laureles fílmicos como el de ayer, si se lograra encontrar un similar a la talladura de Lee Marvin
y que por las diferencias mil, es muy difícil endosárselo a quien hoy
marca en candidato la acción contrarrevolucionaria rumbo al 7-O. Y transferírselo a Miquilena es traumático. Ya ese sólo hecho marca un intenso contraste entre ambas situaciones. Porque para completar los doce, cinco mas sin mayores exploraciones se podrían encontrar. Sólo que,
por cada uno mas, que se aliste para ese libreto, millones de actores
estarán prestos para imposibilitar la terrible misión que sean siete o
sean doce, se habrían propuesto adelantar. Y así, como el Mayor Reisman, de
la afamada película, se cansa en ella de expresar que quienes fallen
en la misión les esperará de nuevo el patíbulo, esta vez aquí, el
patíbulo político es inminente para los que siendo siete o siendo doce,
tienen la derrota pintada en octubre.