La entrevista del Presidente Maduro con Mendoza de la Polar ha suscitado las más contrapuestas opiniones: quienes la consideran una necesidad impuesta por la escases de productos para el consumo y quienes la creen una concesión al capitalismo, contraria a una estrategia en función del socialismo.
A nuestro juicio, el problema se plantea en términos que no se corresponden con la etapa actual del proceso revolucionario, al margen de los factores que intervienen en la lucha de clases que se libra a nivel nacional e internacional. Se olvida lo que constituye el núcleo de la problemática que encierra una etapa de transición como la que estamos viviendo.
Se ha repetido con harta frecuencia que la transición está caracterizada por la existencia de un sistema que no acaba de morir (el capitalismo) y uno que no acaba de nacer (el socialismo). La lucha de clases determina la política y en un proceso revolucionario la preocupación central es el impulso del protagonismo de las clases oprimidas, en primer lugar la clase obrera.
La política es un problema de fuerza o, como lo dice Lenin, la continuación de la guerra por otros medios. La fuerza de las clases oprimidas es la moral, la cantidad, la razón, el mayor conocimiento de la realidad, la influencia en la sociedad y, en general, la superioridad que confiere la ciencia.
La tarea que tiene planteada la Revolución Bolivariana es la unidad y organización de la clase obrera como puntal del bloque histórico que garantiza la transformación revolucionaria. Allí está la fuerza para llevar a cabo las acciones que impone la realidad. Sin esa fuerza es ineficaz todo cuanto se haga. Bolívar se entrevista con Morillo y los vietnamitas mantienen conversaciones con los yankys en Ginebra y en plena guerra; en la actualidad las FARC llevan a cabo con el gobierno colombiano y continúan el enfrentamiento armado. En ninguno de esos casos se piensa que se han estado haciendo concesiones al enemigo. Todo consiste en la fuerza política para hacer negociaciones con beneficio.
La política revolucionaria de la Venezuela actual exige darle vigor político a la clase obrera. En sus últimos documentos políticos Lenin plantea la ampliación del Comité Central del Partido Bolchevique con obreros que tengan como condición no ser funcionarios de la Administración Pública. La fuerza política consiste en la capacidad de elevar el papel de la clase y dirigir al pueblo en general. Los cargos burocráticos dificultan esa tarea y pueden engendrar vicios fatales para la revolución.
Bajo Lenin se implementó La Nueva Política Económica (La NEP) que no era otra cosa que el desarrollo del capitalismo en Rusia con la clase obrera en el poder y al mismo tiempo ir construyendo el socialismo que para Lenin era el régimen social de cooperativistas cultos. En política revolucionaria el meollo del asunto está en la clase social que sirve de base al poder político, esto es, la clase obrera. En la URSS la sustitución de la clase obrera por una casta burocrática llevó al derrumbe de la primera revolución proletaria que se mantuvo en el poder y el regreso del capitalismo. En la Cuba actual se están llevando a cabo reformas que significan la adopción de medidas no propiamente socialistas y, sin embargo, es inimaginable que Cuba esté renunciando a su proyecto socialista, porque allí se mantiene la unidad de la clase obrera como base de todo el proceso.
Las lucha de clases es el motor de la historia y el socialismo culminación de esa lucha de clases. Si no se acomete la tarea de impulsar la clase obrera la revolución está condenada al fracaso por más que se elaboren teorías acerca del socialismo. Éste es la administración de la riqueza por la sociedad misma y cada pueblo realizará ese proyecto de acuerdo con sus específicas características históricas. La lucha determinará el ritmo y la originalidad de cada proceso. Por eso dice Mariátegüi que el socialismo es una creación heroica.