Muy contentos debemos sentirnos los poco más de siete millones y medio de venezolanos que votamos y apoyamos el proyecto de país impulsado por el comandante supremo Hugo Chávez quienes debemos celebrar que NO PERDIMOS.
Creo que es hora de plantarse y reflexionar en torno a por qué a 14 años de revolución donde hay más grandes obras que nunca en la historia de nuestro país, donde hay más viviendas dignas, hay mayor matrícula de gente estudiando en todos los niveles (casi la mitad de todos los venezolanos estamos estudiando), se desarrollan las misiones, se fortalece el sistema de salud, hay más participación del pueblo, se regula los precios de productos de la cesta básica y se aumentan los sueldos para defender el poder adquisitivo del venezolano, existen más Mercales y Pdvales, se dan facilidades para comprar artículos de línea blanca y marrón, se obtiene control estadal de las empresas básicas de comunicación, eléctrica, se amplía la banca pública, se lleva bancos a las comunidades, se estructura una red ferroviaria en el país, se ensamblan automóviles en el país con participación del estado, se montan dos satélites, se impulsa una nueva concepción de televisión abierta, se democratiza el acceso a internet, se fabrican celulares, se ensamblan y construyen computadoras en el país, se incentiva las labores del campo y la producción, en fin no pararía de escribir lo que se hace en Venezuela…
Aparecemos posicionados en los mejores índices sociales, se cumple con las metas del milenio, mejoramos nuestra economía con una mejor distribución de la renta; bueno y todavía estamos detrás de los votos y sufriendo en elecciones para lograr las victorias. Qué pasa? ¿por qué tan pocos votos?
El problema supera lo electoral. Es hora de desarrollar conciencias, no es un problema de academia o cursos de formación sociopolítica.
Hagamos política con nuestras acciones, la mejor formación que podemos dar al pueblo está centrada en la organización social, el partido a cumplir su verdadero rol social y no electorero, los funcionarios públicos a trabajar en las comunidades organizándolas, atendiéndolas y dando respuestas, entendiendo que es un proceso de lucha de clases, dejar el discurso de ricos y pobres.
Es hora de que entender que somos de la clase trabajadora y debemos sentirnos orgullosos de ello, la humildad no es sinónimo de pobreza y que trabajadores somos los maestros, los obreros, los empleados, todos somos la misma clase y que nos debemos a ella. Como maestro soy trabajador en la escuela tan igual que el trabajador de la fábrica o el aseador de una oficina, o el director de un ente público.
Dejemos el sectarismo y vamos por nuestra gente a ponernos al lado de ellos a trabajar con ellos, a dirigenciar con ellos, a organizar con ellos, a reorganizar y a planificar la sociedad en que viviremos.
Por todo esto no debemos celebrar que ganamos hasta tanto nuestro pueblo no salga conscientemente a ejercer el voto y a legitimar no a un candidato sino a un proyecto de país que encarna un candidato y a un modelo de sociedad.
MSc.
Maestro.
ramoncisneroavila@gmail.com