La vieja política no ha muerto; está, para decirlo en términos coloquiales, “vivita y coleando” tanto en el seno de las organizaciones políticas de oposición, como en los predios del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Hablamos, para situarla en el plano más dañino, de una política ayuna de crítica y de autocrítica, lo que no le permite corregir errores, ni arribar a definiciones ideológicas y clasistas.
No nos interesa la forma cómo la oposición maneja sus asuntos, ya que esa es cosa de ellos, por lo que nos vamos a referir, concretamente, a cómo lo ha venido haciendo y lo sigue practicando el chavismo, lo cual envuelve el riesgo -que a no pocos ha abierto el camino de la exclusión y del marginamiento de la organización- de ser acusado de contrarrevolucionario o de divisionista por parte de “dirigentes” enquistados en el PSUV con las características de clones de los pequeños caudillos adecos y copeyanos que llevaron a la extinción a ambas agrupaciones políticas.
Cuando al chavismo le resultó adversa la consulta de la reforma constitucional, se habló de analizar las causas por las cuales el electorado rechazó –aunque por escasa diferencia- el proyecto, pero la verdad es que la cosa no pasó de allí, como no fue más allá de las palabras el llamado del líder del proceso a aplicar las tres R.
En uno y otro caso, en el PSUV se echó en saco roto la oportunidad de determinar las causas de un descontento popular que ya no ocultaba sus torpes costuras, el mismo que llevó a Fidel Castro a advertir al presidente Chávez que en Venezuela los oligarcas no alcanzan las cifras que reflejan los sondeos de opinión y las elecciones.
La última consulta electoral dejó claro, para todo el que teniendo ojos, quiera ver, que sectores populares antes alineados en el chavismo, votaron por Capriles, pero algo tan grave y trascendente como esto, luego de un leve ruido de alas interno, tampoco pasó de allí, y el PSUV, sin detenerse en rectificaciones, siguió el rumbo, muy campante, de la vieja política.
¿Por qué el rumbo de la vieja política?
Porque es el mismo que en su tiempo transitaron Acción Democrática y Copei, es decir, el camino del partido maquinaria, bueno para movilizar gente, y hasta para ganar elecciones, pero vacío de contenido ideológico y alejado del aliento consciente de las masas, por lo que con la misma facilidad con que se moviliza, se desmoviliza y se agota en el hablar pendejadas de cenáculos que creen sabérselas todas y que hasta se dan el tupé de dárselas de más chavistas que Chávez.
Para que personas pobres que de un tiempo a esta parte disfrutan de pensiones dignas por vía del IVSS o de alguna de las tantas misiones sociales creadas por el gobierno chavista para mejorar sus condiciones de vida, salieran a hacer colas y a votar por el candidato de la oposición que con seguridad se las iba a reducir o eliminar, -como sus compañeros de ruta neoliberal han hecho y lo continúan haciendo en distintos países de Europa y en los Estados Unidos- lógicamente tienen que estar confundidas, y si están confundidas, es porque el PSUV no ha hecho ni está haciendo en ese sector de la población, el trabajo político que tiene que hacer para crear conciencia en las masas.
Igual hay que decir de quienes reciben los beneficios de las políticas alimentarias del Gobierno Bolivariano a través de Mercal y de Pdval, así como por vía de la regulación de los precios de distintos productos de consumo masivo, servicios que el candidato opositor, de ser el ganador, habría eliminado de un solo plumazo, para imponer, como en el pasado, las reglas del llamado “libre mercado”, en el que sin derecho a pataleo por parte del consumidor, las condiciones las impone el vendedor. ¿Se ha ocupado y se ocupa el PSUV de hacer política de nuevo tipo entre los reales y potenciales beneficiarios de esas políticas?
