Nunca en la historia venezolana ha habido una lucha dialéctica y una lucha política comparable a la que se produce en los actuales momentos. Es evidente que antes de la Revolución Bolivariana había una línea imaginaria, una visión etérea sobre cómo organizar la sociedad y a la vez concurrían –a mi modo de ver-– una serie de circunstancias que atenuaban la magnitud de las discusiones, volviéndolas estériles y sin sentido.
Entre las circunstancias envolventes que impedían el debate, resaltan por ejemplo, el tipo de sistema político que nace a partir de 1958, cuando se instala una democracia de fachada que impedía a la vez, la libre discusión y la propagación de ideas; la lacerante lentitud de los cambios sociales y económicos, que hundieron la esperanza de millones de venezolanos y venezolanas en las sombras del abismo, condenándolos a morder el polvo de la miseria, la ignorancia y la exclusión; el engaño y la vil manipulación de la cúpula de la Iglesia Católica venezolana, Fedecámaras, CTV, medios de comunicación, partidos políticos y gobernantes de turno que jugaron durante más cuarenta años con la fe de la sociedad venezolana.
Esas postergaciones, esos espacios cerrados o barreras establecidas por los sectores dominantes en contra de las grandes mayorías, hizo que desde las entrañas mismas del dolor y el sufrimiento del pueblo, brotaran las banderas, los discursos sobre la imperiosa necesidad de transformar el Estado y el orden establecido. Es a través de posiciones férreas y orientadoras como vamos identificando al líder, el que guiará la lucha para la liberación y la emancipación de los pueblos.
Un ejemplo central de esa lucha fue Jesús de Nazareth, quien fue visto como el salvador de un pueblo que estaba siendo oprimido por el poder del Imperio Romano. Sus ideas, sus discursos y su proyecto fueron y siguen siendo una referencia y una esperanza para millones de seres humanos. Los seguidores de su doctrina somos cristianos y a la luz del alba le pedimos que nos guie para seguir luchando y vencer a los malvados que no descansan en su intento de crear el caos y querer acabar con los gobiernos revolucionarios del mundo.
Así, a lo largo de la historia han nacido hombres y mujeres cuyo pensamiento permanece vivo a través del tiempo, siendo referencia de lucha y núcleo central de los debates y discusiones, donde a su vez nacen las corrientes políticas que asumen sus postulados. Entre otros, destacamos aquí a los bolivarianos (seguidores del pensamiento de Bolívar), a los marxistas (seguidores de Marx), los sandinistas (seguidores de Sandino), los guevaristas (seguidores del Che Guevara), los seguidores de Indira Gandhi y Evita Perón.
En Venezuela, a partir de 1998 y ante el desencanto de la gente por el tipo de democracia que teníamos, por los liderazgos y por las instituciones, surgió la necesidad de un líder, un orientador que ayudará a la sociedad venezolana salir de la trampa puntofijista, enmarcada en una democracia de fachada, dirigida por unas elites parasitarias y egoístas que solo se dedicaron saquear las riquezas de este país. En esas circunstancias de desencanto, de las entrañas del pueblo surgió un líder: Hugo Chávez Frías. Y hoy los seguidores de su proyecto, de su discurso y de sus ideas somos chavistas. Ese es y será nuestro eterno líder. Hoy más que nunca tenemos el líder, tenemos el proyecto y orgullosamente somos chavistas.
Ahora bien, aunque hay situaciones que están más allá de nuestra comprensión como seres humanos, debemos evitar en todo momento la confusión en el ánimo y el espíritu, porque el eterno propósito de la vida y el proyecto político que nos hemos trazado debe seguir su curso. Por tanto, por ese motivo y aún por otras razones de peso, la senda revolucionaria debe ser remarcada en cada pisada firme que demos, rumbo a la meta del destino socialista.
En la vida de los pueblos a veces las cosas se precipitan en la corriente del tiempo y como no somos inmunes a las incertidumbres, entonces nos llenamos de miedo. Precisamente esto es lo que hay que evitar en este momento de tristeza, porque ante la ausencia del pensamiento razonado y la confusión que se asoma por las ventanas del alma, aparecen las incongruencias de la razón que terminan distorsionando la realidad política.
