Los pueblos de diversas partes del mundo están despertando de los sueños o de las pesadillas a que los tienen sometidos los amos del gran capital. Estos por su parte responden utilizando cada vez más descaradamente la fuerza para tratar de conservar la supremacía.
Por estos lados, ignorando los cambios sucedidos en el país, el candidato de la burguesía venezolana trata de venderse a través de una vulgar campaña publicitaria como “chocolatito nuevo”.
Pero, como dicen los niños, la trampa sale. Capriles ha resultado una mala alternativa para apropiarse de nuestros recursos por la vía democrática. Es un producto sin gracia y tiene un pasado que no lo ayuda. Además y mucho más importante aún, no ha logrado ocultar las intenciones de Primero Justicia.
Ya los venezolanos conocen el alcance de su Programa de Gobierno así como las primeras medidas económicas que tomaría en caso de llegar a la Presidencia. Ahora saben que el “nuevo esquema petrolero y minero, desprovisto del ideologizante nacionalismo…” implica la entrega de la administración y la mayoría de los ingresos que generan esos sectores, a las corporaciones capitalistas trasnacionales.
Ahora entienden que sin control de esos ingresos no hay Misiones, ni subsidios a la gasolina, al transporte, a los alimentos, a la comida y a la vivienda, así como tampoco acceso al crédito. Entienden que la verdadera intención de Capriles es echar para atrás todo lo logrado, es reprivatizar la producción y distribución de bienes y servicios, es aprovechar en beneficio de unos pocos las inversiones hechas por el Gobierno en la ciudad y en el campo.
Ahora que resulta más que evidente que la oposición no tiene argumentos para ganar las elecciones, cabe preguntarse ¿Qué están tramando los golpistas apátridas para tomar el poder? No quiero pensarlo, pero estoy segura que fracasarán.
