Desde este espacio quiero enviar un gran saludo a todos los trabajadores y trabajadoras de mi patria, y aprovechar la oportunidad por adelantado para expresar mi más profundo respeto hacia la clase trabajadora, que en su Día Internacional, debe y tiene que sentirse orgullosa porque uno de los suyos, uno de los nuestros, un trabajador, un obrero, es presidente de la República; nada más y nada menos que por la voluntad popular. Eso realmente nos llena de orgullo, porque ese obrero, es hijo de la revolución, hijo político de Chávez, hijo del pueblo, a quien las fuerzas del destino lo empujaron para que tomara las banderas de la lucha revolucionaria y condujera a la nación hacia las llanuras infinitas del socialismo. Resígnense escuálidos la revolución es de largo aliento.
Precisamente, momentos cuando el discurso miserable del fascismo y de la derecha venezolana arrecia y arengan a sus acólitos iracundos para que sigan caminando a tientas por los laberintos de la oscuridad espiritual que pervierten el sentido de la realidad y conducen a una interpretación errónea del destino; surgen los ecos venidos desde las voces del destino racional, que en un canto sereno de melodías inconfundibles, hacen sendos llamados a la paz y la tranquilidad, que se consolidan con los discursos de Nicolás Maduro, presidente legitimo y constitucional de la república, que a cada rato ratifica sus palabras de “unión y trabajo para fortalecer la revolución”. El discurso del amor vence al discurso del odio.
Ese obrero chavista, le está dando una tremenda lección de humildad y respeto a todos los venezolanos y venezolanas. Mientras el candidato fascista llama a sus partidarios a que se consuman en el fuego del odio, del rencor y el aceite quemado; el presidente obrero, enciende su autobús, mete primera y acelera la chola para empezar su recorrido de chofer de la patria y llevar a cada rincón su mensaje de certidumbre, de paz y de construcción. Ese es el gobierno de la calle y de la gente de paz.
Al igual que lo hacen los grandes, los gigantes pues, como Hugo Chávez y Mahatma Gandhi, el presidente obrero ya marcó la línea de su gobierno, que se enmarca a su vez en la senda del pensamiento político del comandante eterno, que no es otro que preservar la libertad en el marco de la paz revolucionaria. Esa fue la primera acción del gobierno de Maduro con la que derrotó el plan que venia con todo para derrocarlo, porque la derecha venezolana en alianza con gobiernos enemigos y castas políticas y sociales asesinas, jamás van a permitir que un obrero sea presidente. Así que la lucha va a ser dura, pero siempre victoriosa, porque Dios está con los buenos y no con los cobardes y fascistas. Hasta Dios en revolucionario.
Mientras las facciones opositoras se dejan arrastrar por las pataletas del niño malcriado, el mundo entero fija su mirada y su atención para centrarse en la realidad política venezolana, donde se ha cumplido unos de los grandes anhelos de la humanidad, el que un obrero asumiera el poder político y desde allí comenzar a ejecutar los sueños del proletariado. Entonces, la alegría es infinita para los trabajadores y trabajadoras de esta patria, que en el Dia Internacional de la Clase Obrera, no sentimos orgullosos de nuestro Presidente. Las escrituras de la Primera Internacional Socialista se han cumplido. Ahora Marx y Engels, junto al comandante Chávez, son los guías en esta nueva etapa revolucionaria y del socialismo. Que viva la patria chavista. Hoy tenemos una patria madura.
Politólogo
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