Pero como el auténtico revolucionario nunca vacila en el cumplimiento de su deber, nuestra actitud es y debe ser firme y contante en estos momentos de dolor. En tanto y en cuanto y por lo mismo tanto, debemos ser leales al pensamiento de Chávez, el gran líder que fue leal a su pueblo. En relación a esto, recordemos que nuestro Dios lo que pide es lealtad, no el sacrificio. No adorar a otro Dios, sino al Ser Supremo, nos dicen los Mandamientos. En ese sentido, ahora nosotros, millones de venezolanos y venezolanas somos guardianes leales al pensamiento de Hugo Chávez y caminaremos siempre en la dirección de los propósitos y objetivos de la revolución.
Hoy, orgullosamente decimos que con este amor inmenso de pueblo e hijos de Dios te amamos comandante; permanecerás en nuestros pensamientos eternos paras nunca jamás desaparecer. Y aquí es donde debemos pedirle perdón a Dios, porque la voz, el pensamiento, el alma y el cuerpo del hombre se quedan. Chávez se queda con nosotros, conversando con los niños y niñas, con los millones de hombres y mujeres de este país; desayunando con cada familia, sembrando con los campesinos, pescando allá en el Arauca, jugando una partida de dominó, de ajiley o de truco allá en Barcelona, estado Anzoátegui; cantando con la juventud venezolana, para enseñarles los valores de la vida; acompañando a cada estudiante de las escuelas, de los liceos y las universidades para que asuman el compromiso de estudiar y luchar.
Jamás debemos permitir que nadie profane el pensamiento de Hugo Chávez, que llevamos en las neuronas de nuestra conciencia. Esa es nuestra fuerza moral y espiritual, nuestra verdad con la que nos defenderemos de los feroces ataques de la jauría opositora.
Comandante, con tus enseñanzas comprendimos los verdaderos significados de las circunstancias de la vida. Chávez, tu viviste y fuiste un ejemplo de ser humano; y hoy que te quedaste con nosotros, eres una inspiración para no desmayar ni un instante en la lucha revolucionaria. ¡Chávez vive, la lucha sigue! Chávez se queda con nosotros.
En ese sentido, si algo debe estar bien claro para los revolucionarios y revolucionarias de esta patria, particularmente del estado Táchira, es la defensa de la revolución. Ese es el principal mandato imperativo que nos encomendó el camarada y eterno presidente Hugo Chávez.
Realmente Hugo Chávez es un verdadero fenómeno político que aún desaparecido no necesita de atuendos para despertar la emoción de las masas populares que hoy en día, más que eso, son un verdadero poder instalado en el alma y el corazón del gobierno bolivariano. Ante esa fuerza arrolladora del movimiento revolucionario no hay espacios ni para los atajos ni para los falsos caminos, sino para el horizonte esplendoroso de una nueva era para la patria, reivindicando de esa manera el legado histórico de nuestros libertadores y de Hugo Chávez, que lucharon con coraje y hasta el cansancio del suspiro por dejar sembrada la libertad en los surcos del alma de la patria.
Precisamente, en el marco de este escenario que se nos presenta ahora, donde se configuran y se juntan situaciones propias de un momento estelar, la figura del comandante Hugo Chávez se mantiene y se mantendrá a través del tiempo como el gran líder de la nueva política que se quiere vivir en la Venezuela del Siglo XXI. Si bien es cierto que la figura de este soldado de la patria se hizo presente en la conciencia nacional del país aquella madrugada del 4 de Febrero de 1992, hoy como líder y conductor espiritual del Estado venezolano luce consolidado en todos sus aspectos: en catorce años hizo una excelente gestión de gobierno, manejó la economía del país con estrategias acertadas y una visionaria gestión política que rescató la esencia de la misma política y profundizó el poder en las organizaciones comunales.
