No importa saber quien soy, ni de donde vengo, ni a donde voy. Así dice la letra de una canción un poco viejita. Pero ella refleja la disposición o la concepción del respeto a la vida. De cómo empieza, como se desarrolla y como termina. En verdad no sabemos que es lo que ocurre después de nuestra muerte y por que. Pero lo que si es una realidad en esta existencia. Es que estamos en una etapa en la cual los paradigmas históricos están siendo violentados. Y no es precisamente por quienes siempre se han adjudicado esa potestad. No, ahora somos los orgullosos (en la sana acepción de la palabra) del pueblo, que por fin hemos entendido que unidos somos fuertes y poderosos. No en la concepción del poder burgués capitalista y sanguinario. Si no, en el concepto del pueblo unido y liberado. En la nueva interpretación popular de que no somos ni mejores ni peores que otros. Simplemente somos unos más dentro del colectivo humano.
Saben, no pretendo filosofar. Mucho menos querer ser un erudito sabiondo. No, Simplemente quiero ser un simple fosforo encendido en medio de la tiniebla. Pero brotado de una inmensa fabrica de fósforos que sin tener conciencia de su fortaleza, va descubriendo poco a poco, que se puede convertir en una inmensa llama de libertad. No soy ni pretendo ser el origen de esa flama. Al contrario, creo ser consecuencia de otras mucho más poderosas, gloriosas, inigualables. No voy a mencionar esos pebeteros, para dejarlo a sus inquietas y grandes mentes.
Algo es singularmente verdad. Hoy somos el pueblo más acosado, atacado y vilipendiado del mundo y de la historia. Contra nosotros se han enfilado todas las baterías mortales en posesión del enemigo. Pero milagrosamente a cada ataque, nuestra fortaleza espiritual, ideológica y sentimental se potencia. Es un fenómeno que no tendría explicación, si no se supiera que esos que nos iluminaron nos sembraron cocuyos de esperanza, dignidad y gloria en nuestras almas y que las cubrieron con mantos de amor e ilusión que las hacen inextinguibles e inmunes al viento y a la humedad.
Perdonen el orgullo y la jactancia inocultable de sentir esta pasión. Es que es algo difícil de esconder ¿saben cuantos pueblos han sido aplastados en una cruzada parecida? ¿Tienen idea de cuanta sangre se ha vertido en la historia humana para poder avanzar en menos conquistas que la lograda hoy? ¿Conocen los dolores, penas y sufrimientos que otros pueblos nobles vivieron para lograr un poco de respeto y libertad? Es infinita la cuenta de hombres, mujeres y hasta niños que se sacrificaron por ser pueblos soberanos. Pero aun así, a sabiendas que regarían su sangre no escatimaron amor y fortaleza para enfrentar al enemigo.
Hoy tenemos la ventaja de tener al enemigo en nuestro terreno, no se trata de sabernos vencedores definitivos. Pero si sabemos que estamos ganando, que lo dominamos y le fijamos la pauta. Amo este momento por que se que venceremos, que por fin rompimos el maleficio de que si no está presente físicamente el líder, la lucha se dispersa y el pueblo se desboca. Ya no es así. El líder fue de reposo, cayo en la faena de la lucha. Pero su obra perdura, su trabajo y su enseñanza se metió lo más hondo del pueblo. Y de allí es muy difícil que se salga ¿Casi como imposible?
Ahora somos un pueblo solidario, venturoso, amoroso, guerrero, protagónico y participativo. Estamos empoderados de nuestro futuro. No le pedimos a nadie que nos lo construya. Aprendimos por culpa del camarita. Que eso se conquista, se logra por la lucha, que no se mendiga ni se implora. Es mas, aprendimos que no necesitamos ser jefes, lideres destacados y pretenciosos impostores, para comprender que la organización colectiva de la faena nos da mayor facilidad para el triunfo. Con la suerte que el 13 de abril, del 2002 nos dio oportunidad de comprobarlo.
Son muchos los imperios y pueblos caídos ante el poder, el acoso de nuestro enemigo principal: el sionismo yanqui imperialista y capitalista. Pero también sabemos que son muchos los pueblos que lo ha derrotado. Sabemos que la principal arma de ese enemigo de patas de barro es la promoción del individualismo, la vanidad, la alimentación del ego y la inflamación de las apetencias egoístas en pro de riquezas materiales y artificiales. Nos estamos vacunando contra esa plaga.
Sabemos que somos un pueblo reinventado, con ánimos de amor por la libertad y la soberanía, sabemos que estamos haciendo historia con el líder como guía eterno. Incluso, rescatamos a Bolívar de las catacumbas de la manipulación y el olvido, del oprobio de la prisión oligárquica que mata más que la muerte. Hoy Bolívar vive, Chávez vive, Aly vive, Argimiro vive, Américo Silva vive, todos nuestros hermanos caídos en la lucha han renacido. Ya no el son pasado. Ahora son presente y futuro. Somos pueblo constructores de presente y futuro. Ahh, pero debemos ser responsables y colectivistas. Nada de individualistas. No tenemos el derecho a acusar los demás de nuestra responsabilidad.
javierdelvallemonagas@gmail.com
http://planetaenpeligro.blogspot.com/2013/04/amo-este-momento-simplemente-rompemos.html
Facebook: Javier Monagas Maita