La revolución en su dinámica requiere cambios permanentes. La permanencia recurrente de personas en los cargos ministeriales se contradice con el precepto revolucionario. Lo único que puede quebrantar este principio es la imprescindibilidad ganada en la lucha por los líderes más acuciosos. Porque la sociedad cambia y el ente social inscrito en ella cambia inexorablemente. Entonces la revolución debe ir acorde a esos cambios. La última consulta electoral, sustancialmente pidió cambios a la revolución. Por eso el presidente Maduro persuadido en ello, procedió a anunciar los cambios bajo su absoluta potestad constitucional. Es muy difícil que el universo de millones de socialistas pueda estar perfectamente de acuerdo con las decisiones presidenciales de este tipo. Sin embargo en el campo de las ideas se pueden intercambiar opiniones, más para enriquecer e impulsar las acciones necesarias en este difícil momento de la revolución que para aminorar las decisiones del liderazgo gobernante, a veces con intenciones inadvertidas de inanidad. Así las cosas 14 nuevos ministros abordan el ruedo presidencial. El resto queda en sus curules con la venia del recién electo presidente socialista. Y entre los que salen, Loyo, Acuña, Nancy Pérez, Mari Pili. Osorio y Francisco pasan a unas coordinaciones regionales cuyos objetivos y alcances se desconocen realmente. No se trata de un enroque porque ellos salen del tablero presidencial. Parece más bien un consuelo burocrático que flotará por un tiempo hacia la transición a otras circunstancias, particulares de cada quien, de los ex ministros. Lo cierto es que la creación compulsiva de altos cargos burocráticos no es buena para la revolución. La trama institucional se atiborra y se embelesan las decisiones más apremiantes. En el tema estricto de los nuevos ministros, todos son merecedores de tales reconocimientos y con ellos se debe apostar al éxito de sus gestiones, sin embargo uno piensa inquieto, cuál sería la reacción de la camada socialista en una nombradía ministerial de Giordani Vice, Juan Barreto en Comunas, Roberto Hernández M. en Cultura, Robert Serra en Juventud, Andrés E Méndez en Despacho, Vladimir Acosta en Educación, General López Hidalgo en Seguimiento, Jacqueline Farías en Industrias Básicas, Víctor Álvarez en Planificación, Chaderton en Cancillería, Samán en Salud. Por supuesto que son deseos que de ninguna manera atentan contra las respetables decisiones del presidente. Lo más importante en estos temas es que cualquiera sea el cuadro que lidere un despacho ministerial, debe estar persuadido que ya la revolución retrocedió electoralmente lo que tenía que retroceder y un solo milímetro atrás que el proceso revolucionario repliegue, pesará con fuerza en la conciencia de quienes hoy el presidente Maduro concede tan alta distinción en la conducción revolucionaria.
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