La avanzada privatizadora del PRI (Partido del Robo Institucionalizado) en nuestro México no es sorpresa: ya en el decenio de 1990, Carlos Salinas de Gortari había dado las primeras pinceladas de lo que se avecinaba: la venta de TELMEX (a Carlos “Fatboy” Slim) y de IMEVISIÓN (a su primo Ricardo Salinas Pliego) era el hilván del abyecto contubernio entre la plutocracia y algunos negocios no tan lícitos. Para nadie es un secreto que el arribo del asesino de Salinas a la Presidencia de México (*), a través del fraude de “la caída del sistema” en 1988, fue el trofeo del narcotráfico y el lavado del dinero. Desde entonces, ha habido un proceso de degradación de las instituciones burguesas y del Estado mexicano como tal, con el fin de fragmentar el país –a través de la violencia y el caos- y lograr una intervención militar directa de Estados Unidos.
Hay que dejar muy claro algo: el PRI nunca se ha ido del poder. Sólo hizo una pantomima de transición en 2000, usando al payaso de Vicente Fox, pero éste seguía tras bambalinas. El titiritero, el ente de “los hilos”, era y continúa siendo el partido de un tricolor mancillado por las traiciones de apátridas y tarifados del Imperio estadounidense. Setenta años no bastaron para corromper hasta el hartazgo cada recoveco de la vida política de México: el priísta, como el adeco en Venezuela, es estandarte de una aberrante cultura plagada de clientelismo, holgazanería e ineptitud. Los verdaderos maestros de la trampa, en México, son los vándalos del PRI y su entramado de burócratas parásitos enquistados en organismos como el IFE (Instituto del Fraude Electoral), el cual ha avalado dos imposiciones descaradas en la última década: Felipe Calderón, en 2006, y Enrique Peña Nieto, en 2012. La legitimidad del IFE es un “cascarón vacío”: ¡más credibilidad tendría un clan mafioso!
A partir de la manipulación de las elecciones presidenciales, los “neófitos” del PAN (Partido Acción Nacional) aprendieron de los mañosos del PRI y su obrar nauseabundo. Impedir el triunfo de la izquierda es la orden desde Estados Unidos y la burguesía mexicana ha sabido cumplir muy bien ese dictado: agotar todo recurso legal o ilegal con el fin de perpetuar el latrocinio de las clases dominantes. Mientras se complace al Imperio manteniendo a los “rojos” lejos de Los Pinos, se van completando otras asignaturas pendientes: privatización de sectores como la electricidad y la explotación de los hidrocarburos, son puntos de honor de los gringos en México. Felipe Calderón dio el primer campanazo, en 2009, al eliminar de un plumazo a LyFC (Luz y Fuerza del Centro), compañía pública que suplía de energía eléctrica al Distrito Federal y zonas circundantes. La inconstitucional Reforma Laboral de “última hora”, la cual desarticula derechos adquiridos de la clase obrera y facilita la tercerización, fue otra de las advertencias de la derecha y el “orgasmo” de su oda al Consenso de Washington. Pero la tarea del genocida de Calderón, en cuyo sexenio murieron más de 60 mil personas, no estaba terminada. Faltaba la “joya de la corona”: Petróleos Mexicanos (PEMEX). Por ello, la “boutade” del 1º de julio de 2012 y el reconocimiento automático de la “victoria” de Enrique Peña Nieto cuando todavía no se había computado ni el 15% de las papeletas. ¡Vaya simulacro de democracia!
El monigote de Peña Nieto, cuyo copete es más célebre que su inteligencia, ha sido el candidato de “factura Televisa” escogido para despojar a los mexicanos de la renta petrolera y sumirlos en una depauperación más procaz. Si los “gasolinazos” se han hecho tradición en las latitudes mesoamericanas siendo PEMEX una paraestatal, ¿cómo sería la tragedia si ésta fuese privada? ¡Ni imaginarlo! Llenar un tanque en el DF puede costar más de 500 pesos (Bs. 226), lo cual es un exabrupto en un país productor de crudo (**). El mismo cuento de la Cuarta República venezolana, en la que nos querían cobrar los carburantes a precios internacionales, siendo Venezuela quinto exportador mundial del rubro. ¡El orbe patas arriba, como espetaría Galeano!
En definitiva, la burguesía anhela privatizar PEMEX -lo más pronto posible- y así evitar que un inminente triunfo de la izquierda en México logre frustrar dicha pretensión. El detalle es que los movimientos progresistas, infiltrados por la CIA, se hallan atomizados y neutralizados por los momentos; verbigracia, el PRD (Partido de la Revolución Democrática) se ha desdibujado como genuina alternativa política en México y se ha convertido en otra plataforma de las maquinaciones de Estados Unidos.
