Dolores que duelen, dolores que se llevan con resignación y dignidad. Dolores que duelen el doble

Hablo de esas personas que merecen ser llamadas personas. De esos que sienten tristeza, dolor, angustia, rabia y deseos de pelear, cuando ven en sus semejantes las consecuencias del egoísmo de unos enfermos avaros que por sostener un ritmo de vida irresponsable, derrochador y perverso. Condenando a las mayorías a vivir en la miseria, la ignorancia y la penuria. Esos son los dolores que duelen hasta el infinito, un dolor que se entroniza hasta lo mas hondo de nuestros tuétanos y nos hace hasta llorar de rabia y desprecio. Ese, es dolor motor de las revoluciones, del compromiso. Mas allá de lo personal, de lo individual, del ego.

Otro dolor, el que producen esos, que con dignidad riegan los suelos patrios con su sangre cuando caen en batalla, es un dolor soportado y comprendido por dignidad y gloria. Es un dolor que convierte el rojo de la sangre en faros de luz que iluminan la ruta por la vida y por referencia de gloria. Que acrecientan a Marulanda, Raúl Reyes, Cano, Jorge Rodríguez, Noel Rodríguez. Y a todos los ejércitos populares en guerra contra las oligarquías. Es ese el dolor que germinó en el Che, en Aly Primera, en Argimiro Gabaldón, en Alfredo Maneiro, en Livia Gouverneur. En muchos hermanos, campesinos, obreros. Que se quedaron sembrados en los caminos del combate, para convertirse en puntos de honor y referencia de cómo debe ser el gran amor humano y humanista. No en ese amor a la carne, del comercio, de la usura. O la lujuria. Es el mismo amor que galopa en quienes están aun presentes: Hugo Chávez, Adina Bastidas, Judith Valencia, el Gato Benigno, Julián Conrado y los miles y miles de humildes bases del proceso bolivariano que tienen sus corazones henchidos de ilusión, esperanza y fe, en que si tendremos un mundo mejor, mas allá de Venezuela de Colombia, de Perú de Brasil de Ecuador, de Nicaragua, de Cuba de Puerto Rico o mejor aun, de Borinquén. Pese al sionismo y sus lacayos. En fin en toda nuestra Abya Yala. Sin avaros, ambiciosos, criminales, asesinos. Sin magnates, sin religiones pervertidas y perversas, pretendiendo vivir gobernando y controlando todo. Sembrando al planeta de hambre, sed y miseria para ellos poder derrochar y satisfacer una gula enfermiza y degenerada.

Existe un dolor que duele doble. Es ese dolor que produce un revolucionario agrediendo a otro revolucionario o el traidor que se entregó por míseras monedas, después de andar caminos de dignidad y entonces desanda para caer en lo más bajo que puede caer ser humano alguno. Es el dolor que causa la prisión de Joaquín Conrado tan injustamente y teniendo como carcelero a quienes se pretenden erigir en rescatadores de la vergüenza revolucionaria y de los derechos humanos de los pueblos.

En todo caso con todo y nuestros dolores, pretendemos la alegría y la felicidad del pueblo por respeto a nuestros caídos y en honor a quienes nos seguirán y heredaran la patria bonita para concluir la obra y sostenerla en el tiempo y el espacio. Ningún revolucionario de verdad, pese a estar en otra concepción ideológica desde el punto de vista de la practica, puede ser nuestro enemigo. Quizás solo sea un factor que nos obliga a mayor análisis. Pero estoy seguro que quien ama al pueblo y sus derechos, si es sincero y honesto, jamás atentará contra otro revolucionario seria una contradicción y una negación del calificativo real.



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Javier Del Valle Monagas Maita


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