Afortunadamente hemos vivido suficientes marramuncias de nuestra oposición impía, como para asumir que el encendido ataque a las medidas tomadas en política cambiaria se apagarán tan pronto como se iniciaron, al igual que la flama de la gasolina y tan efímeras como se desmorona un chisme mal contado y pronto descubierto, pues como reza la sabiduría popular “la mentira tiene patas cortas”.
Hemos visto en los medios oposicionistas la feroz campaña emprendida en contra de los ajustes cambiarios, expresados sin la menor mesura por lo que no nos queda otra opción que sentir pena ajena por un grupo de colegas y engolados academicistas hablando de “paquetazos”, lo que no sólo refleja falta de creatividad, sino un gran desprecio por la inteligencia colectiva que raya en lo ofensivo, pues su cinismo y egolatría es tal que asumen estar descubriendo el agua tibia, cuando hasta hace pocos días decían a vox populi que teníamos un bolívar sobrevaluado.
Necesario es que desde nuestras trincheras de lucha le salgamos al paso a tanto cinismo, combinado con una buena dosis de ignorancia y mala intención politiquera, para evitar que se continúe confundiendo a los inocentes, fundamentalmente a las y los compatriotas que militan en las filas oposicionistas.
En primer lugar debemos decir una vez más que los economistas no somos los hacedores de la economía sino sus intérpretes, para lo cual se debe acudir al análisis de los hechos y acciones de los diferentes actores económicos, incluido el Estado, recurriendo necesariamente a un conjunto de variables que sirven de herramientas y componen la base teórica de la ciencia económica.
Es decir, no es que todo lo dicho en materia económica por un economista sea una verdad absoluta. Incluyéndome. No obstante en las filas oposicionistas parecen desconocer esta premisa, razón por la cual Globovisión y otras empresas comunicacionales “usan” a colegas tarifados para que suelten su verborrea engolada en esta materia e infundan pánico en la población, sin tomar en consideración aspectos fundamentales del análisis económico.
En este sentido es necesario reiterar que Venezuela es uno de los pocos países, junto a otros de Suramérica, que aún no hemos sido totalmente impactados por la crisis financiera que desmorona al capitalismo mundial, pero que sin embargo fenómenos como la inflación, que en nuestro criterio es de origen especulativo-político más que de otra índole, representan un acoso fundamental a la salud económica de cualquier país, frente a los cuales el Gobierno debe tomar medidas en cumplimiento de su función constitucional.
No es para nadie un secreto que es gracias a los diez años de control cambiario que nuestro país ha logrado una reconocida estabilidad macroeconómica interna, lo que evidentemente acompañado de otras medidas de carácter fiscal, monetarias y sociales han blindado nuestro crecimiento económico sostenido, obteniendo hoy por hoy uno de los PIB no petroleros de mayor nivel en la región latinoamericana, expresado en un evidente incremento del nivel y calidad de vida de la población, con base además en el fortalecimiento del poder adquisitivo interno. Al tener mayor capacidad de compra las y los venezolanos incrementamos la demanda de bienes y servicios, al punto tal que pese al crecimiento de nuestra capacidad productiva interna, ésta aún no los puede satisfacer en su totalidad y deben importarse como productos acabados o como insumos-componentes de los mismos.
Al respecto debemos referir que nos parece mentira que hayan economistas venezolanos intentando negar que actualmente haya crecido nuestra producción interna en productos agroalimentarios como el arroz, maíz, carnes, frutales y otros. E igualmente quieran negar nuestro notable crecimiento en la industria de la construcción, textiles, y otros bienes y servicios “hechos en socialismo”. Nos permitimos sugerirles que recorran más el territorio nacional y dejen de seguir buscando recetas en Wall Street…
Creemos que en vez de “criticar por criticar”, como bien dijera en su época Joselo, deberían dedicarse a educar a muchos de sus empresarios-pagadores para que asuman una conciencia nacionalista, se dediquen a fortalecer nuestro aparato productivo y abandonen el marcado vicio del acaparamiento y la especulación, el cual genera la presión inflacionaria que aún no logramos bajar de dos dígitos, aunque se mantiene bien lejos del 103% que alcanzó durante el último gobierno del Dr. Rafael Caldera y su “Agenda Económica”, que sí representó un verdadero “paquetazo”, muy similar al descarado “paquete de medidas” que nos implantó Miguel Rodríguez durante el nefasto segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, con inflación promedio superior al 50% en todo el período.
Es evidente que al tener una inflación interna superior a la existente en otros países y al requerir importar los productos necesarios para satisfacer la demanda incrementada, resulta excelente para cualquier empresario-especulador comprar dólares baratos (a 4,30 Bs/US$), adquirir bienes más baratos en países de menor inflación y traerlos a Venezuela para venderlos en bolívares, pero con precios caros por la referida inflación interna, alegando que los mismos fueron comprados con “dólar paralelo” de 18,90 Bs/US$.
Tristemente ese es el argumento de nuestros cesudos “colegas” economistas, quienes argumentan que “la mayoría” de las transacciones internacionales se hacen con ese dólar. Mentira irreverente que nadie cree, ya que las y los venezolanos sabemos que recibían los US$ de CADIVI a 4,30 Bs., y las transacciones realizadas a dólar libre no llegan al 10% del total de importaciones.
Sin temor a parecer simplistas, sino sustentándonos para lo dicho en las evidencias oficiales del BCV, así como en las medias verdades emitidas por la misma FEDECÄMARAS y otras organizaciones empresariales, la verdad económica de nuestro país no es tan compleja como la quieren hacer ver. En tal sentido consideramos muy acertadas y oportunas las medidas cambiarias del Gobierno Revolucionario, las que estamos seguros tendrán el acompañamiento de otras de orden social, lo que nos deja bien claro que aquí no hay ningún paquetazo...
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