Sé que opiniones como la que voy a emitir en este artículo, con toda la responsabilidad del caso, producen debate. Pero es mejor escribir las cosas, en las coyunturas precisas, para dejar testimonio, después nadie podrá decir que no se dijo y quien lo haya hecho tendrá la oportunidad de autocriticarse por lo equivocado del análisis, si ese fuera el caso. Me voy a referir a la expresión “Chávez es la Revolución”.
Las revoluciones, nos enseñan los grandes líderes y la historia misma, no son el resultado de la decisión personal de alguien o de grupos. Las revoluciones resultan de una coyuntura, de una síntesis histórica, de un acumulado de procesos sociales, en la cual las contradicciones entre la clase explotadora y la explotada supera el límite de aguante de la segunda; es el momento histórico en el que los explotados adquieren conciencia (objetivan su realidad) de su condición, no sólo de oprimidos, sino también de que son más que los opresores. Pero también el momento en que adquieren conciencia de la necesidad de organizarse en función de objetivos políticos, de un programa de lucha en el que, inicialmente, prevalece la conquista de reivindicaciones materiales. Y es al calor de de ese proceso de concienciación colectiva, de donde surgen los líderes; estos son los seres humanos (¡Y resalto eso: SERES HUMANOS!) que con mejor y mayor claridad saben interpretar ese momento histórico. Mao, Fidel, El Che, Ho Chi Min, Zamora, Ortega, Lenin, Bolívar, Chávez, son ejemplo de esos extraordinarios seres humanos. Sin 1989 no hay Chávez de 1992. Él ha comprendido perfectamente eso, tanto que siempre nos dice: “sólo soy una débil paja arrastrada por el huracán revolucionario”.
La burguesía también entiende ese fenómeno; por esa razón busca siempre la manera de “marmolizar” a los líderes o convertirlos en mercancía. A Bolívar, por ejemplo, lo volvieron estatua de mármol, lo insertaron en el ideario colectivo como un ser casi divino, físicamente más alto y corpulento de lo que era, de fino rostro, sobre un caballo de feroz estampa, etc., es decir, un ser irrepetible, como han hecho con Cristo. Nunca existirá otro Cristo porque ya no hay Espíritu Santo que venga, en nombre del Creador, a preñar a una doncella.
Un ejemplo de mercantilización típico es El Che, a quien convirtieron en franela, es decir, lo devaluaron al nivel de una prenda de vestir, lo asociaron a la tergiversación del movimiento hippie, a quienes fumaban marihuana y hacían rock and roll. A este género musical también lo mercantilizaron.
Debemos a Chávez el haber cambiado esa percepción de Bolívar que los historiadores de la “historia interesada” nos inculcaron desde la escuela. Hoy sentimos a Bolívar más nuestro, y ahora con mayor fuerza al conocer su real rostro, más indio, más negro, más lo que en realidad somos.
Si todo eso lo hemos aprendido de nuestro líder, ¿por qué algunos se empeñan en negar el proceso de transformación que viene transitando el pueblo? ¿por qué pretenden que veamos a Chávez como eso que él no quiere ser? ¿por qué algunos, en nombre de una lealtad que visten de enajenación revolucionaria, quieren que veamos a Chávez como irrepetible, ajeno, diferente a su pueblo? Creo que esa visión no ayuda en nada al liderazgo de Chávez, al contrario, lo debilita. Es así como viene adquiriendo fuerza la idea de que sin Chávez no hay revolución. ¿Y entonces? ¿De qué ha valido tanta lucha, muertos, sacrificios, confrontación durante estos 14 años, las propias enseñanzas de Chávez?
Nadie niega el liderazgo de Chávez, menos su indiscutible necesidad para la Revolución Bolivariana en la actual síntesis histórica. Pero esa legitimación no debe conducirnos a negar que la gente pueda, a partir de su ejemplo y prédica, ser irreverentes en el debate, porque sería negar cuánto se ha sembrado en la conciencia colectiva la revolución. Chávez no es LA Revolución; Chávez es Revolución, él ha trascendido de sí mismo, se ha hecho pueblo, muchos Chávez. De ahí la fuerza de este proceso, garantía de su consolidación en el devenir.
No permitamos que a Chávez lo “marmolicen”, lo hagan divino, irrepetible; si ello ocurre la Revolución, la vida propia que ella tiene, no tendrá esperanzas por sí misma. La existencia de Chávez es para mostrarnos y guiarnos en lo que debe ser y hacer un líder bajo unas determinadas circunstancias históricas; que mejor ejemplo que la Revolución Cubana, no sucumbió con la desaparición de la Unión Soviética, ni se debilitó por la nueva tarea que asumió Fidel, cuando muera Fidel no morirá la Revolución Cubana porque el pueblo cubano se hizo Fidel. Trabajemos para que el pueblo venezolano se haga Chávez, no matemos su irreverencia, no castremos el sentimiento del 89 ni el del 92, meno el del 99, el de 2002; no enajenemos al pueblo; continuemos elevando su conciencia revolucionaria, es el mejor tributo y reconocimiento que debemos brindar al extraordinario liderazgo del Camarada Presidente. Oigamos del pueblo no sólo su palabra, sino más allá de ella, su contenido, su sentimiento, ¿o es que acaso la Revolución no se nutre de las lecciones del pueblo? ¿El 2002 no nos enseñó nada?
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