Después del 7 ¿Qué?

No quedándome ninguna duda sobre el triunfo de Chávez en la elección presidencial del 7 de octubre, se abren una serie de interrogantes e incertidumbres sobre el rumbo del proceso liderado por el presidente desde su primer triunfo en 1998.

El propio Chávez ha destacado la necesidad de mejorar aspectos cardinales de la gestión pública y del proceso revolucionario que se ensaya en nuestro país. Se habla de profundizar el proceso de cambios iniciado a partir de la constituyente de 1999, y se esboza de manera teórica los puntos principales de esa necesaria profundización, están explicados en 5 grandes temas en el programa de gobierno de la revolución para el próximo período presidencial.

Superado el reto electoral del 7 de octubre el chavismo seguirá enfrentando grandes enemigos, que a estas alturas se hacen notables y han impedido que una verdadera revolución se abra paso. Esos enemigos se encuentran fuertemente entrelazados en relación de codependencia: La ineficiencia en la gestión gubernamental, el burocratismo exacerbado en todos los niveles y la corrupción grosera y ostentosa de funcionarios altos y medios, causando desazón y desesperanza en el pueblo de a pie, mucho más politizado y sensibilizado en la actualidad.

Desesperan las incongruencias entre el discurso del líder y la ejecutoria de las acciones planteadas, y a pesar de eso la mayoría sigue con el proceso debido a los logros en el área social, la inclusión de sectores históricamente olvidados, y la consecución de innegables avances no posibles en gobiernos pretéritos comprometidos ideológicamente con el coloniaje y el neoliberalismo. Desespera también la inacción para desterrar  los elementos perniciosos de la gestión pública, que para colmo se combinan con empresarios y grupos de oposición para juntos hacer desaguisados con el erario público. No por otra causa el tema de la corrupción no tuvo lugar preeminente en la campaña, la complicidad y el empastelamiento en ambos sectores en pugna no permitió que tal cosa ocurriera.

En un proceso que procura un cambio de carácter ideológico en la sociedad debe haber partidos que trabajen en ese sentido, en la formación de cuadros comprometidos, en la construcción de liderazgos a todo nivel, que aporten el carácter formador y transformador que le de sustento a la acción de gobierno. Lamentablemente esta tarea no se ha cumplido, el PSUV es la muestra de lo que no es un partido revolucionario, el proceso de “adequización” sufrido lo dejó convertido en una simple maquinaria electoral, copia de las que nos acostumbraron en la cuarta república. El triunfo de Chávez se debe a la identificación del pueblo con su pensamiento, su discurso y a los cambios logrados a lo largo de estos años, con todas las quejas y defectos que llevan consigo, el triunfo se logra no por el PSUV sino a pesar del mismo. Me temo que el proceso de descomposición interna del partido no aguanta soluciones tibias, al PSUV le hace falta su propia revolución.

El reto entonces es inmenso, implica continuar el enfrentamiento con la derecha identificada en el país y en el mundo en general, y también implica resolver el entuerto inmenso que se ha creado puertas adentros del chavismo. No está fácil la cosa, la gran ventaja está en que la mayoría sigue pensando que para atrás ni para coger impulso (no se comen eso de que Capriles representa algo nuevo, están claros que representa el retorno a la democracia puntofijista). No me preocupa tanto el domingo, me preocupa la necesidad de adecuar lo que viene luego, con honestidad, con inteligencia, sin sectarismos, con humildad y capacidad de rectificación oportuna.

cogorno1@gmail.com



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Arnaldo Cogorno M.


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