“Si amamos a un hombre, es por lo que un soldado le dijo a un preguntón celoso del cariño: “porque él nos ama”.
Después de una compleja intervención quirúrgica, con sus consiguientes complicaciones, seguida de un periodo de convalecencia de dos meses, regresó a Venezuela el presidente Hugo Chávez para continuar la fase de recuperación en el Hospital Militar de Caracas.
La noticia de su regreso en la madrugada del día 18 se propagó rápidamente a lo largo del territorio venezolano y el pueblo expresó en forma multitudinaria su alborozo por tener, al fin, en la patria a su máximo líder bolivariano. Se vivió una verdadera jornada de fiesta y de cariño en la cual se ha manifestado el amor, la lealtad, la solidaridad y el apoyo de los hombres y mujeres por el hombre que supo alzar sobre sus hombres al pueblo de Bolívar para salvarle de los males que habían entronizado los desgobiernos anteriores. Y los mismos sentimientos jubilosos se han expresado en otras tierras de América y del mundo.
Sólo los sectores opositores retrógrados, resentidos y amargados no han dado un mínimo gesto humanitario. Han destilado la baba del odio y han mostrado el aguijón emponzoñado. No tienen ningún miramiento decente contra el adversario superior que les derrotó democráticamente en las elecciones recientes y que, para un mérito singular y respetable, goza del acompañamiento amoroso de la mayoría del pueblo. Piensan que lo que no han podido alcanzar en varias ocasiones, ya sea en acciones violentas o en elecciones, podrían obtenerlo ahora. Ya que no han podido vencer al hombre, gracias al respaldo de su pueblo, quisieran que la enfermedad les permitiera troncharle el paso. ¡Qué enfermiza manera de hacer y concebir la política tienen estas apocalípticas huestes opositoras!
El llamado de Chávez a mantener la unidad en cualquier circunstancia debe ser divisa venezolana del presente y del futuro. Y como referencia para no perder jamás el rumbo, tienen que mantener en el colimador esas actitudes bárbaras, inhumanas, rastreras, de los personeros de una oposición desalmada.
Y ante tanta pasión y manifestación de odio, que les pone al desnudo toda su excrescencia humana y política, hay que recalcarles a los malandrines este mensaje, en palabras de José Martí:
“Si amamos a un hombre, es por lo que un soldado le dijo a un preguntón celoso del cariño: “porque él nos ama”. Delegamos nuestra autoridad, porque no la podemos ejercer todos a la vez; pero la autoridad es nuestra y hemos gustado de ella ya, y de su ventaja y justicia, y no nos desprenderemos de ella.”
“¿Qué alma de traidor es la que nos tiene por traidores...?...“La gloria no es de los que ven para atrás, sino para adelante”.
Chávez y el pueblo venezolano, en estos instantes, irradian el amor más puro que se han expresado recíprocamente desde hace muchos años.
wilkie.delgado@medired.scu.sld.cu