Esta Guerra económica

La plusvalía castiga el salario en la fábrica y la especulación lo hace en el mercado

La coyuntura que estamos atravesando en Venezuela nos permite clarificar
cómo la Contabilidad burguesa tolera pasivamente todo ese tipo de
triquiñuelas que los empresarios, en su afán por controlar la política
nacional, les exigen e imponen a sus contadores como soportes forjados para
subas de costes y precios

Concretamente, piense usted en una determinada cadena de comercialización
cuyos eslabones extremos sean, por ejemplo: la fábrica-departamento de
ventas-y un detallista final cualquiera. Dentro de esa cadena de circulación
de mercancías y por razones geográficas-sólo por ellas-digamos que se hallan
3 eslabones de intermediarios, llámense mayoristas mayores y menores.

La solución del problema macroeconómico de la igualdad entre la ganancia
global, medida en precios de venta, ya la plusvalía medida en costes de
producción, deja al margen la especulación operada en los mercados.

Hasta allí estaríamos hablando de costes medios de producción y venta,
costes medios de fabricación y circulación. Ahora, suponga usted que ante
una sobredemanda para la cual el empresariado no se halla preparado o no le
interesa adecuar su producción y oferta, y no lo hace. En estos casos, la
fábrica y demás empresas de la cadena de comercialización optarían por
elevar los precios a sabiendas de que hay suficiente poder adquisitivo en el
mercado capaz de absorber subas de precios.

Con esas subas de precios, obviamente ganarían más, ganarían lo que de otra
manera también lo harían si optaran por adecuar la oferta a la demanda de
bienes con cargo al salario del consumidor y no con cargo al salario de
fábrica. Porque lo que estas empresas burguesas adecuan es el valor de
oferta, y en este valor entran los precios en alza mientras el volumen de
bienes podría mantenerse constante.

Así, para el empresario burgués, V1 = XPi, donde P puede variar hacia
arriba a fin de que, pongamos por caso, V2 sea > V1, para X
[1]constante. Para ello, la Contabilidad debe justificar la suba de costes,
con lo cual esos contadores deben ofrecer respaldos de costo, y nada más
expedito ni más conveniente que inflar o robustecer el número de eslabones
de la cadena.

De esa amanera, cada nuevo intermediario retendría para sí una ganancia
inflacionaria[2] que se trasladaría a siguiente eslabón, y al final todo
desemboca en nuevos costes medios inflados que no sólo garantizan más
ganancias sin incrementos de la producción, sino que, como en la actualidad
venezolana, a esos empresarios antigobierno les viene al pelo cargar dicha a
inflación a inoperancia gubernamental, todo lo cual generaría malestar
social antigobierno que, menos mal, el pueblo venezolano ya está claro al
respecto, ya sabe qué esconde la contabilidad burguesa.

Corolario: el Estado debe vigilar y regular el estiramiento de esas cadenas
de intermediarios no imprescindibles.
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[1] X representa el volumen de bienes; V = valor de la oferta; P = precios.

[2] El intermediario parásito retiene una ganancia extraplusvalorada con
cargo al salario del consumidor. Las ganancias fabriles, mercantiles, la del
terrateniente y los impuestos van con cargo al plusvalor. Véase Praxis de El
Capital de Manuel C. Martínez M.


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Manuel C. Martínez


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