Hay verdades que parecen mentiras, como es el caso de del existencia de metro cable para el disfrute de la gente de menos recursos o por ejemplo, la entrega, completamente gratis, de las “Canaimitas” a los niños de las escuelas de toda las regiones de Venezuela, o las consultas, sin pago alguno, en los CDI y los CAT, o el cobro puntual de la pensión de seguro nivelada con el salario mínimo, entre tantos de los increíbles beneficios que otorga la Revolución liderada por mi comandante Hugo. Aquellas son verdades que a los burgueses les parecen meras mentiras y les cuesta creer. De igual, modo, hay mentiras que pretende ser verdades, como son los ofrecimientos del Majunche Jalabola durante su infeliz campaña electoral. Es el caso de la oferta al país de un proyecto de salud, educación y vivienda similar al aplicado en el estado Bolivariano de Miranda durante su gestión de gobernador. Cuando todos los que residimos en dicho estado sabemos la inexistencia de tales planes y su nefasta gestión en esas materias. Así mismo, miente cuando afirma que no participó en el golpe de estado, ni que tampoco incitó y participó en el sabotaje petrolero, ni que tampoco forjó un documento militar y también niega que él rubricó el programa de gobierno de corte neoliberal elaborado por los “genios tecnócratas” contratados por la MUD. El mendaz candidato burgués miente de manera contumaz, descarada y los medios de desinformación privados pretenden trasformar esas mentiras en verdades. Pienso que detrás de la mentira hay cobardía y sobre los hombros de los cobardes descansa la piel de un chacal.
Pero hay mentiras que parecen mentiras y en este aspecto voy hacer ciertas reflexiones.
Conozco a una peluquera que trabaja en un centro comercial de una zona súper escuálida y en oportunidades nos sentamos a disfrutar de un café en un sitio de solaz. Ella, para descansar de sus arduas jornadas y yo, para enterarme de los últimos chimes de sus elegantes y aristócratas clientela. A manera de información, voy a contar sólo a tres chismes como elementos representativos de la calidad de cerebro de algunas de nuestras sublimes burguesas. Lamentablemente, es imposible expresar mediante la palabra escrita la forma de hablar de las adineradas, que muy bien imita mi amiga, que pareciera tener una papa encerrada en su caja de masticar. Veamos:
Chisme número uno: “Mira manita, mi hijo que es un chavista fanático, tiene en su cuarto un bombillo ahorrador y yo ni borracha paso desnuda frente a ese bicho. Yo no quiero que los espías cubanos me vean como Eva vivió en el Paraíso antes de pecar por culpa de la culebra. A mí me dijeron y yo lo creo, que esos bombillos están conectados, a través del satélite Simón Bolívar, a un centro de espionaje ubicado en Cuba dirigido por Raúl y Fidel”.
Chisme número dos: “Manita, ya yo sé la razón del porque los pobres votan siempre por Chávez. El innombrable con frecuencia viaja hacia la represa del Guri, vierte sobre sus aguas toneladas de una sustancia para hipnotizar a los pobres, como ellos son tan débiles porque no comen, cuando hay campaña electoral van como idiotizados a elegir a tu comandante”
Chime tres y el más nuevo: “Manita, viste lo más reciente que hizo tu comandante después de la tragedia de Amuay. Se llevó unas bolsas inmensas de plástico para recoger ese humo tóxico del incendio. Una vez que almacenó la humareda en miles de bolsas lo ligó con una sustancia dañina y la esparció por toda Caracas. Desafortunadamente, ese día llovió y le cayó encima a mucha gente y por eso tienen problemas respiratorios y digestivos. Manita tienes que cuidarte, tu comandante es un perro”.
Cuando escucho estos chimes lo disfruto a lo grande, porque me parece increíble que alguien con cerebro crea en tales barbaridades y peor aún, las repita. A estos chimes es lo que yo llamo mentiras, que aunque se adornen o edulcoren siempre serán mentiras. Lamentablemente, a este grupo de personas es a quien llega el mensaje del Jalabola Majunche. Sus embustes, como que la gente del Este tiene problema respiratorios por culpa de las concreteras que están operando en la construcción del futuro parque Simón Bolívar, son repetidas una que otra vez en las peluquerías, en los súper mercados, en los cafés, en los spa, en las salas de espera de la clínica del cirujano plástico, en los restaurantes de lujo y de moda, en las zona donde se reúnen las señoras en espera que sus hijos salgan del kárate, en los gimnasios, en los té canastas, a la salida de las iglesias y en todos los lugares donde las aristócratas hacen vida “productiva”, en una país donde no se puede vivir por culpa de Chávez y donde nuestra moneda no vale nada.
Lo anterior, aunque parece tomado de una tragicomedia es la pura verdad, sólo adornado con ciertas palabras para digerirla mejor. Pero lo preocupante es que esas familias son las dueñas del dinero y financian la campaña del Majunche Jalabolas para que, en caso negado, el candidato de AD y Copei gane las elecciones, continúen dividiéndose el país para su propio beneficio, tal como lo hicieron durante la Cuarta República.
Voy hacer mías palabras del poeta cubano José Martí en una crónica del diario “La Nación” bonaerense. “Estamos en plena lucha de capitalistas y obreros. Para los primeros son el crédito de los Bancos, las esperas de los acreedores, los plazos de los vendedores, las cuentas de fin de año. Para el obrero es la cuenta diaria, la necesidad urgente e inaplazable, la mujer y el hijo que comen por la tarde lo que el pobre trabajó para ellos en la mañana. Y el capitalista holgado constriñe al pobre obrero a trabajar a precio ruin…” y escribe más adelante “Indigna el abestiamiento de unos hombre en aprovechamiento de otros…” A esos capitalistas, que bien describe el insigne bardo cubano en su artículo, pertenece el candidato de la derecha, el empleador, quien con un programa neoliberal, que cobardemente niega, pretende acabar con los logros de la Revolución.
El 7 de octubre, no es la última la batalla contra los capitalistas, después de la reelección de mi comandante Hugo seguirá la lucha, porque la canalla no descansa. Nosotros, los olvidados de siempre, tenemos múltiples razones para que los burgueses apátridas y rastreros más nunca detenten el poder. Más nunca volverán… está escrito. Es el camino del no retorno, tal como afirma Hugo.
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