La Revolución Bolivariana está entrando de lleno en una nueva etapa revolucionaria-criolla. La etapa del “gobierno de calle” cuando la “revolución es calle”, ambos conceptos políticos propuestos y desarrollados por el líder en ascenso, Nicolás Maduro Moros, como fundamental-responsable del “socialismo del siglo XXI”. Ambos conceptos arriba en mención enriquecen el “ideario Chávez” (“chavismo”) impactando tanto la estructura del Estado en proceso de cambios profundos como en el área internacional; ello nos obliga a reflexionar y desarrollar ambos conceptos político-ideológicos en mención y sus procesos en praxis no solo desde las responsabilidades del Gobierno Bolivariano sino y fundamental con lo significado de la participación de lo denominado como “calle”, es decir, la sociedad revolucionaria comprometida con lo nacional-histórico y lo conceptual-revolucionario-
En esa misma línea de pensamiento, la etapa que asume, responsablemente, el Presidente-obrero, Maduro Moros, desde y a partir del día 14 de abril (2013) cuando la sociedad venezolana lo eligió como Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela apenas comenzando a asumir sus nuevas responsabilidades, Maduro Moros se vio obligado a enfrentarse con la realidad impulsada, irresponsablemente, por el calificado como el líder de las derechas criollas, señor Henrique Capriles Radosnki. Aquella irresponsabilidad expresada por el señor Capriles Radonski ha tenido, inmediatamente, consecuencias terroristas con saldo de asesinados y, obvia y necesariamente en el marco de la reingeniería del capitalismo-imperialismo estadounidense, el no reconocimiento del Gobierno del señor Barack Obama al resultado de la elección presidencial que, libre y democráticamente, expresó la voluntad popular de la sociedad venezolana y, en consecuencia, la elección de Maduro Moros como Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela con lo cual se conjugan la “unidad de intereses imperial-imperialista” a las cuales se adhieren, con desparpajo, las derechas venezolanas en actitud contra-nacional y anti-histórica por no decir de total irrespeto a la Democracia como concepto y a la democracia participativa venezolana como praxis constitucional. A ese conjunto se ha adherido, inevitablemente y por obligación dependiente, el señor Presidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos.
Lo inmediato anterior obliga a precisar algunos detalles. En primer lugar, ello demuestra no solo la adhesión del señor Capriles Radonski como “líder fundamental” de las derechas venezolanas sino su sumisión (alienación) a las pautas establecidas por las políticas del Imperio-imperialismo que está, obligadamente, rediseñando Washington en su reingeniería del Estado estadounidense en profunda crisis estructural cuasi-en-decadencia “romana”. En segundo lugar, demuestra que Washington no está interesado en “normalizar” las relaciones bilaterales con Caracas y, menos, con la Presidencia de Nicolás Maduro Moros porque representa ser el líder de la “nueva etapa” revolucionaria que implica un “salto adelante” en los cambios estructurales como en la profundización conceptual de la Revolución Bolivariana con la total adhesión a la FANB como “herederas de la Historia y el pensamiento de Simón Bolívar”. En tercer lugar, implica el necesario avance del imperialismo estadounidense en su nueva versión de la “Doctrina Monroe” como estamos en conocimiento con el impulso que desde Washington se le está dando a la “Alianza del Pacífico” y la reciente visita del señor Vicepresidente de los EEUU de América, Joe Biden, a la reunión del Caricom en Trinidad y Tobago y la visita oficial a Brasil. En cuarto lugar, el escenario programado post-deceso del líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Rafael Chávez Frías, de “caos y terrorismo” diseñado e implementado desde Washington y ejecutado, obedientemente, por el señor Capriles Radonski y la MUD no “cuajó ni concluyó” en los objetivos establecidos de declarar a Venezuela “estado fallido” con las consecuencias internacionales según el modelo libio y el actual modelo sirio. En quinto lugar, al haber fracasado el plan-objetivos establecidos y mencionados inmediatamente anterior, las derechas venezolanas, siguiendo, obedientemente, el esquema diseñado tanto por la Secretaria de Estado como el Pentágono estadounidenses, desarrollan la “tesis de la provocación” incorporando al Gobierno colombiano presidido por el señor Juan Manuela Santos para implementar e impulsar el desarrollo sico-político-militar similar al que se expresó a las postrimerías de la 1ra. Guerra Mundial cuando los “soldados rusos de los entes sociales obrero-campesinos” (según tesis de Tal Cual) se manifestaron en la “tesis socio-revolucionaria-rusa” de la Revolución Bolchevique de “caos interno e incorporación externa”; es decir, se expresa en consecuencia a la “mano de acero” que se viene impulsando y desarrollando tanto por el “gobierno de calle” como por la gobernabilidad de los Gobernadores de los estados Zulia, Táchira, Mérida, Barinas y Carabobo adicionándoles el “Plan Patria Segura”, de “paz, trabajo y desarrollo