Venezuela en la encrucijada de Capriles: ¿violentar o esperar?

Esta es la encrucijada que acorraló a Henrique Capriles el día que fue anunciado como candidato de la Mesa de la Unidad Democrática: llevar o no al país a los escenarios de la confrontación y la violencia, asumir o no el costo de una nueva derrota y por ultimo: arriesgarse o no a la paz y la despolarización política?

Antes de empezar la campaña electoral todo estaba claro para Henrique Capriles R: una segunda derrota sería mortal para sus aspiraciones presidenciales y para el auge de la oposición Venezolana, donde todo estaría perdido si el chavismo sin Chávez se establece como primera fuerza política del país. Por eso, ante el anuncio de los estrechos resultados ofrecidos por el CNE, donde solo un 1,7% de diferencia hacen ganador a Maduro, la actitud altanera y desafiante de Capriles y su negación a reconocer los resultados y llamar al pueblo a la calle evidencian más que una postura antidemocrática: la agenda de violencia y polarización que regirán al país en los próximos meses y cuidado: años.

Nadie se esperaba tan estrechos resultados, pues todas las encuestadoras conocidas y respetadas del país hablaban de entre 8 y hasta 20% de los votos a favor de Maduro sobre Capriles. Entonces, por qué negar los resultados, por qué desacreditar al mismo arbitro que por casi el mismo resultado dio como ganador a Capriles sobre Jauar en Miranda? Por qué no celebrar el aumento de casi un millón de votos y esperar las próximas elecciones?

La respuesta a todas estas interrogantes está en la psicología social más se hicieron evidentes en los abrumadores resultados de las elecciones para elegir gobernadores, donde la oposición perdió espacios como Nueva Esparta y Táchira, incluso Mérida donde se había sacado más votos opositores en octubre y Miranda se mantuvo con un margen de susto. Por ello, si Capriles el 14A en la noche reconoce los resultados y acepta que Maduro ganó limpiamente las elecciones tendría serios problemas en el futuro. Primero, Capriles se arriesgaría a perder el apoyo de los opositores radicales que nunca han aceptado un fallo favorable al chavismo como valido y que ven como una debilidad aceptar cualquier juicio que los den perdedores. Segundo, la masa opositora entraría en un mayor nivel de apatía y frustración política que la que los desmotivó a salir a votar en las elecciones para gobernadores, lo que redundaría a favor de los candidatos chavistas en las próximas elecciones municipales. Tercero, se reducirían al mínimo los espacios de poder de la oposición y por último y más importante: Capriles no sería el líder indiscutible de la oposición en las próximas elecciones. Todo eso lo sabía y mueven a Henrique Capriles hacia un solo escenario posible para él: desconocer los resultados e intentar llevar a la ingobernabilidad al país mediante la crisis política.

El 14 de abril por la noche la sensación que reinaba entre los electores opositores era de indignación, con algunos que otros casos de violencia y racional aislada como la del chofer del 350 que atropelló a un grupo de personas que en caravana festejaban el triunfo de Maduro en El Samide y en el que murieron dos niños y un adulto, pues esa sensación incomoda luchaba con la certeza de perder que se tenía anteriormente. Ya para el 15A esa indignación había evolucionado hacia el odio y las ganas de hacer justicia, de salir a gritar que hubo fraude, que hay un presidente ilegitimo, que no van aceptar los resultados; ya la violencia no es espontanea sino no un evento premeditado y orquestados por Capriles como tabla de su salvación politica.

La estrategia: ante la evidente frustración y posterior apatía de sus seguidores, Capriles y su equipo optaron por generar indignación y rabia en las masas opositores al desconocer los resultados, pues estas emociones movilizan a las personas, las tienen activas y algo muy importante: fiel a él que lucha “contra la injusticia” de quien gana y le arrebatan el triunfo. Bajo los efectos cegadores de la ira y la indignación nadie preguntará o cuestionará por los resultados de la violencia política desatada y menos, si el líder se disfraza de pacifista al llamar a descargar sus arrecheras en paz.

A todo lo dicho hay que sumar que después del 14 A se hace más palpable el nuevo escenario de la política nacional: Chavez no está y hoy la oposición suma una importante población que incluye a seguidores de las clases populares que, golpeados por el desabastecimiento, la especulación y las fallas eléctricas, han apostado en su verdugo para salir de sus problemas.

Luego del paso de la indignación a la violencia y la vuelta a la frustración de la mayoría de los electores de la oposición, había que justificar lo injustificable, negar lo evidente y enviar un mensaje a los aliados internacionales para pasar a un estado de crisis y confrontación política permanente, el cual es el escenario que mantienen vivas las posibilidades de la oposición de hacerse con el poder y aplastar al chavismo antes de que se afiance en el poder.

