Mi palabra
"El amor es una maravillosa flor,
pero es necesario tener el valor
de ir a buscarla al borde
de un horrible precipicio."
El domingo muy temprano en la mañana, leyendo las páginas de sucesos de un diario larense, encontré una noticia espeluznante, propia de las películas de terror, por suerte, estas son pura ficción, aunque algunas salen de estos hechos; lamentablemente, la información es un caso real, ocurrido en un pueblo larense lleno de tradiciones: Quibor, población, que no escapa del muy agitado momento de la humanidad, situación muy preocupante, con sucesos escalofriantes, cometidos casi a diario en nuestro país. La reseña periodística causó conmoción en todo el estado, por la manera como el supuesto asesino llevó acabo el hecho, en contra de una mujer humilde, empezando a vivir llena de ilusiones; el crimen lo cometió descuartizándola, para luego botar algunas partes del cuerpo de la infortunada dama.
El mismo día de leer la noticia, salí a la calle para efectuar algunas compras, aprovechando la oportunidad para pulsar la opinión de algunas personas; la impresión y conclusión, es que, este modelo de vida, acelerado por el stress indetenible, siempre están presente las noticias de violencia dentro y fuera de los hogares, con saldos de muertos y heridos propios de países en guerra, salvo las horas de la noche, cuando la gran mayoría de la población duerme; pero en las grandes ciudades con la creciente vida nocturna, se multiplican; está situación se ha venido presentando en pueblos, que hasta hace poco eran apacibles y tranquilos, para despertarse sobresaltados por informaciones nunca antes imaginadas.
En los sitios visitados muy pocas personas se habían enterrado de la noticia y los que sabían, dejaban ver una pasmosa tranquilidad, algo sumamente preocupante por la manera como asimilan estos hechos. Todavía en estos momentos, cuando se hace algún comentario, muchas personas responden sorprendidas por no estar enterrado ¡Eso no salió en el periódico! ¿Dónde fue eso? Lo que demuestra, que el tema político arropa todo o simplemente una gran mayoría de la población, poco les importa lo que está pasando en la sociedad.
Todavía no logro entender estos hechos violentos y escalofriantes, cometidos por humanos como fieras salvajes en plena selva; pero tampoco entiendo la forma como las personas reciben estas informaciones; prácticamente se han venido acostumbrando, por la forma tan repetitiva de suceder; viven estos casos, como si estuvieran en la comodidad del hogar viendo una película; se impresionan más, viendo la ficción de las cintas cinematográficas, que antes estos hechos de la vida real. Con razón el desaparecido Presidente y poeta de Checoslovaquia Václav Havel dijo en cierta ocasión: A menos que haya una revolución universal en la esfera de la conciencia del hombre, nada mejorará nuestra existencia humana, y la catástrofe a la que se encamina este mundo será ineludible.
Cuando revisamos las estadísticas, no encontramos que en la mayoría de estos casos los protagonistas son jóvenes, cuyas edades no llegan a los treinta años; muchas son las causas y los motivos, pero nada justifica hechos tan abominables como el sucedido en esa bella población larense; algunos tienen raíces sentimentales, donde muchas veces se hacen imposible de evitar por la forma tan alevosa como son cometidos, dejando secuelas difícil de borrar, por el impacto en la mente humana.
Los más perjudicados antes estas terribles tragedias es la población infantil, casi siempre están presentes inocentes e indefensos niños; muchos son agredidos directamente, como el caso reciente de Guanare, que desató una ola de protestas; pero en otros casos son los testigos de estas conmovedores tragedias, como sucedido en Valencia, cuando un niña presenció la muerte violenta de la madre, de 39 puñaladas por parte del marido celoso en arrebatos de rabia. Lamentablemente algunos especialistas, estudiosos del comportamiento humano, lejos de estar en busca de las verdaderas causas de estos hechos repugnantes, se encuentran enfrascados en la diatriba política, sin ayudar en la solución
Sabemos que la tarea no es fácil, pero por algo hay que comenzar; los centros educativos deben de servir como medios de alerta sobre el comportamiento de algunos niños, reflejo del desorden en el hogar. Los organismos del estado encargados de brindarle orientación a la ciudadanía, deben emprender una campaña sistemática a través de los medios de comunicación, con mensajes claros y precisos dirigidos exclusivamente sobre la violencia en el seno de la sociedad. Sabemos que la lucha política en los últimos años viene envolviendo la atención de la vida diaria del venezolano, pero no debemos cruzarnos de brazos como simples espectadores, mientras siguen ocurriendo estos hechos violentos enlutando familias venezolanas. Tenemos, que tratar por todos los medios de apartar de la encarnizada discusión política, estos temas sociales muy peligrosos, porque de lo contrario la solución se hace más difícil, convirtiéndose en un detonante en la población.