económico”. En el marco de esos escenarios referidos, Washington considera que esas políticas llevan a la consolidación del Gobierno de Nicolás Maduro Moros y la de la Revolución Bolivariana con lo cual la base fundamental en la cual se sustenta la “Doctrina Monroe” entrará en profunda contradicción con la política humanista y de participación colectiva venezolana y latinoamericana socio-económica en la “seguridad y consolidación de los cambios profundos en pleno desarrollo del Estado revolucionario chavista-madurista” con un fuerte impacto no solo allende nuestras cercanas fronteras sino también en las Europas. En sexto lugar, la incorporación de Colombia en esta nueva etapa revolucionaria es para Washington no solo una necesidad sino el obligante objetivo de “reventar las conversaciones de paz” que se vienen desarrollando en La Habana (Cuba) entre el gobierno del señor Juan Manuel Santos y las FARC; realidad con la cual dicho acuerdo está en sintonía con la crisis que se desarrollará, en caso de alcanzar algunos acuerdos específicos, con la propia base de poder de las oligarquías colombianas escenario que viene siendo muy bien impulsado por el señor don Álvaro Uribe Vélez quien trata de regresar al status quo del poder de las oligarquías colombianas después de haber sido execrado por esas mismas oligarquías. En séptimo lugar, el cuadro que se podría desarrollar sería buscar impulsar el tránsito de estupefacientes colombianos por territorio venezolano para declarar a Venezuela y su Gobierno Bolivariano como “gobierno débil frente al narcotráfico” buscando, en caso de una hipotética y negada presidencia del señor Capriles Radonski, en un futuro, imponer bien un “Plan Colombia” bien un “Plan Mérida” con la anuencia de las derechas criollas. En octavo lugar, vista el muy posible y eminente desarrollo de la guerra civil en Siria elevando el status de participación tanto de la Comunidad Europea como de Washington obligaría a Venezuela a declarar su total y franca oposición a ese escenario lo que, en consecuencia, permitiría a Washington y sus aliados a declarar a Venezuela como país que apoya y, hasta quizás, declarar que suscribe el “uso de armas químicas” con la finalidad de seguir “engrosando” el expediente que se viene desarrollando tanto a nivel de la OEA como en las cancillerías y gobiernos al sur del río Bravo y al sur del estado de la Florida (EEUU de América).
En el marco discutible de los puntos arriba propuestos debemos precisar algunas ideas. Sobre la base de la hipótesis de una alumna cual refiérase al rechazo a la persona de María Antonieta (Francia, Revolución Francesa) por parte del pueblo parisino por no “sintonizar” con el inconsciente colectivo histórico francés por su origen austriaco y su personal rechazo a “lo francés”, la misma hipótesis se la podría aplicar al “polaco”, señor Henrique Capriles Radosnki, adicionando, además, sus actitudes de anti-Patria y de “traición a la Patria” como se podrían considerar sus declaraciones públicas y publicadas al señor Presidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos; conjuntamente, es responsabilidad de las instituciones del Estado venezolano precisarle, puntualmente, a la sociedad venezolana los significados de los contenidos de lo declarado por el señor Capriles Radosnki fuera de nuestras fronteras y sus consecuencias a la “seguridad del Estado” venezolano así como precisarle a la sociedad venezolana los conceptos jurídicos de esas implicaciones, es decir, no solo queda de parte del Gobierno venezolano y de su Cancillería declarar sobre las consecuencias de las realidades implícitas y no tan implícitas de las declaraciones del señor Capriles Radonski fuera de nuestras fronteras.
La decisión del señor Presidente de la República de Colombia, por cierto, una decisión de Estado, obliga a profundizar en la “mesa de negociaciones” y asumir, con la obligada dignidad, lo histórico-y-revolucionario heredado tanto del pensamiento y experiencia de Simón Bolívar como comprender los escenarios a los cuales se vio obligado enfrentar el Comandante, Hugo Rafael Chávez Frías. Debe quedar muy claro y ser extremadamente precisa la posición del Gobierno venezolano sobre “respetuosas y libres decisiones de Estado” decididas y asumidas por el señor Presidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos, cuando recibe en visita oficial y en espacios oficiales al significado conceptual-político-ideológico en praxis que significa y representa la persona del señor Henrique Capriles Radonski para toda la sociedad venezolana cuando debería ser de conocimiento oficial colombiano según las normas que rigen la Diplomacia y las funciones obligantes de las representaciones diplomáticas y consulares sobre las actitudes, palabras y consecuencias del señor Henrique Capriles Radosnki en el marco de las elecciones democráticas, constitucionales, libres y transparentes en considerando que Venezuela no es Colombia, que Nicolás Maduro Moros no es Juan Manuel Santos y que Henrique Capriles Radonski si comulga con las tesis del supuesto enemigo político de Juan Manuel Santos en la persona de Álvaro Uribe Vélez.