¿Dos Programas?... ¡definitivamente son dos modelos!

Para nada debe extrañarnos los objetivos y estrategias contenidos en el programa que los sesudos asesores neoliberales han formulado y que sería aplicable en un eventual gobierno de la mal llamada Unidad Democrática, a fin de poner a Venezuela “a tono con el progreso” de la infelicidad social y económica que atraviesan Europa y USA desde 2007, la que actualmente se encuentra en la fase más aguda de la cíclica crisis capitalista que Marx visualizó y modeló en el Tomo III de su obra “El Capital”([1]), cuya vigencia después de casi 150 años es incuestionable aunque algunos compatriotas oposicionistas crean que apuestan a lo “nuevo”.

Necesario es reflexionar en torno al susodicho programa-paquete pues algunos compatriotas están confiando ingenuamente en las demagógicas promesas de un muchachón que acaba de regresar a Venezuela, país que sólo conocía por referencia pues su infancia, adolescencia y primera juventud la vivió más en USA que en Caracas, que dicho sea de paso, es aparentemente la única ciudad venezolana que conocía hasta el día en que se le antojó ser Presidente de la República (como cualquier otro juego de niño rico), fecha en que inició una “excursión de descubrimiento” por los pueblitos y estados del país, junto a un “amigo imaginario” que en todos los lugares le habla de cosas que dizque hacen falta, aunque ya hayan sido construidas por la Revolución Bolivariana.

He allí una primera gran diferencia entre las dos propuestas para gobernar a Venezuela: Una de ellas basada en Objetivos Históricos para alcanzar el desarrollo integral endógeno hacia el futuro, mediante la construcción colectiva de una nueva relación subjetividad-objetividad. Otra que asume la ahistoricidad en tanto “desvinculación del sujeto en relación al tiempo-espacio” (Astudillo, 2010)[2], que se basa en un salto atrás y sustenta el “progreso” en un modelo absolutamente desarraigado del país, de lo geográfico-territorial, de la cultura y memoria del pueblo con sus legítimas aspiraciones de buen vivir.

Quienes tenemos suficiente edad y memoria como para recordar las convulsionadas décadas de los ´80 y ´90 que nos tocó vivir como estudiantes y/o profesionales universitarios recién graduados, iniciando nuestras carreras laborales y familias, comprendemos lo que sufren los jóvenes estudiantes, profesionales, trabajadores, madres y padres de familia estadounidenses y europeos en estos momentos en que les aplican los paquetazos del modelo neoliberal.

Las venezolanas y venezolanos que vivimos la eliminación de los subsidios a la agricultura, a la educación, a la salud, la liberación de los precios e importaciones, la privatización de los servicios públicos y el consecuente encarecimiento de los mismos, la “congelación” de los sueldos y salarios, la reducción drástica de los cargos públicos, la eliminación de la retroactividad en las prestaciones sociales, la privatización parcial de las universidades y centros de salud, entre otras perlas neoliberales, no podemos menos que horrorizarnos al imaginarnos un eventual gobierno del muchachón que intenta recurrir nuevamente al Fondo Monetario Internacional (FMI)-Banco Mundial (BM) para endeudarnos sin necesidad, mientras privatiza las ganancias de PDVSA, CANTV, CADAFE y otras empresas del Estado, eliminando el control cambiario para que sus panas ricos se lleven al exterior los dólares de nuestras exportaciones petroleras y nos regresan al 70,8% de pobreza que ostentábamos en 1996.

Esta es otra gran diferencia entre los dos programas propuestos: Uno orientando la Economía Social al bienestar colectivo, aplicando políticas económicas para la suprema felicidad social, entendida ésta como el mejoramiento en el nivel y calidad de vida de la gente. Otro basado en la Economía Capitalista neoliberal, cuya principal política económica es la no intervención del Estado en la economía, dejando todo al “libre juego” de la oferta y la demanda, juego macabro que los economistas conocemos muy bien, pues se trata de un modelo teórico inventado para que el pez grande se coma el pequeño y, como hemos dicho en otras ocasiones, el pueblo de a pie debe entender que constituye sólo una trampa cazabobos.

Asimismo creemos necesario desmontar las matrices mediáticas que todavía emboban a algunos compatriotas de la clase popular y media oposicionista, a quienes muestran un país triste, corrupto y en desidia, fenómenos que aún perviven en nuestro país aunque en menor cuantía y profundidad que en los gobiernos de Herrera, Lusinchi y/o Carlos Andrés Pérez, lo cual debemos combatir sin descanso ni temor y con mayor fervor cada día, pues constituyen verdaderas patologías sociales que nos destruyen las esperanzas, el futuro y por ende la felicidad, tanto o más que el consumo de drogas, la violencia y la inseguridad.

No obstante, quienes por cualquier razón hemos recorrido la hermosa geografía venezolana antes y después de 1999, damos testimonio de las grandes transformaciones y avances existentes por todas partes en vivienda, vialidad, vías férreas, educación, salud, servicios públicos, producción agrícola, industrial y comercial, entre otras. Bástese con ver las colas de vehículos de carga, de pasajeros y particulares en las autopistas y carreteras para tener un certero indicador de que la economía ha mejorado integralmente y las personas disfrutan sus beneficios, pues esos productos van a ser comprados por alguien, de lo contrario ningún empresario invertiría en mercancías ni en vehículos. Asimismo las personas que viajan pagan pasaje, hospedaje, alimentación y diversión, igual quienes viajan en sus vehículos propios.

Finalmente mientras una de las propuestas se expone al debate público, se abre a recibir críticas y aportes en construcción colectiva e incluyente, el otro intenta pasar por debajo de la mesa, escondido y reservado sólo al cogollo de la Mesa de la Unidad, que de unidad no tiene nada y si no pregúntenle a Juan C. Caldera, William Ojeda y otros “unidos” que ahora están fuñidos por su propio modelo…

Por eso decimos: más allá de dos candidatos presentando dos programas, se trata definitivamente de Dos Modelos…!

(*) Economista Agrícola.

Profesor de la UPT “Argelia Laya”


[1]() Marx, K. El Capital III: 213-263; Fond. Cult. Económica, 2ª ed. 1959, México.

[2] En: http://franciscoastudillop.blogspot.com/2010/04/la-ahistoricidad.html



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Albano A Zambrano

Economista Agrícola. Profesor de la UPT ?Argelia Laya?

 albanozam@hotmail.com

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