Me da vaina escribir sobre este episodio que progresivamente nos estremece. Pero hay que hacerlo, no se puede desperdiciar tan lamentable oportunidad. Y es que al ver a los hermanos habitantes de los estados Missisipi, Georgia y Alabama, de New Orleans sobre todo; en especial a los negros, que se mantienen fieles a sus raíces étnicas aún después de casi tres siglos de haber llegado involuntariamente a esas tierras; seres humanos como nosotros, pero un poco menos afortunados, al verlos, vi a los hambrientos de Biafra, de Etiopía, de Níger, de la África toda. Hombres y mujeres famélicos, harapientos, desgraciados, derrumbando sin saber, el engaño mediático imperial más asqueante.
¡Que forma de perder la gloria del sueño americano!
Katrina desnudó la cruda realidad de una sociedad podrida, desigual, injusta, antidemocrática, insensible e irresponsable. Katrina dejó nuevamente en evidencia a un Presidente inepto, arrogante y gozón cuya única virtud es saber disfrutar sus vacaciones oliendo bosta de vaca e invitando a sus pocos amigos presidentes para presumir su camionetota chevrolet. Katrina se llevó vidas, miles de vidas, así como la hambruna se las lleva a diario en África pero ahora descubrimos que también en Estados Unidos, esta es la novedad. Resulta que la descomposición social es tan grande que ha sido casi increíble ver a policías, bomberos y demás hombres de uniforme (glorificados en miles de filmes), saqueando tiendas y viviendas que se quedaron con el agua a la mitad.
Antes de tomar medidas concretas para salvar a los aún vivos, lo más espeluznante ha sido constatar la insensibilidad de las autoridades que ordenan disparar a matar a los desesperados por la inasistencia federal, para “proteger la propiedad privada”. Que frustrante ha sido para los pitiyankis, para Maria Corina y su combo, constatar que los barrios gringos no tienen nada que envidiar a nuestras barriadas marginadas, bueno si, allá no tienen un médico de Barrio Adentro, un Mercal, ni mucho menos la Misión Robinson.
Nosotros, que nos quejamos de las calles con huecos, deberemos aceptar en lo sucesivo, a raíz de la zozobra de los diques de New Orleans, que en el país del sueño americano, de la sociedad perfecta según algunos lacayos criollos, también son negligentes con las obras públicas, que también hay desinversión y peor aún, que no existe un mecanismo expedito para ayudar a los damnificados por parte del Gobierno Federal. Coño, eso si es el colmo. Claro, Irak y Afganistán los tienen muy ocupados y por eso abandonan a sus compatriotas a su suerte, al “sálvese quien pueda”. Oye vale, dio lástima con el pueblo americano ver como Mr. Danger tuvo que invitar a su papá y a Cinton para que ellos pidieran colaboración para los cientos de miles de afectados por el huracán, sencillamente porque él no tiene credibilidad.
Y uno pensando que la tragedia de los irakíes y los afganos era lo peor que podía engendrar la mente perturbada de Bush Jr. No, resulta que su propio pueblo está recibiendo los azotes de un gobierno macabro, quizás el peor de la historia norteamericana. Cuando Mr. Dánger, muy very happy, le recomendó a sus compatriotas huir y protegerse de Katrina, sin esbozar plan de contingencia alguno, no pensó que era precisamente él quien debía cuidarse de su propia arrogancia irresponsable, la más peligrosa, la más lamentable de la historia humana en estos últimos años. ¡Ah¡ y cuando vi las imágenes del Air Force One sobrevolando la zona de desastre y luego él bajándose en la Casa Blanca con todo y perrito, como si nada estuviera pasando, solo atiné a decir “bien hecho no joda”. Porque un pueblo, por muy alienado que esté, por muy intoxicado de cocaína, de violencia, de fundamentalismos, no puede darse el lujo de tener a tamaño irresponsable, al frente de la maquinaria bélica más grande que quizás tenga en su historia la humanidad.
CALENTAMIENTO GLOBAL
Katrina, el tsunami, incluso los ventarrones arranca todo que hemos sufrido nosotros esta semana, son la advertencia dramática que está haciendo el planeta, cansado de abusos y atropellos. Cada muerto por una tragedia natural es una bofetada a los que no quieren firmar el Protocolo Kyoto. Cada vez que una de esas cosas increíbles pasa, debemos responsabilizar a Bush y otros líderes mundiales, que pensando en sus intereses económicos no se deciden a cambiar la realidad fratricida que nos domina y que nos llevará sin dudas a la catástrofe total.
Poco podemos hacer desde Venezuela para evitar lo inevitable. El Planeta está en peligro y no se vislumbra la posibilidad de mudar a tantos en caso de que la Tierra colapse definitivamente. Por eso hoy más que nunca cobra una vigencia indescriptible el debate propuesto por Chávez de un nuevo modelo de desarrollo. No es con la copia del modelo ficticio americano, capitalista, neoliberal y salvaje, desnudado ya por el ventarrón Katrina, que lograremos la felicidad. Primero desaparecemos antes de lograr que al menos la mitad de los terrícolas podamos ique disfrutarla.
Es entonces urgente el impulso del debate sobre el nuevo socialismo. No hay tiempo que perder. La inclemencia climática, la reivindicación planetaria tocó al propio imperio.
¿Qué más debemos esperar?
La ofensiva debe ser total. Los pueblos que queremos seguir viviendo por miles de años más, no debemos resignarnos al destino que nos depara la minúscula clase oligarca mundial que se empeña en que sigamos el ejemplo de los dinosaurios. La lucha no es fácil, estamos en desventaja, pero algún día la debíamos iniciar, ya Chávez lo hizo. No queda más remedio: o cambiamos las cosas o morimos así no hagamos el intento.
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