El resplandor de las llamaradas desgarró el silencio de la noche y desde las sombras de las penumbras se escuchó el eco de la voz opositora que palpitaba agitada y llena de alegría, porque se iniciaba el fuego de la muerte en la refinería de Amuay. Comenzaba el ritual del evento esperado por la oposición venezolana que apostaba a las consecuencias inmediatas sobre los átomos y moléculas del actual escenario electoral venezolano. De inmediato sonaba estruendosa la música, sin canción ni letras, por la pantalla de Globovisión, que ya estaba en vivo y directo reseñando el evento esperado por ellos y que días previos había sido anunciado en palabras cruzadas de sus connotados dirigentes, que a través de susurros hablaban que algo “grande” iba a ocurrir.
De esa manera y como hienas impulsados por su naturaleza carroñera, muchos opositores salieron a despedazar el cuerpo de Pdvsa, órgano vital del Estado venezolano. La jugada parecía perfecta. Así, entre el filo de la media noche y el fragor de la madrugada, las sectas opositoras soplaban ráfagas de odio, señalando culpables a diestra y siniestra. Entre sorbos de café, afinaron el guión de la sentencia macabra: Chávez es el gran culpable “por haber despedido en el 2003 a más de veinte mil trabajadores de la industria petrolera, pertenecientes a la cantera de la meritocracia que acumulaban más trescientos mil años de experiencia, con postgrados y doctorados en carbono 14.
Mientras Capriles se encerraba durante dos días en el silencio de las sábanas, la tal “gente del petróleo” rebuznaba en el delirio de la maldad, insistiendo que era falta de mantenimiento por parte de la gran empresa petrolera. Voces iban y voces venían sin ningún argumento. En tanto, el Estado todo se activó, con el comandante Chávez a la cabeza, para dirigir las acciones y atender la emergencia. Se desplegaron sendas operaciones, de tipo social en primer lugar y las técnicas para apagar el fuego. Sin embargo, aún así el lanzafuegos opositor no cesaba y continuaron los ataques desmedidos contra el gobierno revolucionario, tanto así que algunas horas antes de extinguirse el fuego, la esposa del filósofo del Catatumbo, exclamaba victoriosa: les tengo una buena noticia, explotó un tercer tanque”.
El peligro no está conjurado. Hay que tener cuidado camaradas revolucionarios !alerta roja! La oposición está herida y deambula por los escenarios del caos. El evento esperado les salió por la culata y ahora nadie los detendrá en su escalada de violencia. La actitud asumida por los grupos opositores antes, durante y después de lo de Amuay, muestra las garras de su plan perverso, que no es otro que acabar con la revolución y y asesinar al presidente Chávez.
Es cuenta arriba para la oposición revertir su propia situación política, que de caras a las elecciones del mes octubre no atinan en ninguna estrategia electoral. El Estado venezolano debe investigar profundamente lo que ocurrió en Amuay porque según la opinión de expertos, podría “tratarse ser un acto de sabotaje de la oposición”. Desde este espacio decimos que en medio de la duda o de la certeza, la oposición luce sospechosa por su comportamiento, por su trayectoria y coordenadas de violencia demostradas con bombas, golpe de Estado, paro petrolero y guarimbas. El “evento esperado” los terminó de hundir en la derrota.
Politólogo
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