Sindéresis

Amuay sólo la punta del iceberg

La conspiración campea en PDVSA. Apenas es un asomo de lo que capaces son los conjurados, eso que en torno a Amuay se ha denunciado por estos días. Un compañero leal a la revolución, expresaba consternado que alrededor de un 70% entre la gerencia media y alta de trabajadores en el oriente del país adversan con obstinación la revolución. Y si se mueve esta proyección a todo el país, arde la cosa. O sea ponen sus tenazas en el cuello de la industria. Se sabe que el ministro Ramírez se catapultó al sitial más alto del poder petrolero después de los eventos anti venezolanos de hace más de diez años. Y se la jugó con éxito el ministro. Pero a lo mejor, las necesidades estratégicas de aquellos años, hizo que el ministro y sus allegados arrastraran a los cordones de poder, a algunos aprovechados facinerosos que aun hoy motorizan la conspiración interna. Y sólo Chávez, que pudo en algunos casos avistar esa desviación, amputaba con decisión, aquella contrariedad revolucionaria. Hubo alguno que ataviado en la confianza del ministro, obtuvo un alto cargo en una minería que ni conocía y salió como fácil era prever, explotado por contralores sociales que lo vincularon a negocios turbios con el oro guayanés. Sin duda que son situaciones impredecibles que están latentes en el devenir de los escenarios gubernamentales. Pero, así como ese caso que pudo ser detectado, habrán cientos que no. O habrían decenas que aunque si develados, disfrutan de las cortinas del alcahuetazgo. Y ahí está lo grave. Un grupo de compañeros han hecho un seguimiento electoral en áreas específicas donde residen trabajadores petroleros y la cosa pasa de gris a gris oscuro. O sea que el trabajo fascistoide en esas zonas cobra resultados jubilosos. Basta dar un vistazo al desenvolvimiento de las empresas mixtas que sustituyeron los convenios operativos para darse cuenta que los tentáculos conspirativos están vivitos y coleando. Aparte de Chevron que cogió un lomito cantado en el Lago de Maracaibo, la mayoría de las empresas mixtas no están a la altura de sus proyecciones de mínima de producción. No rinden, con petróleo a granel en el subsuelo. Algunas hay, que tan sólo operan a la supervivencia de una burocracia que los gerentes iniciales de abierta mentalidad corrupta y contrarrevolucionaria, en su seno dejaron. Por eso es hora ya de cuadrar el tablero en una partida que se ha ido perdiendo. La investigación de gerentes y altos funcionarios debe iniciarse con prontitud en Pdvsa. Ya Chávez lo hubiera ordenado. Pero hay un problema. Un amiguismo exacerbado se trasnocha en la pernocta. El familiarismo raya en nepotismo. Amuay es la expresión de un objetivo final que empieza a aparecer. Las huestes del terrorismo petrolero ven en todo esto un aliado afónico que no termina en darse cuenta que la cabeza de PDVSA es por ahora la cabeza de la revolución.


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Neri La Cruz


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