Aunque usted no lo crea

El título de este artículo lo tomé de unas historietas de un dibujante y antropólogo estadounidense, Robert Ripley. En tales anécdotas el autor narra algunos hechos increíbles o inusitados que, a pesar del asombro que causaban, finalmente resultaban reales. Así mismo, existen situaciones reales y cotidianas que las personas no se dan cuenta de su presencia por creerlas habituales. Es el caso, por ejemplo, de la atmósfera: cada centímetro cuadrado de nuestro cuerpo soporta una fuerza de 1 kilogramo-peso (la llamada presión atmosférica) y parece que no lo advertimos. Esta presión se equilibra con la presión que ejerce hacia afuera el aire que penetra en los pulmones y la presión de la sangre. Como consecuencia de lo anterior, no apreciamos los más o menos 15.000 kg que soportamos cada uno de nosotros. Sólo cuando estamos a una gran altura valoramos que nos falta algo. Como podemos darnos cuenta, aunque no lo sentimos, esto sucede a nuestro alrededor. De igual manera, apreciamos que nos falta el aire cuando carecemos de este, así mismo, estimamos la importancia de la salud, sólo cuando nos enfermamos. Aunque no lo creamos, estas cosas existen, son reales y no nos causan asombro.

Lo anterior es una reflexión por los catorce años que tiene el gobierno socialista-bolivariano, primero presidido por mi comandante Chávez y afortunadamente, continuado por el primer presidente chavista MM. La cotidianidad de los beneficios que los venezolanos han obtenido, pareciera que algunos no lo valoran y juzgan que dichos logros siempre han estado presentes, al igual que la atmósfera y el aire que respiramos. Es bueno recordar que esos frutos son consecuencia de la lucha pertinaz de un grupo de venezolanos y venezolanas que si no hubiese sido por su tesón todavía Venezuela estuviera en manos de unos bandidos.

Para lograr una correspondencia con el título de este artículo debo recordar que durante los cuarenta años del puntofijismo, es decir, durante la cuarta república, aunque usted no lo crea:

Los estudiantes tenían que pagar la inscripción en las escuelas y liceos; además, algunos niños y niñas no contaban con material escolar (libros, cuadernos…) dado su estado de penuria. Es decir, la educación no era gratuita, tal como lo establecía la Constitución.

Los adultos de la tercera edad no contaban con un pensión digna y en algunos casos, el reclamo de las mismas era respondido con chorros de agua, bombas lacrimógenas y planazos.

Los políticos de izquierda eran torturados, desaparecidos o exterminados.

No existía un plan de viviendas digna para los pobres y excluidos.

El país carecía de un sistema gratuito y eficiente de salud.

Los pobres no contaban con una red de abastos y mercados que le facilitaran la obtención de alimentos a bajos costos.

Los bachilleres provenientes de la clase proletaria no disponían de un cupo para continuar sus estudios universitarios.

Los campesinos, las mujeres, los artesanos y pequeños industriales no tenían accesos a créditos bancarios a bajos intereses.

Los estudiantes universitarios no contaban con residencia estudiantiles ni becas dignas.

Los estudiantes provenientes de la clase pobre, tanto de la escuela básica y del ciclo diversificado, no tenían acceso a las modernas tecnologías.

Las industrias básicas estaban administradas por empresas extranjeras.

Millones de hectáreas aptas para la agricultura estaban en manos del latifundista. A pesar del hambre que pasaba una gran parte de la población eran tierras improductivas.

Quebraban industrias venezolanas para venderlas a empresas foráneas a precio de gallina descarnada.

El precio del crudo no respondía a las necesidades del país sino a los mandatos provenientes de las transnacionales de la energía radicada en los EEUU.

Había una dependencia del mercado petrolero de los amos del norte.

No existía una diversificación de la economía y sólo nos manteníamos como un país mono-productor acatando las directrices de los amos del norte.

No había posibilidad de una transferencia tecnológica dada la subordinación a los amos del norte.

Las manifestaciones de los estudiantes las reprimían con ballenas de agua, a palo limpio y a balazos.

Los jóvenes provenientes de las clases humildes eran reclutados a la fuerza y los patiquines ricos no pagaban el servicio.

Las elecciones eran un mecanismo para mantener la hegemonía de la oligarquía apátrida.

La constitución la redactaban un grupo de “genios” comprometidos con la clase dominante y nunca se discutió con el pueblo soberano.

Los cargos de director del banco central y ministros de la economía eran desempeñados por representantes de la oligarquía y por lo general, subalternos de las empresas multinacionales norteamericanas.

La democracia tenía un concepto muy particular y sólo servía para el beneficio de pocos y la explotación de muchos.

Lo más doloroso, los venezolanos no contábamos con una patria libre y soberana.

Contrariamente a lo sucedido durante los gobiernos puntofijista, con el advenimiento de mi comandante Chávez al poder, todo aquello que parecía una rareza se convirtió en una cotidianidad para millones de venezolanos. Fue entonces cuando no dimos cuenta que estábamos en una revolución. Aunque usted no lo crea, todo aquello que nos estuvo negado durante años, hoy es una realidad y algo frecuente.

Debemos tener claro, las revoluciones nunca deben detenerse, primero porque las sociedades son dinámicas y además, tienen muchos enemigos poderosos, por lo tanto debemos cuidarla. No creamos que aquellos logros y otros más, sean parte de una cotidianidad y que se obtuvieron de la noche a la mañana sin sacrificio alguno. Todo lo alcanzado es el resultado de la querella de muchos venezolanos, algunos, hoy fallecidos en manos de verdugos cuartos republicanos y, por la férrea lucha de mi comandante Chávez, lo cual le valió su holocausto, dada su dedicación sin descanso al trabajo. No permitamos que todo esto se pierda en manos de los bandidos y holgazanes de la derecha, quienes anhelan ponerle la mano a un botín llamado Venezuela, sólo para llenar sus cornucopias ubicadas en bancos extranjeros.

Por fortuna, ahora todos los venezolanos contamos con una patria libre e independiente y así deberá ser para sus hijos, nietos y descendencia futura. Honor, gloria e inmortalidad de mi comandante Chávez.



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Enoc Sánchez


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