Y no sólo eso, sino que nosotros, gobierno, intentamos quitársela tomándola por el metal caliente. En el capitalismo, sistema que hegemoniza tanto lo material como la conciencia social, los detentores del capital, de los medios de producción, es decir, los capitalistas, mueven sus recursos hacia aquéllas actividades productivas o financieras que más ganancias les produzcan o, en situaciones de monopolio u oligopolio, juegan con los niveles de producción a fin de afectar la relación entre la oferta y la demanda en procura de alterar los niveles de precios a su favor, con mejoras tecnológicas para sustituir mano de obra y disminuir los costos de producción, con aparentes variantes y diversificación de los productos para evadir regulaciones e incrementar los precios de venta, como en Venezuela en el caso de la producción de harinas precocidas, grasas y otros productos alimenticios por la empresa POLAR
Siendo, como ocurre en Venezuela, que “… la formación socioeconómica que todavía prevalece… es de carácter capitalista y rentista” mal pudiéramos esperar que la POLAR u otra empresa privada explique al Estado el porqué deja de producir, o por qué cambia líneas de producción, reorienta su comercialización, o no cumple una función social; NO, camaradas, del capitalismo es su naturaleza usar a la mano invisible del mercado para explotar al trabajo y maximizar la ganancia. O como Estado revolucionario, claros en los objetivos, consciente de que esta es una lucha de clases, asumimos el riesgo de profundizar en las acciones políticas que demanda el momento histórico o se impone definitivamente el reformismo, es decir, el capitalismo nos vence de nuevo.
Y la cuestión no es que no se hable con los capitalistas dueños de la POLAR, sino que vayamos a la conversa creyendo que van a colaborar con la revolución, o pensando siquiera que compartirán su ganancia, que entenderán de función social, que en su caso sería comprender que los productos alimenticios no pueden ser una valor de cambio sino un medio para satisfacer necesidades humanas, o que no pueden seguir usando el maíz y el arroz para producir cervezas y sus consecuencias: alcohólicos y muertes. O la expropiamos o construimos nuestras propias empresas de producción de alimentos; cuando eso ocurra, cuando tengamos productos que compitan con los de la POLAR, en diversidad, calidad y cantidad, sin temor a equivocarnos, ni pendejos que sean podemos afirmar, seguirán saboteando mediante el acaparamiento o la huelga empresarial. Dejémosle esa sartén, busquemos la nuestra.
Los capitalistas carecen de ética y moral, su objetivo es la ganancia, y por ella simplemente se adaptan a la circunstancias, regalan su alma al diablo, ni siquiera la venden. En el marco de la formación “…capitalista y rentista…” que caracteriza a la economía venezolana, y mientras el socialismo no termine de “…implantar su propio dinamismo…” el objetivo no puede dirigirse a convencer a la POLAR de su deber social, sino de HACER socialismo. Pero si mantenemos, por ejemplo, a PROAREPA y a PRONUTRICO, ambas empresas productoras de harina precocida, controladas por el Estado, produciendo sólo al 30% de su capacidad, o las tierras recuperadas con bajos niveles de producción, incluso algunas improductivas, jamás vamos a romper con la hegemonía POLAR ni lograremos quitarnos esa espada de Damocles que amenaza con clavarse en el alma de la Revolución Bolivariana. Ni hablemos de la producción de semillas, de controladores biológicos, abonos orgánicos, etc., es decir, de enfrentar decididamente a la revolución verde, al modelo agroindustrial capitalista.
Propongo entonces: 1) Mejorar tecnológicamente a las empresas y fincas que ya tenemos en nuestras manos, eso no es difícil y no requiere de convenios internacionales porque en Venezuela tenemos experiencia TANTO TECNOLÓGICA COMO HUMANA; 2) Diseminar por todo el país, en cada comuna, en cada comunidad, pilones de maíz asociados a la producción de masa de maíz “pilao” y vincular la producción campesina de este cereal a esos pilones aprovechando, al mismo tiempo, los subproductos del proceso de “piloneo” en la producción de cerdos, pollos y huevos; 3) desarrollar tecnologías sencillas para la producción de aceite vegetal y grasa animal; 4) producir e instalar pequeñas torrefactoras de café, fábricas de quesos, despulpadoras; 5) dictar talleres directamente en las comunidades, por televisión (micros culinarios), mediante encartados en VEA y el Correo del Orinoco sobre cómo hacer mayonesa, salsas, encurtidos, deshidratado, salado; panes de yuca, ñame, ocumo, etc. En fin, “empoderar” al pueblo de tecnologías sencillas y útiles que en Venezuela se conocen, incluso tenemos universidades que forman especialistas en conservación y procesamiento de alimentos. ¿Qué tiene eso de difícil? Ni siquiera es costoso, lo único que faltaría es la voluntad política. Y mientras eso de desarrolla y fortalece, bueno, que la POLAR siga vendiendo sus productos. La sola decisión política de llevar a cabo proyectos como los mencionados, los hará cambiar su actitud, porque sentirán amenazada su hegemonía en la producción de alimentos. Les aseguro que, con una política de este tipo, sostenida, consecuente, decidida, en unos tres años veremos como se harán reales los objetivos del plan de la Patria.
Ah, segurito que se tocarán intereses de tirios y troyanos, pero bueno, esa es la batalla, inventamos o erramos, es tiempo de revolucionar la revolución.
*Diputado AN/PSUV-Portuguesa
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