Al observar en estos días post 7-O el comportamiento público de la derecha venezolana, la pregunta que surge inmediatamente es, ¿qué estuviese pasando en las calles de Venezuela si en vez de una diferencia de un millo 600 mil votos, ésta hubiese sido de 800 mil votos, o sea de apenas 5 por ciento?,
La matriz de opinión en la que la mediática antibolivariana se ha montado después de las lecciones presidenciales, es precisamente la de poner en duda esa diferencia de 11 puntos entre la derecha y los bolivarianos; y de ahora en adelante le sacarán toda la punta posible - ¿se lo permitirán los bolivarianos?-, ello con la mira puesta en las elecciones regionales en lo inmediato, pero también mirando al 2019, pues ya a estas horas habrán sacado sus cuentas.
Haber pasado de 4 millones 200 mil votos en las presidenciales de 2006 a 6 millones 500 mil en las de 2012, significaría que cada día transcurrido en esos seis años la oposición sumó unos mil cincuenta votos a su “causa”.
Aun cuando ciertamente no es este un análisis riguroso, ni pretende serlo, los analistas del lado chavista deben estar ya hurgando en la realidad, en primer lugar, electoral, pues los mensajes propagandísticos diseñados tanto por un bando como el otro estuvieron dirigidos, esto es de Perogrullo decirlo, a poblaciones lectorales decisivas, como en el caso de los nuevos votantes.
Como lo han reflejado los resultados, la abstención se ubicó en un 19, 28 por ciento, lo que quiere decir que en comparación con las presidenciales de 2006, en estas elecciones un 5 por ciento más de venezolanos se decidieron a dejar de ser abstencionistas. ¿Cuántos de estos fueron nuevos votantes?, ¿cuántos indecisos?
Pero, en este sentido, cabe una reflexión: Que la votación de la derecha se incremente con votos provenientes de la juventud de los estratos A, B y C, es de esperarse; pero que lo haga con votos de la juventud perteneciente a los estratos D y E, es como para detenerse a pensar qué sucedió allí.
Y no es que la campaña chavista descuidó el mensaje para la juventud en esta campaña electoral. Todo lo contrario. Mucho menos la dirigida a las mujeres u otras capas de la sociedad venezolana. Hubo para escoger pues.
Pero ya está demostrado, difícilmente el mejor de los mensajes electorales le llegue a una o a u joven que ve su vida, que es decir su futuro, amenazado por una bala en un barrio empobrecido de cualquier gran ciudad venezolana, menos aún a sus padres. Esto fue lo que en estos últimos 6 años estuvieron mostrándole los medios privados de difusión como futuro a esta población electoral, de continuar gobernando el presidente Chávez.
Y he aquí nuevamente que se pone en e tapete una premisa inherente al hecho comunicacional, entre otras: y es que quién pega primero pega dos, tres y cuatro veces más. En esos 6 años la mediática opositora estuvo encadenada en eso de crear una sensación de inseguridad pública, que por los resultados que obtuvo: vaya que si lo logró.
En contraste, aunque la respuesta del gobierno nacional al problema de la inseguridad es una respuesta holística, al abarcar todas las variables que inciden el la producción y reproducción de la violencia delincuencial, todo pereciera indicar que ésta se produjo tardíamente; aunque también vale aclarar que una misión social como la Gran Misión A toda Vida Venezuela (GMATVV) no podía concebirse sin un exhaustivo trabajo de investigación y planificación previo, y ello requería de muchos horas, días, meses y hasta años de trabajo.
En fin, si la propuesta socialista bolivariana ha triunfado nuevamente es porque esos 8 millones 133 mil electores que la votaron han experimentado un mejoramiento importante en su calidad de vida en estos 13 años de revolución bolivariana, y porque además tienen expectativas de que los 6 años que vienen serán mejores, y en los cuales el abatimiento de la inseguridad pública en altos niveles con la implementación de la GMAVV será una tarea de primer orden, lo cual, que duda cabe, se reflejará en elecciones futuras.
Además, ha quedad demostrado una vez más: difícilmente la mediática antibolivariana nacional e internacional, han podido derrotar la capacidad comunicacional de Hugo Chávez desde que llegó a Miraflores en diciembre de 1998, pues al igual que lo hizo el 4 de febrero de 1992 cuando se insurreccionó contra el segundo gobierno corrupto y antipopular de CAP-FMI, no sólo ha dado la cara a su pueblo, sino que además ha asumido sus responsabilidad ante los fracasos, y más aún;: ha cumplido con sus ofertas de hacer un gobierno a favor de las grandes mayorías nacionales. Esa es una incuestionable verdad.