La canalla no descansa

Es algo difícil asimilar los acontecimientos que se desarrollan en el planeta. La rabia y la tristeza son los sentimientos que perennemente nos apesadumbran y los más reiterados entre los navegantes del errabundo planeta azul, ante la inutilidad de nuestras acciones para que las cosas mejoren. Penosamente, es poco lo que podemos hacer frente la oprobiosa actuación de algunos seres que parecen no lamentarse ante el dolor ajeno. No hemos mejorado como seres humanos. Quizás esto tenga una razón: todavía la iniquidad, la envidia, el egoísmo, la ira, la ambición desmedida, la traición, el cinismo, la maledicencia, entre tantos de los vicios que mueven a los hombres y mujeres no parecen haberse superados, tal como si viviéramos en las sociedades primitivas o en la época del Medioevo. Todavía ciertos aviesos envenenan a sus enemigos como en la época de los reyes, aún los bellacos apuñalan a sus contrarios como hicieron con Julio César, incluso, se deshonra a nuestros héroes como hicieron con Simón Bolívar. Ahora, además de lo anterior, se cuenta con una maquinaria mediática para destruir y empañar un proyecto que tantos beneficios le da a los excluidos de siempre.

Es vergonzoso como los medios de comunicación privados se comportan ante la tragedia de Amuay: transforman la desgracia en una fiesta mediática. Actúan como el ave o la hiena carroñera que se alimenta de los despojos ajenos. El olor a podredumbre les despierta los bajos instintos para saciarse con la carne pútrida. No se ha terminado de apagar el fuego de la desgracia y sin embargo, algunos líderes de la derecha se solazan vilmente y otros, frente a los humeantes desechos, muestran una maligna sonrisa como señal del deleite. No quiero buscar un adjetivo que insulte a la señora María Corina Machado, porque todavía me quedan rasgos de caballerosidad que no me permite atentar contra la integridad de una dama, pero de seguro, sobran calificativos para señalar el lastimoso comportamiento de la referida, ante el dolor de los familiares de los trabajadores de PDVSA difuntos y el holocausto de algunos miembros de nuestra gloriosa Guardia Nacional Bolivariana. Quizás, como artera burguesa, todo lo mira en función de ganancias y pérdidas. Entre los restos materiales y humanos busca obtener excelentes réditos que le acreciente a la familia su mal habido capital.

No nos puede sorprender lo que está ocurriendo en Venezuela y más en un período electoral. Desde que mi comandante Hugo asumió el poder la canalla de la derecha no duerme. Parece que durante la oscuridad, al igual que los vampiros, los infames se reúnen en sus cubiles para trazar nefandos planes: impedir la continuación del proyecto socialista liderado por Chávez. Si nos remontamos a los muertos del puente Llaguno; a las pérdidas ocasionadas a la nación por la huelga petrolera; a los difuntos, consecuencias de ese malhadado paro; a las víctimas durante la efímera dictadura de Carmona el breve; al crimen de Danilo Anderson, a los sicariatos de cientos campesinos, quienes luchan por la posesión de la tierra; a la muerte por encargo de viarios líderes sindicales del PSUV, entre otros de los acontecimientos con tufo a muerte, no cuesta mucho pensar mal sobre lo que ocurrió en la refinería Amuay. Lamentablemente, con el triste saldo de pérdidas humanas y el aborrecible tratamiento de la noticia de los medios de comunicación privados. No cabe duda, estos estaban en sincronía con cierta desgracia que seguramente iba a suceder.

No soy experto en nada, incluso, ostento el título de doctor en ignorancia, dado que soy analfabeto en la mayoría de los conocimientos, pero estoy en capacidad de realizar algún análisis sobre ciertos sucesos históricos. Quién duda que los mejores aliados de Capriles, el candidato de la burguesía parásita de Venezuela, es la derecha internacional liderada por el Partido Popular español, el Departamento de Estado de EEUU y el sionismo internacional, todos ellos responsables de la debacle en la que está sumida Europa y el Medio Oriente. No podemos olvidar la invasión a Irak por los países de la OTAN, liderada por USA, bajo la falsa premisa de la posesión de de armas biológicas y químicas, algo que luego se descubrió que no tenía sustento alguno. Secuela de esta mentira, millones de muertos y una desestabilización política perenne en esta nación árabe. Lo mismo ocurrió con Afganistán, Libia y actualmente en Siria. Es descarada la intervención de EEUU, Francia, Alemania, Turquía y la Liga Árabe en los asuntos internos de Siria, sin importar los miles muertos, los desterrados y la destrucción de un patrimonio cultural como Damasco. Agreguemos, las víctimas de la franja de Gaza, como consecuencia del despojo de Palestina por parte del gobierno israelí con el apoyo de USA. Ante esto debemos detenernos a pensar, a reflexionar un poco y sacar nuestras propias conclusiones. Para estos infames los muertos, secuela de una incursión bélica, no son más que parte de una estadística. Qué les importa la defunción de unos cientos de venezolanos a cambio del supuesto triunfo de Capriles. La derecha de este país está coligada con aquellos ignominiosos de la política internacional, cuya aspiración es ponerle las garras a la faja petrolera del Orinoco en complicidad con los vende patria. Estos tunantes, en el supuesto negado de ganar las elecciones, les asegurará a los yaquis un crudo a siete dólares el barril, la privatización de PDVSA y la eliminación de las misiones sociales del proyecto socialista de mi comandante Hugo. No nos podemos dejar confundir ante la arremetida mediática, en esta guerra electoral nada ocurre por coincidencia, por lo general, hay varias razones que inspiran a los líderes de la oposición, entre las que se destacan la conspiración, la malevolencia y el terror.

Ciertamente, es casi imposible establecer comparaciones entre diferentes procesos históricos, sin embargo, en oportunidades es bueno recordar que el protagonista de estos hechos son siempre los mismos: los humanos con sus mismos vicios y virtudes. Por tal razón es factibles cotejar las conductas de los hombres y mujeres, aún en épocas diferentes. Permítanme hacerme eco de unas palabras de Julio César: “Mi salud debe ser preservada, no tanto por interés personal, como por necesidades políticas. Yo he disfrutado del poder y la fama. Si algo me sucede, el Estado no conocerá la paz y se verá empujado a guerras civiles en unas condiciones espantosas”. No se equivocó el aguerrido emperador, tras su vil asesinato, veintitrés puñaladas mortales, Roma se vio sumida a quince años de cruentas guerras intestinas. Mi intención no es comparar a César con mi comandante Hugo, si no el mensaje y en sentido profético de sus palabras. La reelección de Chávez asegura la tranquilidad y el sosiego de la patria, en caso contrario, los logros obtenidos en revolución se perderán y comenzará una época de tormentos que derivarán en las pérdidas humanas y materiales, un verdadero tsunami social. Para el 7 de octubre se declara la Misión Ch, que no es más que todos, quienes deseen patria, acudan masivamente a las urnas lectorales para ratificar a mi comandante Hugo. Una forma de impedir que la carroña mediática y la burguesía rastrera y chula más nunca vuelvan al poder. La canalla no duerme, debemos estar preparados. Se inicia el camino del no retorno.

enocsa_@hotmail.com


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Enoc Sánchez


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