- Comadre María, ven que mi niño se siente mal.
La voz de la mujer retumbó en casi toda la barriada y rápidamente María y otras personas acudieron al llamado de la desesperada mujer para auxiliarla y ahí vieron al niño que respiraba forzosamente, y por eso con la urgencia del caso salieron con él hacia la calle junto su madre impacientada para llevarlo a un CDI cercano, en el cual habían atendido tanto al infante como a otras personas del barrio.
Afortunadamente pasó por ahí un taxi y en desesperada carrera el chofer, entre carros, motos y gente, cogió rumbo al centro médico que dichosamente el gobierno revolucionario había construido en el lugar. Mientras tanto la pobre madre desesperada le parecía que el automóvil no llegaba nunca al CDI, pero más fue su angustia cuando estuvo cerca del mismo, al ver la sede del centro de salud ardiendo en llamas y la sorpresa la hizo exclamar: ¿Pero dónde está el CDI?. El taxista, también asombrado, sin creer que lo veía, dijo: ¡Ay, señora!, lo que pasa que la gente del ex candidato opositor está quemando los CDI, pero yo pensé que con éste no se iban a meter; pero no es la gente del pueblo, es la burguesía, a quien representa el susodicho ex candidato, quien irresponsablemente hizo un llamado a salir a protestar a la calle y vea lo que está pasando.
- ¿Pero ese hombre no prometió que iba a dejar las misiones y nacionalizar los médicos cubanos?
- Señora no sea tan ingenua. Usted ha visto burgués queriendo a pobre o trabajar por los pobres. Eso será como pensar que el demonio quiere a Dios. Y lo lamentable es que hay personas, supuestamente estudiadas, del mismo pueblo que apoyan al culpable de estas viles acciones y hasta lo defienden.
El Chofer calló y siguió rápidamente hacia otro CDI, al cual el pueblo había defendido de la violencia opositora y por eso esta triste historia tuvo un final feliz, porque el niño fue hospitalizado, se curó y hoy junto a sus amiguitos juega con su Canaimita que le dio el gobierno.
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