Estamos cada vez más cerca de las elecciones presidenciales en Venezuela y todo indica, sobre todo las encuestas de opinión -en su mayoría no afectas al chavismo-, que el hoy presidente legítimo, Hugo Chávez Frías, tiene las mayores posibilidades de ser reelegido por seis años más. Lo único que puede evitar que ello finalmente sea así es que suceda un hecho extraordinario que impida el normal desarrollo del evento electoral. Es decir, con civismo y en paz como se ha logrado hasta ahora, a pesar de todos lo intentos de los enemigos internos y externos de la revolución bolivariana para evitar que así sea.
El Gobierno Nacional, previendo estas posibilidades, ha ordenado a la Fuerza Armada Bolivariana (FANB) a reforzar la vigilancia en sistemas claves para la realización normal del crucial evento electoral, tale como el resguardo de instalaciones de generación y distribución eléctricas claves en todo el país.
Por su parte, sectores de la opinión pública nacional han venido denunciando que algunos sectores de oposición derechista venezolana han anunciado su disposición a dar resultados electorales antes de que lo haga el organismo comicial autorizado exclusivamente por la legislación venezolana para ello, el Consejo Nacional Electoral.
Imaginemos que la oposición lleve adelante este acción ilegal y que la misma sea difundida mediáticamente de manera intensa a nivel tanto nacional como internacional por cadenas informativas adversas a la reelección de actual mandatario venezolano; pudiésemos estar hablando de que tanto un bando como el otro se lanzarán a la calle a defender el triunfo de su candidato, pudiendo presentarse incidentes callejeros, de lo cual las y los venezolanos ya tienen lamentables antecedentes en el período 2003-2004.
En ese lapso, sectores de extrema derecha venezolanos llevaron a cabo el cierre de de calles y avenidas de Caracas y otras ciudades del país con todo tipo de obstáculos, y se enfrentaron durante varios días a las fuerzas del orden público en lo que fue conocido como las "guarimbas", término que hace alusión a la disposición planificada de sediciosos, o desestabilizadores de oficio, de escondites de cauchos y combustible inflamable (gasolina u otros) para generar incendios, caos y miedo en la población, pero además también esconder armas de fuego y explosivos a ser utilizados.
En este mismo orden de ideas, no otra manera de actuar fue la que se hizo pública y notoria posterior a las elecciones primarias para la escogencia del candidato derechista venezolano, y en la que resultó electo el acaudalado empresario Henrique Capriles Radonski, cuando ante reclamos de precandidatos candidatos a alcaldías -también escogidos en esa oportunidad- por presunto fraude electoral en su contra y la exigencia de reconteo de votos, sectores de esa misma oposición procedieron a quemar los cuadernos electorales antes del plazo fijado para ello por la llamada comisión electoral de la llamada Mesa de la Unidad Democrática, presidida por la derechista Teresa Albánez.
Se creaba así un peligroso precedente para el mantenimiento de la paz social, sobre todo luego de que los medios privados de difusión se dedicaran a repetir insistentemente las imágenes de la quema de los cuadernos electorales en diversos puntos del país por exaltados militantes derechistas, quienes así se negaban a cumplir el mandato del Tribunal Supremo de Justicia.
Más recientemente estos mismos medios privados de difusión le dieron un peligroso tratamiento a los hechos desencadenados en la localidad de Puerto Cabello en el centro del país, al presentar a supuestos bandos antagónicos, derechistas y bolivarianos, enfrentándose a piedras en plena vía pública; hecho que fue denunciado por el alcalde de la ciudad, Lacava, como una provocación montada por el gobernador derechista Henrique Salas Feo y el mismo candidato presidencial Henrique Capriles Radonski y su comando, presidido por el también derechista de línea dura, Leopoldo López, cuya imagen al frente de las llamadas "guarimbas" en el municipio donde ejercía para ese momento de alcalde, le dio la vuelta al mundo.
Lacava, dijo poseer pruebas de que funcionarios policiales de la gobernación de el estado de Carabobo, salas Feo, fueron filmados y fotografiados vistiendo franelas rojas identificativas de los seguidores del presidente Chávez unos, mientras otros portaban franelas alusivas al candidato derechista, Henrique Capriles Radonski, en el momento de iniciarse el supuesto enfrentamiento. También fueron vistos jóvenes portando franelas negras de la organización internacional de extrema derecha "Otpor" y con las siglas de su capítulo en Venezuela: JAVU (Juventud Activa Venezuela Unida), ambas, como ha sido denunciado, financiadas de manera encubierta por la Central de Inteligencia Americana (CIA).
Necesario es entonces alertar, ante todo este recuento de situaciones ya ocurridas en Venezuela, que pudiésemos estar en presencia de un clima electoral de violencia que viene siendo creado desde hace meses, por no decir años -desde la llegada del presidente Chávez al poder en 1998-, por una insistente y sostenida operación de guerra psicológica, o mediática, dirigida a desestabilizar la institucionalidad democrática venezolana, la cual en ese lapso ha sido a sometida a unas 13 pruebas electorales, respetándose en cada oportunidad la soberanía política de las y los electores, a la vez que su decisión mayoritaria.
Para gran parte de las y los venezolanos, estos temores se acrecientan al observar como los sectores de derecha agrupados en la MUD, así como su candidato Henrique Capriles Radonski, se niegan a reconocer públicamente los resultados electorales que dará el Consejo Nacional Electoral si les son adversos y a gritar fraude, y cuya credibilidad ha venido siendo dinamitada por la guerra mediática nacional e internacional, también de manera sostenida, a pesar del reconocimiento internacional de que goza, en particular el que le hiciese el prestigioso Centro Carter, que, por cierto, vale la pena preguntarse por qué no estará presente el 7 de octubre en nuestro país como ya lo ha anunciado. ¿No les parece extraño?
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