Todas esas son cuestiones que se amalgaman en lo que es el mandato popular, incidiendo de manera contundente en la dinámica del Estado y la política, donde el comandante Hugo Chávez jugó un papel estelar, con sobrados dotes de estadista y un claro proyecto nacional, donde viven las palabras y la democracia abre sus puertas que hacen silbar los vientos de la libertad, que reviven las esperanzas de todo un pueblo, que hoy mira al cielo pidiendo un rayo de luz para que ese gran ser humano siga alumbrando y guiando los destinos de esta patria.
Pero más allá de esas peticiones sinceras que salen de nuestros corazones, Chávez es y seguirá siendo un fenómeno político y la victoria de la eternidad le sonríe como símbolo de la tranquilidad espiritual. De modo que esa fuerza de la fe, mas la unidad de las fuerzas revolucionarias, determina que nuestro modelo político está sustentado en un proyecto más profundo con amplio respaldo popular que responden a una política de cambio radical.
La obra y el legado de Hugo Chávez son una referencia para los pueblos del mundo que luchan contra los embates del modelo económico capitalista que les aprieta el cuello hasta casi asfixiarlos; de allí que el proyecto socialista que dejó el Comandante es el más viable y será por el que lucharemos todos los revolucionarios.
El eterno propósito de la revolución debe seguir su curso porque el cambio real y permanente está destinado a seguir ocurriendo en nuestro país. Nada de detenernos a contemplar la confusión transitoria que quieren sembrar los enemigos de Chávez, del Estado y la democracia venezolana. La revolución bolivariana es la vida que tenemos por delante para hacer el trabajo, desarrollar los proyectos y cumplir cada una de las tareas y metas propuestas, que nos dejó Chávez; de allí que con el corazón palpitante miremos el provenir de la patria con los ojos de la fe.
La fuerza propulsora de la revolución tiene su fulcro en el liderazgo, la visión y capacidad de mando que nos impulsó Hugo Chávez, quien encendió la llamarada de la esperanza, el fuego ardiente de nuestro pueblo y del resto de los pueblos del mundo. No debemos desmayar ni un instante en defender el legado del comandante Chávez y su ejemplo incesante y difícil de lucha revolucionaria.
Chávez es Chávez y seguirá siendo Chávez. Indudablemente es nuestro líder, es el guía y constructor de un nuevo ideal contundentemente pacífico, democrático y revolucionario. Chávez es un fenómeno político, tal como lo señaló en una oportunidad el cineasta Oliver Stone. En contraposición, busquemos en los rastrojos de la oposición y sólo encontraremos escombros errantes que huyen cobardemente como los verdaderos “comefangos” antipatriotas. Los opositores, a cada paso que dan en su huida cobarde, van dejando la marca de las bestias, por su irracionalidad, su odio, su pensar distorsionado y planes descarriados. Y como no moran en la verdad, cada día se hunden en las tinieblas del rencor, que los arrastra hacia el exilio, la clandestinidad o la mediocre lucha mediática
La locura real de la oposición es tratar de hacer lo que no se puede hacer: borrar y desaparecer el pensamiento y legado de Hugo Chávez de la realidad y la conciencia nacional. No obstante, no podrán porque ha llegado la hora de la consolidación de la obra de Hugo Chávez, y el tiempo será la mejor prueba del crecimiento y la inmortalidad de su pensamiento.
El discurso opositor de “no más Chávez”, es un delirio de la ignorancia, una petición burda, porque Chávez está más vivo que nunca, su pensamiento se quedó grabado en la conciencia de millones de venezolanos y venezolanas, que han jurado defender con honor y grandeza su proyecto político. No obstante, algunos personajes de la oposición dan pena ajena porque son individuos mentalmente defectuosos, socialmente ineptos, políticamente mediocres y pobres de espíritu. La ignorancia produce sospecha y la sospecha es incompatible con la rectitud.
Chávez es Chávez. Será nuestro presidente que en catorce años ejerció el poder con plenitud, a través de los votos y con el respaldo y la conciencia de la mayoría del pueblo. Está demostrado que en las sociedades hay que apoyar sólo a aquellos líderes que sean más adecuados para sobrellevar las responsabilidades sociales y políticas. Chávez se probó en el examen de esas y otras exigencias. De allí que entendimos que había que elegir aquellos individuos técnicamente capacitados, intelectualmente competentes, socialmente leales y moralmente aptos. Gracias a dios con Chávez no nos equivocamos. Con Maduro, garantizamos la victoria y la perpetuidad del chavismo en la conciencia de la patria.
