Hay una serie de autores, para llamarlos de alguna manera, que escriben en nuestra página web Aporrea. Donde su supone que colaboran partidarios del Proceso revolucionario, hoy en pleno desarrollo y en lucha permanente contra el Imperio y sus sigüises de toda ralea.
No tendría nada de particular que alguien, no siendo partidario del Proceso, escribiera en nuestra página, aunque la solo idea resulta desagradable. Pero cuestión reside en que estas personas se hacen pasar por “Chavistas”.Intentan escribir como si lo fueran, pero no los son. En otras palabras están mintiendo. Y lo están haciendo con premeditación, alevosía y ventaja.
Y esta acción es fácilmente identificable. La razón es muy sencilla; introducen en sus escritos matrices de opinión del enemigo abierto, no solapado como ellos. Y debemos recordar que esas matrices son creadas en laboratorios de guerra psicológica del Imperio.
Hay algunas cosas que podrían considerarse en el caso de estos sujetos. Valdría pensar con toda razón, que ni siquiera serían los autores de los escritos que presentan como suyos. Los mismos podrían ser elaborados por grupos de expertos y ellos solo serían mamparas. Debe saberse que el imperialismo utiliza la técnica de infiltrar agentes encubiertos en los grupos sociales y revolucionarios con el objeto de incitar acciones perniciosas: desmoralizadoras, extremistas, delictivas, etc., para esos movimientos. Sujetos a sueldo, mercenarios, para cumplir esas tareas. Pero los que aquí se refieren resuman tanto odio, que es imposible que sean agentes imperiales infiltrados.
Sus pensamientos no se ocupan de advertir sobre posibles direcciones de ataque del enemigo. Solo escriben que vamos a ser derrotados irremisiblemente y se dedican e explicar las distintas causas que alegan para ello.
Veamos algunos ejemplos. Hubo uno que parece que es adivino. Pues intuyó; y advirtió, que cuando el caso Paraguayo, si Venezuela tomaba medidas de económicas de retaliación contra el gobierno títere de esa hermana nación nos íbamos a arrepentir. Podía y puede suponerse que el derrocamiento institucional –una de las nuevas formas de Golpe de Estado empleada por EE.UU– del ex‑Presidente Lugo fue dirigido por el Imperio, no iban a ser esos pichones de gorila quienes diseñaron ese zarpazo contra la democracia y mucho menos a espaldas de él. Pues este sujeto adivinó días antes que las anunciara públicamente el sátrapa, el sigüis imperial, el argumento que iban a alegar para evitar las sanciones económicas. Que no fue otra que; el sufrimiento del pueblo guaraní.
Recién otro anunció que seriamos derrotado en un supuesto referéndum revocatorio a realizarse en tres años como consecuencia de la corrupción y el dólar negro. Éste, también, a través de esto último, divulgó la matriz del mercado negro de la divisa estadounidense en boca de destacadas figuras del escualidismo.
Todos sabemos o debíamos saber que uno de los objetivos del ataque enemigo contra nuestro Proceso es la unidad monetaria. Ya ha sufrido varias acometidas, tantos como para que ya se deba haber montado un equipo de seguridad del Estado para que se encargue específicamente de esta aspecto de la agresión. Uno de los primeros fue variar el precio de nuestra moneda según se movía en la frontera con Colombia –para esa oportunidad se decía que dependía de la cotización de las acciones de CANTV en la Bolsa de Nueva York–. Después fue a través de la “Estafa inmobiliaria”. Al parecer hoy es por medio de las compras por Internet. Pues en lugar de ocuparse de señalar lo que pudiera ser un ataque enemigo, se regodean en anunciar nuestra derrota.
Referirse a la corrupción, que es una de las puntas de lanza del ataque enemigo, sin señalar que ésta es un mal endémico de los países “arrollados”, que lo más que puede hacerse es combatirla siempre y en todo lugar es no comprenderla y por ello no combatirla. Hablar de ella y no hacer ninguna denuncia concreta, no es sino propaganda enemiga. La corrupción en los países monoproductores es común, porque sencilla y llanamente es el Estado el que reparte la riqueza del recurso natural del que vive el país. Y allí concurren los que quieren, no solamente apropiarse del tesoro público por medio de diferentes modalidades, sino también de los que medran de él. En las naciones desarrolladas, en cambio, lo que abundan son los estafadores –aunque no puede dudarse que también hay corruptos–, porque la riqueza la producen las empresas privadas. Seguramente las corporaciones industriales, comerciales, bancarias o seguros acusan judicialmente a miles de trabajadores que las timan anualmente.
Pero no, estos sujetos usan las armas del enemigo –o es que son enemigos–para atacarnos.
Como tienen derecho a expresar sus opiniones, aunque debían procurarse sus propios medios, lo menos que se les puede exigir es que lo hagan como enemigos declarados que son. Podría ser que no sean pitiyanquis, pero lo que sí es seguro es que no son partidarios del Proceso revolucionario venezolano, o lo consideran un tránsito a formas superiores de cambio social. O sea forman parte de un plan oculto, secreto.