Hay líderes que en los procesos políticos se hacen imprescindibles. Y esa característica que con infinita inspiración en la tenacidad y acometividad de lucha, conquistan los adalides de los procesos revolucionarios, se agiganta, cuando en el infinito esfuerzo de superación espiritual comprenden que en algún momento es necesario atenuar ese nivel de su forzosa necesidad. Y entonces surge la herramienta de los liderazgos alternativos que amarren los hilos de la historia para dar continuidad a los procesos.
Porque el mundo y la vida humana en ello moldean las circunstancias por donde habrá de andar el ser humano. Eso Chávez, a juzgar por su dramático y humano discurso de este sábado por la noche, lo tiene clarito. Chávez, rememorando esa noche al inmemorable Salvador Allende y sus alamedas de la unidad para triunfar o al mismísimo guerrillero heroico, Ernesto Che Guevara exigiendo unidad para que el combate no se disperse, y hasta al eternísimo Simón Bolívar con su llamado a la consolidación de la unión, llama con estoica postura, a la unidad del pueblo revolucionario para preservar la revolución.
Ya Cuba, a través del Comandante Fidel, marcó una pauta similar cuando el titán de la lucha antiimperialista, se apartó de la conducción de la revolución para dar paso a Raúl. Y deja Chávez, a Nicolás Maduro investido de la más honrosa de las responsabilidades. El muchacho de la Parroquia El Valle, resteado hasta lo indecible con Chávez y con la revolución, es desde ya y por el imperativo de las circunstancias que rodean al presidente, el mástil que asoma la revolución para preservar su continuidad.
Y la revolución seguirá. No habrá pausa en la concreción de sus designios más sublimes. La mejor muestra de que este camino es irretornable, la dará el pueblo este16-D, cuando casi veinte millones de venezolanos elegirán veintitrés gobernadores aliados con la revolución y con el afecto eterno a Chávez, su líder fundamental de todos los tiempos.
n_lacruz@yahoo.com