Henrique Capriles ha dicho: “Nosotros tenemos un plan y sabemos como llevarlo”, propuesta cuya versión electrónica es presentada en 32 páginas, escritas en letra arial, tamaño 14, a doble espacio, con la intención de darle una mayor extensión. Plan con el que, como hemos dicho en entregas anteriores, se propone regresar a Venezuela al pasado neoliberal de los años ochenta y noventa de la centuria pasada que, como se recordará, fueron las décadas más oscuras y nefastas vividas por Venezuela a lo largo de sus 211 años de vida republicana. Programa de gobierno en el cual se repite de manera excesiva la palabra progreso, asociándola a la racionalidad medio-fin, se concibe la vida como un acto mecánico, determinado por la transición de sucesivas etapas, con lo cual el venezolano es deshumanizado, es convertido en un objeto de manera absoluta.
No otra cosa puede inferirse de la lectura y análisis de dicho programa. En él mismo sólo en una oportunidad se hace referencia al pueblo, cuando afirma que el suyo será “un gobierno puesto al servicio de las personas y que vea en la gente la voluntad del pueblo y no una excusa para emprender un proceso personalista”. Afirmación que no deja lugar a la duda, para Henrique Capriles el pueblo es un objeto, un ente abstracto, lo despoja de todos sus derechos, viola la Constitución Bolivariana al negarle su condición de sujeto fundamental en la construcción de la Democracia Participativa y protagónica y de la sociedad toda, principio éste que también es obviado en su propuesta programática.
Habla del progreso de manera inusitada, no logra definirlo mucho menos explicar como habrá de alcanzarse ya que, en su programa no hay ninguna referencia –léase bien- ninguna referencia, a la justicia social y a la distribución equitativa de la riqueza nacional, a la igualdad, la libertad y la felicidad del pueblo venezolano. En su programa de gobierno no se menciona para nada las palabras Patria y Nación, mucho menos al Libertador Simón Bolívar y demás padres libertadores. Para nada se hace referencia a la soberanía, la independencia y la libre determinación de nuestro país.
Mi estimado lector, ello no es ninguna casualidad ni un error involuntario. Simplemente no hace referencia a la justicia social, a la equidad, a la libertad, a la igualdad, a la felicidad, a la soberanía, a la independencia, a la Patria, a la Nación, al Padre Libertador, porque para él no son fundamentales para la acción de gobierno, no cree en ellos. Para él son conceptos sin importancia. Lo suyo es la absolutización del mercado, la riqueza sin importar su origen, el individualismo egoísta, el pensamiento único, la “democracia” sin pueblo, un país sumiso y dependiente de las potencias imperiales, su visión de la descentralización no es otra cosa que el desmembramiento del Estado y sus instituciones.
Concepción del progreso que tiene más de 500 años, la cual hoy es obsoleta, se derrumba en todas partes. Pretende construir una Venezuela a partir de sus escombros y cenizas. Henrique Capriles no ha logrado entender que sin pueblo no hay progreso. ¿a qué se deberá?
El autor es: Profesor ULA
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