Sigamos adelante con la Revolución. Lo más importante es que cada día avancemos hacia nuestra maravillosa transformación como seres humanos y como sociedad. Ante la desaparición física de nuestro comandante, debemos resignarnos a vivir sin él, pero apoyándonos en sus ideales y su legado. Chávez es Chávez y seguirá siendo Chávez, aquí y más allá de las fronteras del infinito.
En medio del dolor y la tristeza que sentimos en este momento, hoy más que nunca debemos blindar nuestra conciencia, redoblar el trabajo académico y político, y asumir el reto que tenemos planteado en el corto plazo que no es otro que garantizar la consolidación del gobierno revolucionario y el fortalecimiento del proyecto político del socialismo. Como universitarios y miembros de esta Casa de los Saberes, tenemos que cumplir la tarea que nos dejó ese gran venezolano y estar listos para desplegarnos por todo el territorio de las letras, su pensamiento y su obra política.
Sin duda alguna, Hugo Chávez se ha convertido hoy en día en una referencia revolucionaria para la lucha de los pueblos del mundo. Precisamente, desde una perspectiva interpretativa se pretende desde la Cátedra revisar el hilo conductor del pensamiento político del Presidente Hugo Chávez como líder de la política venezolana, latinoamericana y mundial, destacando fundamentalmente tres planos que tienen que ver con la personalidad del líder, el contenido de su discurso y el alcance de sus propuestas. Como sabemos, a través de debates intensos, discursos y acciones políticas, Hugo Chávez construyó un proyecto de transformación de la sociedad venezolana que apunta en todos los flancos a una ruptura definitiva con el modelo político del puntofijismo, e inclusive plantea ir más allá y lograr la ruptura definitiva con el modelo capitalista, proponiendo el modelo socialista como alternativa válida ante la caída voraz del capitalismo que se hunde en sus propias teorías, arrastrando a millones de personas a la más terrible miseria.
Utilizando una metodología de revisión de variables, indicadores y dimensiones se intentará hacer algunas aproximaciones sobre las percepciones que tuvo Chávez acerca del Estado, sus instituciones, el proyecto nacional, tanto en sus componentes políticos como ideológicos.
Lo que se pretende con esta lectura es abrir u espacio para el análisis que nos permitan profundizar sobre el discurso, el pensamiento y línea de acción política de Hugo Chávez, uno de los líderes más influyentes de la Venezuela del Siglo XXI, que nos habló a lo interno de la verdadera unidad nacional y ser una sociedad revolucionaria de transformación permanente; a lo externo de la unidad latinoamericana para avanzar en lo político y económico. El de Hugo Chávez fue un discurso que nos habló de una imagen futura, de una patria libre y soberana.
Nuestro trabajo sin descanso y desde cualquier trinchera donde nos toque, así como lo hizo el comandante Chávez, es lo que va a permitir que propiciemos un gran debate sobre su proyecto político, su proyecto de gobierno, su visión sobre el Proyecto Nacional, su concepción, organización y manejo del Estado, la política, los partidos, la economía, etc.
Tenemos que desplegarnos por todos los espacios para defender la revolución. Ya basta de estar sólo a la defensiva, debemos ir la ofensiva, sin miedo a defender el pensamiento y el legado que nos ha dejado nuestro comandante.
Ya basta de tanto abuso de las manitas blancas, que ofendieron y siguen ofendiendo la dignidad de nuestro comandante. Ya basta de tantas ofensas y burlas de los miembros de ese grupo fascista, agrupados en Primero Justicia, que conspiran de manera sistemática contra el gobierno y el Estado Venezolano. Ya basta de tanta especulación y acaparamiento de los principales productos de la canasta alimentaria por parte de los empresarios y comerciantes. Ya basta de tanto daño y de tanto odio de la oposición venezolana.
Chávez vive, la lucha sigue!
Politólogo
eduardojm51@yahoo.es