Desde el 14 de Abril hasta el día de hoy han sido asesinados 8 militantes de las fuerzas del chavismo, por el simple hecho de salir a defender sus espacios, a contrarrestar los ataques a sus instalaciones médicas y por expresar su opinión. Al menos esa es la cifra que ha sido reconocida oficialmente, pero se sabe de otros que no están en las listas y también han muerto en el contexto de violencia desatada.
Nosotros siendo gobierno hemos puesto los muertos, pero además hemos sido asediados, se ha sabido de varios casos donde las expresiones de odio se han hecho presente contra personas que expresan abiertamente su apoyo al presidente electo Nicolás Maduro; hostigamiento en las casas, han rayado las puertas con mensajes de odio, los mismos vecinos que tienen años conviviendo han rodeado residencias de personas.
Esta situación ha puesto a la luz la actitud silenciosa y complaciente de los adeptos de la oposición. La mayoría de los opositores de a pie con los que uno comparte han guardado silencio ante esas muertes, se han hecho la vista gorda, y un grupo grande ha optado por justificarlo, por responder con afirmaciones sobre la violencia producto de la delincuencia que se vive en el país, y otras razones que no vienen directamente al caso.
Esa respuesta por parte de los opositores es altamente peligrosa, porque es demostración de que hay una operación psicológica que ha calado, el asesinato de chavistas se justifica, cuando no abiertamente, con el silencio. Algunos han llegado a afirmar que es un producto de nuestro discurso, que es una venganza debido a una división generada por nosotros mismos.
Es grave esta justificación, no sólo porque la vida de cualquier ser humano tiene el mismo valor y ha de doler igual, sino porque ya gran parte del país está preparada mentalmente para ver con normalidad que esa situación suceda. Los enfrentamientos entre grupos en una situación de tensión, es relativamente normal y frecuente, ya la hemos visto con anterioridad. Pero el asesinato sistemático a personas por el simple hecho de sostener una postura es algo absolutamente fuera de lo normal, la persecución y el hostigamiento selectivo por parte de grupos de un bando a individuos del otro cruza la fronteras hacia otra cosa.
Sin tener un conocimiento profundo de ciertos fenómenos en detalle, salta a la vista cómo el movimiento nacional socialista en Alemania procedió del mismo modo, generó todas las matrices de opinión para que el pueblo alemán viera con buenos ojos la persecución y genocidio de los judíos. En el Chile de Pinochet, se alzaron las banderas de la guerra contra el comunismo para justificar el asesinato de todos los que apoyaron a Allende. Son casos de cómo una sociedad fue complaciente con el asesinato político, cómo hizo la vista gorda la mayoría de los ciudadanos de un país, ante los horrores de la persecución y la desaparición de otros por el simple hecho de tener una postura “peligrosa”.
De esa forma se prepara a una parte de la sociedad para considerar que un sector es su enemigo, que una idea es un peligro para la paz, para la estabilidad. Del contrincante político se pasa al enemigo, siendo que debe ser eliminado para que el resto de la sociedad pueda mantener su paz y garantizar su futuro. Así se divide una sociedad entre quienes justifican y ejecutan abiertamente las persecuciones, y quienes con su silencio se hacen cómplices.
Nos encontramos aún en un contexto que debe ser visto políticamente, hay adversarios pero no enemigos, a los adversarios se les derrota por la vía de la política. Existen grupos que traspasan esa línea y habrá instrumentos para neutralizarlos, pero a aquellos que se les adversa hay formas de contraponérseles sin llegar a los términos de la muerte. En estos días la oposición se ha enfrentado con la policía, han tenido encuentros con grupos motorizados, pero no se ha vulnerado la vida de ninguno, de suceder habría de lamentarlo y exigir justicia.
Urge luchar contra esa normalización del asesinato, contra ese silencio, y advertir hacia dónde nos podríamos dirigir en un escenario planteado de ese modo. El campo estaría preparado para que (si se diera el caso), un gobierno persiga y asesine a otros, con la vista cómplice de la sociedad. Hago un llamado a los opositores para que reflexionen sobre esta situación.
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