LA “IZQUIERDA CAVIAR” DE MARCELO EBRARD Y LA SEPARACIÓN DE ANDRÉS MANUEL
El PRD saboteó –de manera soterrada- la campaña de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en 2012 y sirvió al enemigo, en charola de plata, la cabeza del líder tabasqueño. Es que AMLO no acaba de agradar a las clases dominantes: es viejo, se viste muy mal, es viudo y aspira las “eses” finales como cualquier inculto de “la prole” sureña. Además, AMLO sí parece cumplir lo que promete a las masas y ello es un peligro para el podrido “establishment” de un México en crisis terminal. De hecho, la fundación de MORENA (Movimiento Regeneración Nacional) es la evidente transición partidista de un AMLO que ya no veía oportunidades en un PRD devenido en “copycat” de la obscenidad del PRIAN (PRI + PAN). Al montar “tienda aparte”, “El Peje” se ofrecía una salida elegante de un lugar en el que últimamente no lo querían, ya que era obstáculo para las aspiraciones personales de variopintos “caciques” de la denominada “izquierda exquisita”. El más notorio de ellos es el antiguo Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, quien sí ha conquistado los exigentes gustos de la burguesía vernácula y Estados Unidos. El perredista de marras es más telegénico que AMLO, tiene pinta de “yuppie”, habla como le gusta a la sociedad “de alcurnia” y hasta tiene una esposa bonita (como La Gaviota), lo cual es requisito indispensable para una “high society” muy quisquillosa en los detalles íntimos. Ebrard es la ficha del Imperio para el próximo sexenio: ante el severo desgaste del PRIAN, la opción es un Presidente de izquierda que sea de derecha. ¿Se entiende? Algo así como un Lucio Gutiérrez en Ecuador, o un Ollanta Humala en Perú. Así se desactivaría el riesgo latente de una explosión social en México y se “domesticaría” el creciente descontento ciudadano hacia el inoperante Estado burgués. Sólo que el desengaño que produciría tal contexto en millones de personas sería devastador para la verdadera izquierda y su proyecto de nación. Por lo tanto, MORENA y otras organizaciones deben aglutinarse en un bloque inexpugnable que dé al traste con los planes imperiales; una de las propuestas indeclinables –de AMLO y su equipo- debe ser la de la Asamblea Constituyente.
LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE: LA ÚNICA SALIDA PACÍFICA PARA MÉXICO
La fórmula de la Revolución Bolivariana es la única solución viable para un Estado mexicano carcomido por la corrupción, la ineficacia y la violencia. La Asamblea Constituyente originaria es el camino democrático para demoler la anquilosada estructura del Estado delincuente y genocida. El escenario de confrontación causado por las reformas neoclásicas del PRI en el campo de la educación y la energía, son el contexto idóneo para impulsar la convocatoria a una Asamblea Constituyente que refunde el Estado mexicano y derrumbe instituciones anacrónicas. La recolección de firmas y la organización de comités vecinales a favor de la citada propuesta, ejercerían una presión insostenible sobre la caduca clase política actual. Una Asamblea conformada por intelectuales, artistas, profesionales, obreros, estudiantes y líderes sociales, redactaría una innovadora Carta Magna para los mexicanos y sentaría las bases de un inédito orden jurídico. El novel texto debería consagrar nuevas formas de propiedad; establecer la obligatoriedad del sufragio electrónico en las elecciones (entierro definitivo del voto manual); y promover la creación de un verdadero poder comicial independiente que no sea apéndice del PRIAN y la clase empresarial. En ídem dirección, el movimiento constituyente coadyuvaría a la abolición del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, y sometería al escrutinio público la renovación de las concesiones radioeléctricas, verbigracia.
La “hoja de ruta” es incuestionable: la movilización masiva y pacífica en las calles, la edición de publicaciones impresas y cibernéticas acerca de los beneficios de “la Constituyente”, y el boicot al duopolio Televisa-TV Azteca. La ocupación física de órganos emblemáticos de la burocracia estatal, es otra de las fórmulas de lucha. La genuina izquierda mexicana tiene el deber histórico de salvar al país de la destrucción, de la guerra civil. La solución política está allí, sólo hace falta la voluntad de acero para llevarla a la praxis. ¡Viva México socialista!
ADÁN GONZÁLEZ LIENDO
@rpkampuchea
(*) No es por capricho que tildamos a Carlos Salinas de Gortari de asesino. Según una nota de primera plana, publicada por el diario Excélsior, el 18 de diciembre de 1951: “(…) Mientras jugaban a ‘la guerra’, los niños Gustavo Zapata Rodríguez, Raúl y Carlos Salinas, de 8, 5 y 4 años de edad, respectivamente, ‘fusilaron’ a una jovencita llamada Manuela de 12, sirvienta de la casa de los últimos; la [sic] dispararon con un rifle calibre 22, y le causaron la muerte, efectivamente (…)”. Así como Salinas de Gortari tiene su “historia negra” con el deceso de su criada, su “pupilo”, Enrique Peña Nieto, también ostenta un oscuro prontuario con respecto a su primera esposa, Mónica Pretelini Sáenz, quien pereció en extrañas circunstancias en 2007. Para colmo, en una entrevista con Jorge Ramos, de Univisión, el ahora Presidente de México “olvidó” de qué había muerto su consorte (¡!). Ver al minuto 6:58: http://youtu.be/bYxysNr2BKQ
Peña y Salinas de Gortari: ¿homicidas con el mismo ADN priísta?
(**) En lo que va de año, la gasolina ha aumentado ocho veces en México. La Premium se cotiza –hoy en día- a 12.11 pesos por litro (Bs. 5,54). Cualquier parecido con la Cuarta República venezolana… ¡es pura coincidencia!