Bastante confundido y ayuno formación ideológica tuvo que estar el negro o la negra de Barlovento, de la costa de Güiria o de cualquier otro lugar del país que salió a votar contra su propia clase, valga decir, para llevar a la Presidencia de la República a un heredero de los ex “amos del valle” o de los “grandes cacaos” que esclavizaron y trataron como animales de carga a sus padres y abuelos, y la misma cosa hay que decir del indio del Amazonas, de Delta Amacuro o del Zulia que salió a sufragar por Capriles, no obstante ser éste legítimo sucesor de los invasores europeos que condenaron a la extinción a las etnias aborígenes, por considerar no seres humanos a sus integrantes ¿Se ha ocupado y se ocupa el PSUV de crear conciencia de clase en ambos sectores? ¿Están claros los indígenas en que sólo el chavismo les garantiza los derechos establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela?
En las colas de votación que se formaron en abril pasado se vio a jóvenes provenientes de los sectores más empobrecidos de la población a los que a lo largo de la IV República se les privó o limitó, en la práctica, el acceso a la educación, haciendo causa común con muchachos y muchachas de camisa amarilla, partidarios confesos de la privatización de las universidades y de la perpetuidad del carácter elitista que éstas aún mantienen en determinadas instituciones públicas y privadas ¿Qué políticas ha trazado y lleva a la práctica el PSUV en el seno de los liceos y universidades, para ganar e incorporar al proceso revolucionario a la juventud estudiantil? ¿Se hace Política con P mayúscula para evitar que los egresados de la Universidad Bolivariana de Venezuela piensen y actúen con criterios mercantilistas?
También se vio a minusválidos (lisiados, ciegos, paralíticos, entre otros), conducidos a pie o en sillas de rueda a los centros de votación por adversarios del proceso revolucionario, practica aberrante de factura adeco-copeyana que el PSUV, por ética política, no debe copiar, pero si combatir mediante la creación, en el ámbito de la comunidad, de conciencia en el sentido que tuvo que llegar al poder el chavismo, para que ese sector de la población, tradicionalmente abandonado, incluso por círculos familiares, fuera dignamente atendido, a fin de que quienes eso hacen, sean medidos por la opinión pública con la vara del desprecio que merece el que carece de moral.
Se ha hecho una constante en la Venezuela petrolera que no pocos de quienes suben algunos peldaños en la escala de la sociedad consumista y ostentosa, se crean clase media, por el simple hecho de haber obtenido un título de abogado, de médico, de ingeniero o de periodista, entre otros; de residir en determinada urbanización “para ricos”, o de trabajar en la industria de los hidrocarburos. Se trata de familias que en un altísimo porcentaje provienen de los sectores populares, e incluso del campo, pero que ahora poco o nada quieren saber de su origen. Es más, lo ocultan celosamente, porque las avergüenza.
Pues bien, ocurre que por lo general esa mal llamada clase media no aguanta una semana de terapia intensiva en una clínica privada, por lo que ante una emergencia de este tipo, tiene que vender el carro, hipotecar la casa, exprimir la cuenta bancaria y hasta recurrir al auxilio económico de familiares y amigos para salir, si es que lo logra, del paso ¿De qué clase media, entonces, estamos hablando? Claro que de ninguna, ya que ésta, desde aquel fatídico “viernes negro”, quedó reducida, en Venezuela, a una mínima expresión.
En esa confundida y mal llamada clase media se ha venido concentrando y creciendo, como las malas yerbas, en los últimos 14 años, el voto antichavista, por lo que ante tal cuadro cabe preguntar: ¿Qué políticas ha adelantado y adelanta el PSUV para crear verdadera conciencia de clase en ese populoso y creciente sector de la población? ¿Le ha hecho bien al chavismo calificar de oligarca y de burgués a todo el que por falta de orientación política e ideológica, vota por la oposición?
Es mucho más lo que hay que decir acerca de la vieja política mutada al PSUV desde AD y Copei, pero la sección, por ahora, no da para más, por lo que la vamos a cerrar con otra pregunta: ¿Hasta cuándo se va a demorar la reorganización, a fondo, del partido que el presidente Chávez concibió no como una maquinaria sólo para ganar elecciones, sino como palanca para impulsar la construcción del socialismo del siglo XXI?