Siempre he tenido la convicción de que las y los revolucionarios no le hacen a terceros la revolución de la que participan. De ser así, se trataría de un acto de filantropía y no de una revolución.
El comentario precedente viene al caso porque nuestra revolución del siglo XXI, en Venezuela, es totalmente en paz y mediada por múltiples elecciones democráticas, en las que el pueblo participa activa y ampliamente, a la vez que es protagonista de sus procesos.
De allí que, entonces, a la hora de votar, el venidero domingo 7 de Octubre, quienes lo hacemos por el candidato de la Patria, quienes votamos por Hugo Chávez, quienes votamos por la revolución, por la independencia definitiva y la construcción del socialismo, lo estamos haciendo por nosotros mismos.
No es descabellado ni egocéntrico decir, por parte del líder de nuestra revolución, que "ya yo no soy Chávez: ¡Chávez eres tú, muchacha... Chávez eres tú, muchacho... Chávez es un pueblo!". Y es que este proceso libertario y liberador que se desarrolla en Venezuela, ha conseguido transferir a Hugo Chávez la potestad de ejercer la Presidencia de la República, expresando el poder del pueblo. Somos Chávez porque Chávez es el liderazgo de clase del proletariado, de las trabajadoras y trabajadores, del pueblo, y lo ejerce obedeciendo a éste!
Ahora bien, si a Hugo Chávez lo compromete -como lo demuestra y nos consta a todos y todas- saberse pueblo, para el ejercicio de su liderazgo y de sus funciones como Presidente de la República y también del partido (Psuv), para el pueblo también debe ser un alto compromiso de reciprocidad, el saberse Chávez.
Hugo Chávez ha sido, desde su aparición pública en 1992 como jefe de la rebelión del pueblo en armas dentro del ejército, un comprometido revolucionario que se ha comportado consecuente con sus orígenes de clase y que jamás los ha traicionado, pese a las múltiples presiones a las que ha sido sometido por parte de diferentes agentes imperiales y oligárquicos.
Ahora, el pueblo que es Chávez y que está encarnado en cada uno de nosotros, también está obligado en palabra y actos a ser consecuente con el compromiso revolucionario de hacer la revolución. Por tanto, no podemos dejar solo al comandante en el compromiso de hacer la revolución, de lograr nuestra definitiva independencia y de construir la Patria socialista.
El acto más cercano que en esta coyuntura nos compromete es el vencer en la Batalla de Carabobo este 7 de Octubre, acudiendo a votar bien temprano por Hugo Chávez, y permaneciendo en las calles para la defensa de nuestros votos revolucionarios.