La fosforito más fuerte que Borges

Una amena conversación entre varias personas, preocupadas por la situación del país, terminó con una acalorada discusión; uno de ellos hablaba, como si estaba leyendo las declaraciones de Julio Bórges; nombraba a cada momento a la ministra Iris Varela, achacándole todos los males de las cárceles, en ningún momento reconocía el esfuerzo por humanizarlas; rápidamente el que estaba a su lado, lo enfrento de manera fuerte, encendido como imitando a la conocido “fosforito”; le lanzó un verdadero candelazo, dejando a los presentes sorprendidos viéndose las caras ¡Quiero ver a ese diputado en el pellejo de la ministra!.

Yo también lo quiere ver enfrentando la situación carcelaria; he perdido la cuenta, las veces que he leído al diputado Julio Andrés Borges Yunyent, nombres y apellidos completos para no dejar dudas del personaje a quien me estoy refiriendo. Este abogado, feroz opositor del fallecido Comandante Hugo Chávez, ha venido enfilando las baterías contra un dama, quien por su ardiente pasión para enfrentar las injusticias y cumplir con las tareas encomendadas, se ganó el sobrenombre de la “fosforito”; apodo pronunciado con mucha satisfacción por el entonces Presidente Hugo Rafael Chávez Frías; conocía la garra y el temperamento de esta valiente mujer, enfrentada en estos momentos con firmeza a uno de los problemas más graves de nuestro país: la situación penitenciaria.

No sé, si este parlamentario fue elegido exclusivamente para parlamentar; sufre de mala memoria, o le tiene fobia a las mujeres, cuando ocupan altos cargos, de lo contrario no le consigo explicación a todos los pronunciamientos hechos contra la ministra del servicio penitenciario Iris Varela, para quien pido, como dicen los católicos: “Que dios me la cuide y los santos me la protejan”, porque en verdad se está jugando la epidermis en cada movimiento, buscándole solución a la grave crisis de las cárceles venezolanas.

Quiere recordarle a ese furioso opositor, un solo episodio sucedido en la cárcel de sabaneta en el año 1994, en la cuarta República, gobernaba Rafael Caldera. El lunes 3 de enero, se produjo un incendio, murieron 108 procesados en un intento desesperado por escapar del humo que los ahogaba. Se dice que el incendio fue provocado con gasolina, por uno de los dos grupos en pugna, pero muchos acusaron a la banda “Los Goajiros” de ser los responsables. Uno de los sobrevivientes al ser entrevistado por una conocida periodista, se expresó muy claro sin dejar ninguna duda: “Eso se veía venir por el odio entre las dos bandas, las autoridades y la gente no quisieron ver lo que tenían delante de sus ojos”. Esto no lo recuerda o no lo vio este fatigado dirigente, a pesar, que los ojos casi se le escapan de la cara, cuando trata de fustigar al gobierno de Nicolás Maduro y sus colaboradores.

Todos sabemos la actuación de este señor en el parlamento venezolano; muchas veces enciende la polémica y luego aparece con sus llantos incontrolables, buscando en la opinión pública, consuelo para calmar sus malos momentos; algunas veces se ha presentado con el rostro transformado, como retocado en un estudio de Hollywood, para salir a la escena, creyéndose un verdadero actor de cine. Nadie en la oposición venezolana ha demostrado tener mejores condiciones histriónicas, para engañar, distorsionar y aparecer en público como el dueño absoluto de la verdad.

Quisiera ver a ese incontenible parlante, en esa enmarañada selva humana, haciéndole frente a las infinidades de problemas, propios de este sistema inhumano, donde el gran capital del dinero lo puede todo; por algo hay un refrán muy popular : “ Es muy fácil ver los toros desde la barrera”. No creo, que Julio Bórges, sea el más indicado para criticar la valiente gallardía de esta mujer: Iris Varela. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que esta sencilla militante revolucionaria de temple de acero, hecha al calor de un proceso muy difícil, nacido en las extrañas de un pueblo con sangre de patriotas, se ha ganado el respecto, el cariño y el estima de todo aquel, que sabe apreciar el valor de nuestra mujeres; comparada a muchas heroínas de la época de la independencia, entregadas en cuerpo y alma a la liberación de nuestra patria: Manuelita Sáenz, Luisa Cáceres de Arismendi, Consuelo Fernández, Juana Ramírez, entre tantas, que escapan a mi memoria. Termino por preguntarle a Julio el “olvidadizo” ¿Dónde se encontraba en el año 1994? O en 1996, cuando la tragedia de la planta en el paraíso, donde murieron quemados 24 presos. No me venga con el cuento, que no sabía o estaba en el vientre de su progenitora; porque hace rato, estaba saboreando las mieles de los gobiernos de turno.


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Narciso Torrealba


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