Ganó Chávez como se proyectó en todas las encuestas y la gran derrota no fue para escuálidos, ni siquiera para Capriles, sino para los medios de comunicación que perdieron la credibilidad de los opositores a Chávez. La oposición se quedó sin medios de comunicación con moral para hacer análisis de nada, pues los resultados del 7 de octubre demuestran que mintieron descaradamente. El domingo a tempranas horas hice una cola de dos horas en el líceo Los Olivos del municipio Caroní, uno de los sectores más antichavista del municipio. Las personas, en su mayoría jóvenes, estaban entusiastas y convencidas de que ganaba Capriles, seguramente la mayoría desconocía que los centros de votación en las parroquias de San Félix estaban abarrotados de afectos al presidente. ¿Por qué esa ignorancia?, porque los medios nunca reflejan esa información y esas personas de oposición, realmente creen que la realidad es el pequeño espacio que les rodea. Hablan de desempleo y no reconocen que la revolución redujo el desempleo de 14% a 7%. No se puede debatir políticamente con alguien que no acepte ningún logro del gobierno, no se puede hablar con nadie que no acepte la realidad y ello es responsabilidad de los medios de comunicación que han tergiversado los hechos de tal manera que ellos mismos se creen sus mentiras. La versión digital del diario el País mostraba una foto grande de Capriles destacando su talante democrático por aceptar la derrota, mientras que a Chávez lo mostraba chiquitico con un título sugiriendo que se eterniza en el poder. El País, ABC, CNN, RCN, Globovisión, El Nacional, Semana, medios de comunicación privados en Venezuela, Colombia, España, Estados Unidos y el resto del mundo neoliberal mienten para sostener un modelo económico que está enojando a los pueblos. Es una estupidez seguir creyendo en esos medios de comunicación que no informan sino que enferman.
La victoria de Chávez tiene un nuevo reto para el PSUV en las próximas elecciones, el panorama es alentador porque se ganó en estados como el Zulia y Carabobo, trincheras de la oposición. Pero existen dos enemigos peligrosos en la revolución, la ineficiencia y el sectarismo, dos factores que se han subestimado y han provocado el crecimiento del voto opositor y las trincheras anárquicas dentro de la revolución. Gobernante que siga pensando que sus errores pueden esconderse con el manto de la victoria de Chávez o que le basta ganar apoyado por un comité de focas, corre el riesgo de estrellarse con la realidad como le ha sucedido a los millones de seguidores de Capriles. Particularmente tengo optimismo porque la gestión mejora, a pesar de las críticas. Y estoy convencido de que si madura la idea del presidente de crear un Ministerio de Seguimiento y control, independientemente del nombre que se le asigne, va ayudar mucho a mejorar las gestión de gobierno. El sectarismo es más complicado, porque se disfraza de lealtad, se pudre con los parásitos mejor conocidos como ¨jalabolas¨ y tiende a crear divisiones irreconciliables que gestan el enemigo dentro de la revolución. Pero también soy optimista, porque en la medida que se eleve el nivel político y se profundice la transición de poder al pueblo, quienes practican el sectarismo serán víctimas de su propio ostracismo, aquella antigua ley de Grecia, en la que se escribía en secreto sobre una ostra quien debía ser desterrado sin debate alguno.
En todo caso, si el gran derrotado fueron los medios de comunicación y el periodismo sin ética, incluso las redes sociales fascistas, la gran victoria es para la revolución bolivariana que se propagará en toda Europa, porque la crisis se agrava y los pueblos buscarán ejemplos de cómo superar la misma. No debe extrañar que en España, Grecia, Italia, Portugal, incluso Estados Unidos sigan explorando en las ideas socialistas que le den contenido a esos movimientos sociales manifestando en las calles. Venezuela es vanguardia en la lucha contra el capitalismo, pero no es el único pueblo a la ofensiva y por eso están destinados a unirse. Más de un español debe estar gritando en Madrid ¡Viva Chavez!, aunque usted no lo crea, aunque los medios se nieguen a mostrarlo.
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