El lunes 16 de agosto, de 2004, todos vimos a Pompeyo Márquez atento a lo que estaba diciendo Ramos Allup ante las cámaras de los canales de televisión. Allí decía Ramos Allup: “Tenemos las pruebas del fraude, y mañana las llevaremos al tribunal… y por ahí seguía, y Pompeyo Márquez lo miraba con picardía.
Pasó el tiempo y cada vez que alguien ve por allí a Ramos Allup le pregunta: “¿Cómo están esas pruebas del fraude, compañero? ¿Se están acumulando?” Ramos Allup sonríe porque de su picardía se acuerda.
Ahora, el 14 de abril de 2014, el candidato derrotado, Capriles R, dijo que no reconocía el triunfo de Nicolás Maduro cómo presidente. Y no habló de ninguna prueba. Al siguiente día llamó a un cacerolazo, y más adelante mandó a su gente a poner salsa, y luego dijo que “descarguen su arrechera”, y en el transcurso hubo 10 muertos chavistas y acoso a Centros Médicos y a residencias. En fin, que las pruebas del fraude las empezó a dar lentamente.
Así comenzó diciendo que “allá, en una Mesa en Cuica, Carache, estado Trujillo, ¿dónde queda esto Leopoldo?, allá hubo más votantes que votos”. Luego se verificó y se descubrió que en ese centro hubo dos mesas electorales y por eso el resultado, el candidato derrotado se peló.
También dijo al principio, que “más de ciento setenta testigos nuestros fueron sacados a punta de pistolas de sus centros electorales”, y más adelante dijo que fueron setecientos, hasta el momento nadie conoce a un testigo que haya pasado por eso.
El constitucionalista, Hermam Escarrá, declaró que “era imposible que haya habido fraude, porque ya todo se ha probado y comprado”. Sin embargo, cuando todo el mundo decía que el candidato derrotado no había impugnado, que era lo primero que tenía que hacer, ellos decidieron impugnar el 3 de mayo de 2014, y ¿las pruebas? y dijo Ramón José Medina: “después las traemos”.
Antes, la Dra. Tibisay Lucena, a quien los opositores acosaron en su residencia –en los medios privados no se dijo nada-, realizó una cadena nacional donde desmontó punto por punto el documento que el candidato derrotado había presentado al CNE.
En fin, que ahora la oposición no se precipitó, como lo hizo Ramos Allup en el 2004, sino que siguen aprendiendo a dar golpes de estado.
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