Renuncia petrina

Los papas no son gobernantes como cualesquier otros; aunque gobernar gobiernan, como pocos. La Iglesia tampoco es Estado común: multinacional, monárquico no hereditario, confesional, con una opulencia difícil de calcular, dado su secretismo. Raras veces al servicio de los pobres, a pesar de Cristo.

Es una institución rígida, con gobernante vitalicio. Su jerarquía es carcunda, vertical y absorbente. No es ni democrática ni republicana. Las revoluciones, esos esfuerzos de secularización de la humanidad, se han tenido que hacer contra ella. Imposible aunque sea plantearle los derechos de los sexodiversos o de las mujeres, porque practica el peor machismo, el de la pederastia, fechoría abominable que solo se da sistemáticamente en la Iglesia (http://www.aporrea.org/actualidad/a11881.html). No sé qué hace en este siglo, pero es que en Europa perviven esas monarquías fósiles.

Los actos petrinos son santos, su porte mayestático, sus ropajes pomposos, sus palacios fachendosos.

Llegar a papa es portentoso, desde nacer varón, pasando por el seminario, hasta ser elegido en Capilla Sixtina. La probabilidad para un niño de llegar a papa son computables en cero porque hay que esperar la muerte del Sumo en funciones, nada baladí. O que renuncie, menos baladí aún. Pero algunos llegan y ahí está el actual, que pasó además por las Juventudes Hitlerianas y la Wehrmacht, es decir, el ejército nazi y fue Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, sucesora de la Inquisición, casi na.

Da vértigo. Porque hasta Juan Pablo II fue imposible ser papa sin ser italiano. Tuvo que atraerse al Opus Dei y a los Legionarios de Cristo, organizaciones financiero-confesionales bastante ásperas, porque nunca se entera uno de nada de ellas que no produzca algún sonrojo. Fue íntimo colaborador de Juan Pablo II, que comenzó su reinado tras Juan Pablo I, cuyo deceso repentino ha suscitado comentarios nada edificantes. A Juan Pablo II estuvo vinculado el venezolano Rosalio Cardenal Castillo Lara, quien ofició en todo asunto turbio, desde el affaire de la Banca Ambrosiana, la mafia y la Logia P2, hasta el asesinato de Alois Estermann, el día de su investidura como comandante de la Guardia Suiza, y de Gledys Meza, su esposa venezolana, a manos de Cedric Tornay, un guardia raso y frito que a su vez se suicidó de inmediato. El casorio Estermann-Meza lo ofició nuestro Rosalio. Sucesos largos (http://j.mp/XShnA2 y http://www.aporrea.org/actualidad/a13578.html).

A todo eso renuncia Benedicto XVI, ¿por qué? Admite, además, que en estos tiempos «vigor corporis et animæ necessarius est», o sea, que confiesa lo más grave que puede reconocer un Papa. No tener el vigor del cuerpo, natural y respetable a su edad, pero tampoco lo tiene espiritual para su ministerio, o sea, la propia catástrofe doctrinaria, sobre todo viniendo del Gran Inquisidor. ¿Cómo no va a tener nada menos que el Papa vigor animæ? ¿Qué quedará entonces para los simples mortales que arrastramos nuestro esqueleto por este bajo valle? ¿Hay un monstruo tras esa reunicia? ¿El huevo de la serpiente que decía Ingmar Bergman? Como diría Cabrujas: causa mala impresión. (http://es.wikipedia.org/wiki/El_huevo_de_la_serpiente)

Son muchos los miramientos que merece esta renuncia —o abdicación, ¿no es un monarca?— pero dejémoslo hasta aquí porque me han asegurado que es prudente callar sobre el Gran Inquisidor.

roberto.hernandez.montoya@gmail.com



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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

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