Una revolución verdadera no puede estar sometida a la posibilidad de terminar sus días en un eventual proceso electoral con resultados adversos para ella. Una revolución verdadera tiene que asegurarse de antemano su victoria en cualquier proceso comicial que se le presente por delante. En nuestro caso venezolano, si este fue el camino tomado por los dirigentes bolivarianos para hacer la revolución, ninguna consulta electoral debe significar riesgo de fracaso. La revolución tiene que ser ella misma victoria, triunfo, éxito. Por tanto, unos comicios no deberían generar ninguna crisis, como los que sufrimos en nuestro país los días 14, 15 y 16 de este mismo mes de abril. En revolución los comicios son una simple formalidad que deben servir para la legitimación de la misma y nada más. De no ser así, ese proceso no es por ningún lado una revolución.
Lo anterior significa que la revolución tiene que ser un proceso permanente o no es nada. Permanente significa que se reproduce a sí misma, que tiene capacidad para mantenerse en el tiempo, que se arraiga con mayor fuerza a medida que los días pasan, que se consolida cada vez más, que gana espacios revolucionarios a medida que los procesos avanzan, que suma voluntades siempre, que es mayoritaria en el sentir colectivo.
Permanente es que permanece a pesar de cualquier eventualidad. De acuerdo con Trostky, autor del libro homónimo, revolución permanente quiere decir aquel proceso tansformativo que ejecuta desde el primer día un programa de reivindicaciones de carácter socialista, que no se aviene a ninguna de las formas de predominio de clase, que se enfrenta de manera franca y contundente a la reacción de derecha; es un proceso revolucionario en el que se va superando una etapa tras otra y que no puede terminar más que con la liquidación completa de ese viejo sistema socioeconómico donde un sector social domina y explota al resto de la sociedad. En este sentido, una revolución debe avanzar siempre en la tarea de liquidar todas las formas de dominación socioeconómicas. Por tanto, revolución permanente es un proceso histórico positivo, donde van quedando atrás los rasgos característicos de la sociedad que está siendo superada y en su lugar se van imponiendo los rasgos de la otra sociedad en formación. Aquella se debilita de manera irreversible, ésta se afianza y amplia progresivamente hasta alcanzar el punto de no retorno.
Este punto de no retorno se logrará en nuestro país, sólo cuando el colectivo nacional mayoritario haga suyo el proyecto revolucionario, se convierta ese colectivo en el sujeto de la revolución, pase a ser este sujeto el poder fundamental. Estamos hablando entonces del poder popular, del pueblo erigido en dueño del poder político, del pueblo dirigiendo el Estado venezolano, del Estado Democrático Popular. En esta situación no hay consulta eleccionaria que represente una amenaza para el proyecto. Una consulta de este tipo sería no más para renovar los cuadros de gobierno revolucionario, pero nunca para liquidar el proyecto por un triunfo de la derecha. Tal opción está eliminada de plano, y lo está porque, alcanzada tal situación, la revolución habrá triunfado definitivamente. Por tanto, para salvar este proyecto bolivariano en curso en nuestro país hay que abrir desde ya cauces a la erección del poder popular; funcionarios e instituciones del país en manos del chavismo deben actuar en esta dirección sin temores y dilaciones. Tenemos que reconocer de una vez por todas que el socialismo sólo emergerá del poder popular ampliado, un tipo de poder que es revolucionario per se, dada la sintonía existente entre el programa del socialismo y los intereses de los sectores populares.
Ahora, en la circunstancia especial de nuestro país, luego de la desaparición física de nuestro Gran Timonel, la exigencia política fundamental es potenciar el protagonismo colectivo, cumplir definitivamente y sin ambages el mandato a que da lugar la Ley Orgánica del Poder Popular. No son éstas, compatriotas, palabras huecas, mero discurso académico, frases rimbombantes, consignas sonoras. Es lo que demanda la coyuntura para marchar con pié firme en la definitiva senda de la patria socialista, soberana, democrática y plena de justicia. Que nunca más un proceso comicial genere angustias entre los miembros del chavismo porque avizoran estos la posibilidad de un revés, se trata de derrotar a la derecha de una vez y por siempre con el poder popular hecho gobierno, con el poder popular dirigiendo las instituciones del Estado nacional. No hay otro camino para ganar esta lucha venezolana y latinoamericana. Presidente Maduro, actué en esta dirección. Para ser leales a Chávez y a Bolívar, la Quinta República ha de ser la República gobernada por el Poder Constituyente Originario. Tal es la lección más destacada que nos ofrecen los recientes acontecimientos abrileños venezolanos.
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