He estado en las entrañas del monstruo y creo conocerlo perfectamente, es más, me atrevo a vaticinar que inevitablemente nos conducirá al abismo o cataclismo si no logramos derrotarlo y someterlo de una buena vez.
La burocracia estatal fue construida para someter por las buenas o por las malas a todos aquellos que osen enfrentarla, bien sea para dirigirla o realizar una simple diligencia, es una perversa maquinaria compuesta por miles de individuos que incorporan a la dinámica política sus visiones, pasiones, intereses y trabajo; de tal manera que garanticen que las cosas avancen, se detengan o se desvanezcan según ellos vayan metiendo sus manos y opiniones en el camino de un simple trámite administrativo o formal en cualquiera de las instancias gubernamentales en las cuales esos individuos hacen vida.
La burocracia estatal pareciera ser una abstracción del gran conglomerado oficial, tal vez un sinnúmero de papeles fríos que hay que llenar para cumplir con un trámite o los pasos que debemos cubrir para estar enmarcados en la norma estatal y obedientes de las leyes; pero creo que tiene una concreción mucho más fatídica, son personas de carne y hueso que actúan en la mayoría de los casos con impertinencia y una postura claramente obstruccionista, que proceden descaradamente para destacarse como el eslabón infranqueable de las oficinas públicas y los garantes de que ningún trámite pueda realizarse o en el mejor de los casos se sufra el mayor de los padecimientos al realizarlo, de tal manera que conduzcan al final de un tortuoso camino, a quedar eternamente agradecidos por el logro de tan anhelada meta establecida (hacer un trámite formal) a pesar de las dificultades.
Pudiera pensar que el fenómeno es tal o cual oficina, municipio o estado del país; pero he podido transitar en los más disímiles espacios y el fenómeno es el mismo, culturalmente hablando no hay mayores cambios, tal vez un acento maracucho por uno andino o central, pero la obstrucción es la misma, la practica perversa es calco y copia de la original podredumbre burocrática.
La revolución bolivariana tiene una diatriba pendiente ante sí; por un lado una estructura burocrática totalmente desvinculada de la revolución y por el otro millones de venezolanos esperando la concreción del grito de “eficiencia o nada” lanzado por nuestro comandante eterno, aquel que en el desespero por salvar un proyecto sui generis que trata de avanzar pacíficamente y en la más plena de las democracia conocidas sobre el planeta, partió dejándonos el sin sabor desandando en nuestros corazones.
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