Se tiene que justificar lo injustificable, por eso Capriles exigía en los medios, más no en los órganos competentes un recuento de los resultados, una auditoria que como él y sus técnicos saben no van a cambiar los resultados pero sirve para justificar las dudas de sus seguidores por un lado, y por el otro, enfilar baterías contra el Consejo Nacional Electoral.

En sus argumentos contra los resultados dictados por el CNE, Capriles denuncia hechos fantasiosos que ofenden la inteligencia de cualquier sujeto consiente, del que se debe excluir a sus seguidores, ya que estos están enceguecidos por la ira y la indignación. Por ello, cuando el ex candidato presidencial afirma que votaron más de 600.000 muertos los opositores no se preguntan como lo hicieron si para votar había que desbloquear las maquinas con el pulgar. Cuando Capriles dice que en más de mil centros electorales Maduro sacó hasta un 1.000% más votos que Chavez tampoco suena la alarma de la inteligencia en sus seguidores que saben que Maduro disminuyó en todos los estados y municipios en más del 6% respecto a los votos obtenidos en octubre por Chávez y lo insólito: Capriles denuncia que en 200 centros electorales a sus testigos no los dejaron estar en las auditorias sin caer en cuenta que en la mayoría de esos centros de votación él había ganado y claro, que sus testigos dejaron su huella dactilar en cada acta de escrutinio. El colmo de la ofensa a la inteligencia fue denunciar que habían votado personas con más de 100 años e incluso, uno de 120 años del que no dio ni nombre ni numero de cedula, claro, no es tan estúpido pues sabe que cualquiera puede verificar la denuncia en el portal del CNE.

Ya no es el cuento del reconteo voto por voto, Capriles y su equipo hablan de verificar las huellas dactilares una por una con los cuadernos electorales y ahí podemos ver que él lo que quiere es tiempo en zozobra para sus seguidores, pues hablamos de 12.000 mesas con un alto universo de electores y verificar las huellas no es algo sencillo que se pueda sistematizar.

Negar lo innegable: ante la pregunta de un corresponsal internacional de REUTER quien interrogó a Capriles sobre los hechos de violencia y las muertes ocurridas el ex candidato respondió con una sonrisa cínica afirmando que en Venezuela todas las instituciones estaban en poder del gobierno, así que era dudoso que tal violencia y sus muertos sean verdad. Después lo volvió a negar y su arma de choque informativo: Globovision no publicó nada sobre los hechos de violencia ni de los muertos en Miranda, Barina, Táchira y el Zulia, solo se hizo eco de la vergonzosa declaración de la empresa de derechos humanos PROVEA quien en vez de exigir respeto por los derechos humanos como es su naturaleza, salió a negar que hubieran ocurrido. Cuando no se podía negar más los actos de violencia el equipo de Capriles y el propio ex candidato afirmaron que tales hechos fueron realizados por los propios militantes del PSUV para echarle la culpa a ellos de la violencia ya que él, como dijo sin tapujo, solo llamo a sus opositores a descargar su arrechara en paz y con peluches.

Las respuestas dadas por Henrique Capriles a las interrogantes establecidas por la realidad política del país de: llevar o no al país a los escenarios de la violencia, asumir o no el costo de una nueva derrota y por ultimo: sobrevivir a la paz y la despolarización política ya han sido respondidas con claridad en los recientes sucesos de violencia y polarización vividos en el país y más, sus recientes declaraciones donde afirma que le robaron las elecciones y exige nuevas elecciones no es otra cosa que tratar de desconocer su derrota electoral y tratar de llevar irresponsablemente al país a una crisis política aguda y sangrienta donde por supuesto, Capriles no acepta ni aceptará ningún margen de responsabilidad por los hechos de violencia y sus trágicas consecuencias para el país y particularmente, para las familias Venezolanas.

Las interrogantes expuestas en el articulo creo que están más que esclarecidas por los hechos y por la actitud hostil del ex candidato oposito Henrique Capriles, ahora se abren nuevas interrogantes para todos los venezolanos, incluyendo con mayor fuerza a los que se oponen al gobierno de Nicolás Maduro: dejaremos que el país entre en un caos de violencia e intolerancia política? Seguirán a Capriles aun cuando los llame abiertamente a confrontarse con sus hermanos? Qué hará el gobierno y los seguidores del chavismo ante el reto de desmontar la violencia política y de hechos promovida por la oposición?



*MSc.

Denorteasur49@gmail.com

@edixonherrera


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