A Manuel Lazo, director del Canal Clásico de la Radio Nacional, lo botaron de ese puesto que venía ejerciendo por más de diez años. A primera vista es un hecho hasta normal, gente sale y gente entra en esos empleos. Pero si relacionamos lo que ha pasado en los últimos meses comprenderemos que estamos frente a una embestida contra el pensamiento insumiso, contra la frescura de la discusión. Los nubarrones de la mediocridad, del nopensamiento que adula, del cliché que mata revoluciones, se apodera del cielo de la libertad que, con Chávez, la nación había disfrutado.
Han sacado del aire a muchos programas de radio y televisión, son variadas las razones, se alega cambio de horario, que hay exceso de exquisitez, que patatín, que patatán, pero lo cierto es que salen los programas más críticos, salen los directores más libertarios, y todos de manera grosera, desconsiderada. Triste papel el de estos que dirigen las comunicaciones del gobierno, prestándose para el asesinato de la savia de la Revolución: el pensamiento, la crítica.
¿Qué está pasando? Al principio la situación era confusa, pero ya todo se va aclarando: El pacto económico con la burguesía capitalista nacional e internacional reclama su correspondiente político, una política engranada con ese pacto. Ahora se impone la no agresión a los bandos cómplices, ni atacar aquí ni atacar allá, la crítica se hace más incómoda que nunca, es necesario ir a territorios que no hagan daño, quizá que levanten humo pero que no cuestionen el fondo de las políticas que se adelanten. Puros fuegos artificiales, pura espuma, un poco de retórica, unos cuantos clichés, invocar un poco el pasado acompañando una práctica de estimulo al capitalismo, tal como declaran los voceros económicos.
La pérdida de la crítica, del pensamiento no sumiso, es el camino de la caída de la posibilidad socialista pero también es el camino más seguro para entregar el país al fascismo. Un gobierno revolucionario sin pensamiento crítico es un gobierno débil, incapaz de rectificar, ciego, percibiendo la realidad sólo con su propio ombligo. Así construye su destrucción, cava su sepultura. La debilidad, el dejar a la masa desamparada a merced de espejismos voluntariosos, es combustible para un zarpazo fascista.
Ahora más que nunca es necesario hablar, usar internet, las redes, las radios que aún resisten los embates del reformismo. Ahora es necesario, más que nunca, participar en la “feroz lucha interna”.
Hablar implica riesgos, al principio los ataques son suaves: una sacada del aire, una pérdida del empleo. Luego, lo sabemos, la historia lo dicta, arreciarán la embestida. El capital nacional e internacional es capaz de todo por defender sus privilegios, no tolera que corran el velo que cubre su impudicia, no soporta que enturbien sus negocios. Sin embargo, es un deber con el recuerdo verdadero, profundo, del Comandante Chávez, de su sueño de Socialismo, de su amor a la humanidad, que sigamos hablando.
Saludos Manuel Lazo, gracias por tu ejemplo de dignidad, estamos contigo.
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