Las realidades revolucionarias son procesos álgidos, difíciles, imprevistos, incómodos, en ocasiones, alienantes, progresivos en contradicciones permanentes, de presentes y futuros, utópicos, en ocasiones, desilusionantes pero, históricamente, obligantes. Hemos descrito algunos de las variables que existen y se presentan en toda revolución porque conversar sobre “lo positivo” es alegre, motivante, estimulante, en ocasiones, prepotente. Toda revolución tiene sus propios paradigmas inalienables, históricos, telúricos, culturales, sico-sociales, antropológicos y circunstanciales. Podríamos, como simple referencia, nombrar las realidades de la Revolución Bolchevique, antes, durante y después de sus procesos históricos rusos para ello, sencillamente, nos podríamos trasladar a los escritos de Edward H. Carr sobre el tema; por ejemplo, nos podríamos preguntar cómo se hubiera desarrollado la Revolución Bolchevique sí Vladimir Ilich Lenin no hubiera caminado hacia “lo eterno”. Cómo se hubiera desarrollado el proceso bolchevique sí en vez de ser sustituido Lenin por Joseph Stalin lo hubiera sido por León Trotski. Cómo hubiera sido el desarrollo gubernamental bolchevique sí Adolf Hitler no hubiera accedido al poder alemán (dejemos la “Guerra Fría” para “endespués”, en buen castellano-castellano).
Ahora vayamos a la Revolución china. Todos y todas conocemos que dicha revolución se expresó en unas muy diferentes etapas, que alcanzó el poder por los medios de una guerra civil pero que, previamente, lo dramático social se expuso en su más trágica expresión sico-social. Permítasenos algunas “anécdotas históricas”. Conocemos de la influencia de la Revolución Bolchevique en el proceso de “cambios profundos” chinos post-4 de mayo-1919. Pero debemos precisar que tales influencias tuvieron dos (2) etapas fundamentales: la de los contenidos revolucionarios propuestos y alcanzados por la Revolución Bolchevique que influyeron en una intelectualidad china motivada por “cambios profundos”; es decir, los derechos fundamentales de los obrero-campesinos expresados y sustentados por la Revolución Bolchevique; en segundo término, la objetiva influencia de las decisiones de Joseph Stalin a la 3ra. Internacional trasladadas a la constitución del Partido Comunista Chino desde el 21 de julio (1921), fecha de la fundación del partido comunista chino hasta las fechas de la “Comuna de Cantón” (14-diciembre-1927). La primera etapa cual podríamos calificarla como el proceso neonato hacia la fundación del PCCh. La segunda etapa la de la imposición de la revolución sustentada en la unidad popular de las fuerzas nacionalistas, de izquierda, anti-imperialistas, anti-feudales (según las tesis discutidas por Lenin y Roy sobre la revolución en las colonias). Gracias y en consecuencia de la segunda decisión, la burguesía nacional apoyada por las “14 Potencias Extranjeras”, no solo socavaron las fundaciones del Frente Unido sino que actuaron a “sangre y fuego” en Shangahi (al mejor estilo de Pinochet, salvando los tiempos históricos). Por esa realidad, surgió “el líder” (el hunanés, Mao Zedong) que llevaría a la revolución china al gobierno (nos vamos a permitir proponer una comparación histórica –no un paralelismo histórico-. La “Masacre de Shanghai”, en su estudio, podría tener similitudes con el denominado como “Caracazo”).
Mao Zedong, conocedor de la siquis de su pueblo, actuó estratégicamente retirándose, temporalmente, de las desventajas político-militares proponiendo la “Gran Marcha” que le permitió concentrar el poder político, militar, cultural e ideológico en la base de Shanxi produciendo la tesis de las contradicciones de las fortalezas y las debilidades. En palabras más sencillas, lo que tratamos de exponer es que cada revolución tiene no solo sus propios tiempos históricos sino sus propias realidades de todo orden y pensamiento. La Revolución Bolivariana es diferente a todas las anteriores, incluso, en sus praxis de los cambios profundos estructurales del Estado burgués hacia el Estado Socialista y Comunitario.
Comencemos por el líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Rafael Chávez Frías., el Comandante. Chávez Frías es, permítasenos, un venezolano de provincia, Barinas. Antropológicamente, comulgan en su persona la realidad histórico-cultural venezolana. Es miembro de la herencia de la Independencia como militar-oficial. Tiene una calidad humana que se expresa en la sencillez de su lenguaje gracias a la maduración intelectual por estudios personales en permanente reflexión. Así lo expresa y expone, casi continuamente, José Vicente Rangel en diferentes foros. Nos preguntamos ¿es Chávez Frías un fenómeno histórico de esos personajes que Dios nos permite disfrutar en nuestros tiempos terrenal-históricos cada 200 años? La respuesta es variada e ideológica según se pertenezca al subconjunto de los tirios y/o al subconjunto de los troyanos. En ese contexto podríamos inquirirnos ¿Por qué de tanto rechazo sicológico desde el subconjunto de los troyanos? Acá entra el tema filosófico-cultural que trataremos de proponer en ideas.
Cuando Chávez Frías expresa que “el pueblo es Chávez” está exponiendo una verdad profunda. Rechazamos de plano cualquier comentario sobre una “supuesta soberbia-vanidad” en el contenido de esa frase porque nos quedaríamos en lo sico-social-alienante de las argumentaciones de las derechas burguesas criollas. Es una frase con contenido histórico-ideológico no solo por nuestro argumento anterior descrito sobre lo telúrico de la personalidad en Chávez Frías sino porque representaría la propia esencial del concepto “chavismo” como propuesta político-filosófica a desarrollar. Nos dice Slavoj Zizik (y otros en el texto: “Lenín reactivado”. Madrid. Akal, 2010, pág. 7) que “…Lenín…se vió obligado a reinventar el marxismo…” (cursivas de los autores). Ello nos obliga a preguntarnos sí el “chavismo” ha contribuido a repensar (además de históricamente rescatar) al marxismo. En caso afirmativo, ello nos obligaría a caminar por varios caminos obligados y empedrados. En primer lugar, realizar un estudio multidisciplinario de los discursos de Chávez Frías que nos permitan, en consonancia con la Historia y las realidades antropológico-religiosas de Venezuela, sustraer los contenidos filosófico-político-social-histórico-cultural expuestos por el Comandante pero evitando, a todas luces, “la idolatría” que, generalmente, se presentan en estos particulares casos históricos. Es decir, como dice Chávez Frías con respecto a Simón Bolívar, es conocer “la verdad de El Libertador” en todo su contexto personal e histórico. Nada de personalismos rampantes pequeño-burgués-alienantes, filosóficamente, capitalista.
Lo anterior lo exponemos por las realidades objetivas presentes. El Comandante propuso y así lo aceptamos que en caso de elecciones su candidato y el nuestro es Nicolás Maduro Moros como continuador del proceso revolucionario en el proceso, evidente, de su recuperación post-operatoria. Los tiempos nos enseñaran como debemos caminar y seguir caminando por los caminos de la Revolución Bolivariana pero, al tiempo, debemos ser objetivos ante las amenazas nacionales e internacionales que se circunscriben alrededor de la Revolución Bolivariana y, por tanto, sobre Venezuela. Prever, como ya lo han expresado tanto Diosdado Cabello como Nicolás Maduro, escenarios posibles constitucionales no obsta para asumir realidades en escenas hipotéticas lo importante, consideramos, es el “chavismo” como tesis revolucionaria para la “Patria Grande”.
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