Hagamos un ejercicio imaginario. Supongamos que por arte de magia los venezolanos deciden hacerme presidente para cubrir lo que resta del período 2013 – 2019. ¿Cuál sería una de las primeras medidas económicas que haría? Muy sencilla: En el ejercicio de mis facultades constitucionales convocaría a un referendo consultivo en el cual pediría al pueblo, entre otras cosas, la aprobación de una redistribución del ingreso petrolero de la siguiente forma: 50% para el ejecutivo nacional y 50% para distribuirlos directamente en dólares y sin intermediarios a cada uno de los 30 millones de venezolanos.
Suponiendo que para un año los ingresos petroleros ascienden a 120.000 millones de dólares (2.989000 b/d x 365 días x 110 dólares/b), y que el pueblo aprueba mi propuesta (lo cual no dudo), entonces cada venezolano pasaría a recibir, sin intervención de CADIVI, directamente en dólares, en sus cuentas creadas a tal efecto la cantidad de 2000 dólares al año (60.000 millones de dólares /30 millones de habitantes). Suponiendo una familia venezolana promedio de 5 miembros, esto significa que cada familia tendría a su disposición la cantidad de 10.000 dólares al año. Y cada año estarían circulando en la calle 60.000 millones de dólares, lo cual automáticamente elevaría el costo del bolívar que entonces sí pasaría a ser una moneda fuerte y apetecida. Al mismo tiempo, al escasear los bolívares la inflación automáticamente se reduciría.
El gobierno por su parte recibiría para todos los gastos del Estado la cantidad de 60.000 millones de dólares, cifra que sumada al impuesto sobre la renta (el cual necesariamente aumentaría), sería más que suficiente, haciendo innecesarios el endeudamiento del país y la aplicación del IVA.
¿Y en cuanto a CADIVI y el control de cambio, ¿Qué pasaría? Pues serían innecesarios, pues todo el mundo tendría acceso a sus 2000 dólares anuales. ¿Y el mercado negro, qué? Pasaría a mejor vida.
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